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El Consorcio de Manejo de Fuego de Corrientes reforzó su estrategia de protección de incendios con más inversión, prevención y detección rápida

«En enero tuvimos menos de 70 hectáreas afectadas de las 150 mil hectáreas bajo protección del consorcio,  y esto se logró por la detección temprana y la planificación diaria, pero además de haber reforzado las inversiones tras el gran aprendizaje que significó para nosotros los incendios históricos sufridos en noviembre de 2020. Las empresas socias entendieron la necesidad de invertir en prevención”, expresó el coordinador del CMF, Carlos Pereyra. 

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest

 

CORRIENTES (4/2/2022).- El duro aprendizaje de 2020 donde enfrentaron incendios simultáneos que afectaron seis empresas socias del Consorcio de Manejo de Fuego de la Asociación Forestal de Corrientes (CMF) los llevó a reforzar las estrategias. «Hicimos mucho por disminuir la incidencia del fuego en estos 25 años de existencia, pero entendimos que aún queda mucho por hacer por el comportamiento del fuego. Las empresas comprendieron la necesidad de invertir, prepararse en forma interna y trabajar en equipo, tanto de forma interna como externa», dijo el coordinador del CMF, Carlos Pereyra, en una entrevista con ArgentinaForestal.com. 

En Corrientes, hay un solo consorcio privado y especializado en Manejo de Fuego con estas características. Nuclea en la actualidad a 30 empresas socias, protegiendo 150 mil hectáreas forestadas del patrimonio en la zona Este y NE de la provincia (Gobernador Virasoro, Ituzaingó, Norte de Alvear, Sur de Misiones) en un área que tiene unas 300 mil hectáreas en total.

El consorcio esta integrado por empresas foresto industriales, productores agrícolas, y agro industriales (de yerba, té y derivados) que se unieron para evitar los incendios rurales y minimizar los daños asociados.

“En lo que refiere a enero, tuvimos menos de 70 hectáreas forestales afectadas por el fuego dentro del consorcio. Otra realidad es la que se enfrentó en la provincia fuera del consorcio, donde fueron extensas quemas de campos vecinos y de propiedades de empresas rurales o forestales. Igualmente, todo el tiempo asistimos a la Provincia, a los vecinos, a municipios cercanos porque focos hubieron y muchos, y no el fuego no tiene frontera», expresó Pereyra.

Pero el dato del resultado logrado a partir de la planificación y control que llevan adelante no es menor. En Corrientes se estima que se quemaron más de 100 mil hectáreas, de las cuales 8 mil son plantaciones forestales. «Gracias a la detección temprana y la acción rápida, desde el CMF de Virasoro cerramos este dramático enero con menos de 70 hectáreas afectadas», precisó el coordinador.

Corrientes estuvo «en llamas» durante todo enero, con focos de incendios en simultáneo que se prolongaron durante semanas, arrasando flora y fauna de pastizales en áreas del Parque Nacional Iberá, campos productivos, plantaciones forestales, y millonarias pérdidas en tendidos de luz y postes de electricidad, con daños ambientales, sociales y económicos difícil aun de cuantificar.

 

Mapa con focos de incendios registrados en la últimos 7 días entre fin de enero y 3 de febrero. Fuente: Masisa Forestal Argentina.

 

Los incendios históricos -hasta ese momento- registrados en noviembre de 2020 entre Virasoro e Ituzaingó significaron un gran aprendizaje para las empresas del NE de Corrientes. “Nosotros (CMF) creíamos que estábamos preparados para la situación de gestión de riesgo y combate de incendios. Sin embargo, el fuego arrasó con plantaciones forestales de 6 empresas socias en forma simultánea. Fue algo histórico, nunca antes nos había ocurrido algo así en el consorcio. Siempre sucedía que se presentaba el caso de un foco importante en una empresa, y el resto de los recursos de las socias del Consorcio apoyaba a combatirlo. Sin embargo, el fuego nos sorprendió y dejó lecciones aprendidas”, relató Pereyra.

Tras la tragedia vivida, había que reaccionar. “Entendimos que ante la realidad teníamos que reinventarnos. Realmente, pensábamos que los recursos nos sobraban, sin embargo cada uno se tuvo que arreglar como pudo en determinado momento ante el caos por el dantesco incendio que nos afectó. Fue una realidad que nos explotó en la cara, y nos dio a todos una lección muy grande. Desde entonces, planificamos de otra manera, nos readaptamos, aplicamos nuevos protocolos de emergencias para nuevas situaciones climáticas. Y por primera vez, en 25 años, contratamos un avión hidrante para disponer desde el consorcio y responder las necesidades de los socios”, precisó el coordinador.

Esta importante herramienta colabora con el esfuerzo en terreno de las brigadas y está operando desde el 8 de enero en varias pistas de la zona, teniendo su base en Villa Corina.

Condiciones de peligro extremo en la región

La sequía es una expresión de los efectos del Cambios climáticos, el calentamiento global es otro. En la región serán cada vez más prolongadas y frecuentes estas condiciones climáticas, generando riesgos y muchos problemas a la producción, afectando a la comunidad rural.

“En el CMF decidimos prepararnos mejor y actualizar el Programa de Protección Forestal, apuntando a los indicadores de riesgo y proyecciones. Teníamos las herramientas tecnológicas, pero no las usábamos como realmente deberíamos. Ahora es parte de nuestra rutina diaria”, admitió Pereyra.

“Cuando uno analiza un incendio, las variables del tiempo, combustible y topografía, el Índice de Peligro de Incendios, nos da la posibilidad de aplicar variables meteorológicas.  Por ejemplo, el índice de carga que determina la cantidad de unidad de superficie disponible para arder puede ser analizado. El piso es de 30 puntos, y hoy estamos en 158, casi cinco veces por encima del umbral crítico”, graficó el  coordinador.

“En terreno hay cada vez mas combustión (fino, mediano, grueso) y según el tamaño está disponible para arder. En la medida que no llueva, seguirá creciendo el Índice crítico de peligro. El escenario es cada vez más complejo, y si no es una lluvia superior a más de 50 mm no incidirá en reducir los riesgos, por lo tanto no se puede quemar. Eso es lo que la gente debe comprender”, explicó Pereyra.

“En incendios, el tema está en anticiparnos a todo. Invertir  en equipamiento y recursos humanos, y mejorar la capacitación principalmente en los mandos superiores que son los que toman decisiones. Son los niveles superiores, que no es sencillo de abordar, pero son los que deben prepararse para definir estrategias y tácticas de combate en terreno. Hay que utilizar la inteligencia aplicada al combate. Trabajar más con la cabeza que con el físico”, remarcó el coordinador, y sostuvo en la entrevista que estas estrategias fueron bases de gran apoyo.

“Con todos los recursos disponibles, podemos hoy anticiparnos ante la mínima columna de humo. Actuamos rápido, no minimizamos nada porque no sabemos cuál puede ser su comportamiento al propagarse”, sostuvo el profesional. “El alerta temprana es clave, lograr que el fuego muera ni bien se inicie, que no se propague”, indicó.

Desde el consorcio además monitorean predios vecinos. Realmente detectamos muchos focos, a pesar de estar prohibido. “Hay una falta de conciencia, y esos son los mismos propietarios que prefieren que se queme su campo antes que invertir en prevención. Cuando tienen problemas, empiezan a rezar. Las lluvias aún no van a llegar de la manera que se necesita para extinguir los incendios”, dijo Pereyra.

 

 

AF: ¿Cómo se prepararon para 2021-2022 en el CMF, ante las condiciones climáticas y la prolongada sequia que se espera continúen hasta pasado el otoño?

La herramienta en la que nos apoyamos fue en la planificación, en tener diariamente estadísticas, detección y alerta temprana de un foco y el ataque rápido con recursos humanos capacitados en manejo de fuego. Pero tuvimos que reinventarnos, e invertir más.

El Consorcio siempre trabajo en la prevención (manejo de combustible, silvicultura preventiva, capacitación en el uso de fuego, relación con los vecinos, programas de educación con escuelas rurales  y campañas de difusión), contábamos con los sistemas de información geográfica y tecnología adecuada.  Pero después de los históricos incendios de 2020, entendimos que no era suficiente. Que había que mejorar e invertir más en algunos aspectos, para prepararnos.

En noviembre de 2020 pensábamos que estábamos preparados, sin embargo, se sucedieron una serie de situaciones que derivó en que seis empresas socias enfrenten incendios al mismo tiempo. Nunca antes nos había sucedido algo así.

Entonces, la clave es evitar el fuego o detectar en forma temprana para actuar rápido.

Desde el CMF actuamos si es en un predio solicitado por alguna de las empresas socias, o si detectamos algún foco en campos vecinos, alertamos. O actuamos rápido evaluando el nivel de riesgo para terceros, sea en nuestro radio de acción o de un predio vecino si se detecta un foco.

El fuego no tiene límites, y cuanto antes se apague, mejor. Por eso la comunicación es tan importante en esto. Desde el CMF este mes de enero estuvimos asistiendo mucho más a los propietarios de campos vecinos  o en otras zonas que la emergencia requería de refuerzos.

Bosques del Plata, por ejemplo, contrató tres aviones hidrantes para el programa de protección que tiene en su empresa, como refuerzo para sus brigadistas. Si el CMF necesitara, podría solicitarle este recurso. No fue necesario en enero, pero realmente la empresa ayudó a muchas otras personas fuera del consorcio en momentos críticos de incendios forestales en estas semanas.

Fueron semanas donde realmente hubo muchas quemas a pesar del índice de peligro y de estar prohibido el uso del fuego. Hay muchos lotes forestales que  no están en el consorcio y han sufrido incendios de varias hectáreas. Hay campos ganaderos, extensiones de pastizales, pero sus propietarios no se asociaron al CMF porque no ven aun la importancia de la prevención, de ser parte del consorcio e invertir para reducir riesgos mayores a futuro.

 

 

AF: Mencionó que hubo un gran aprendizaje que dejó la experiencia de los históricos incendios registrado en 2020 en Virasoro e Ituzaingó. ¿Cuáles fueron estos aprendizajes?

Principalmente que había que invertir, y rápido, en determinadas herramientas para reforzar el trabajo de prevención, presupresión y combate de incendios. Elaboramos un nuevo protocolo, donde se estableció que cada empresa debe disponer de una “Mini Brigada” para una reacción rápida.

Se entendió la importancia de realizar patrullas diarias en campo cuando los índices de peligro de propagación de incendios son altos o extremos.

Se tomó dimensión de la importancia del trabajo de caminos corta fuego y mantenimiento para reducir el riesgo de combustible, etcétera.

Es decir, siempre se tuvo conciencia y es la filosofía del consorcio abordar la prevención, lamentablemente con el incendio histórico que sufrimos, la realidad nos mostró que no estábamos preparados para los cambios climáticos y los comportamientos que tiene el fuego. Aún estamos aprendiendo, pero mejor preparados. Siempre habrá imponderables, lo importante es tratar de estar lo más preparado posible, asegurar la reacción rápida con equipo y entrenamiento.

Las empresas socias entendieron que la inversión era necesaria para adaptarse a los cambios que se presentaron.

Tuvimos que «reinventarnos». Y esto nos permitió estar en otras condiciones frente a los peligros que se presentaron en el inicio de 2022.

La gestión de las tecnologías en forma diaria, el análisis de las estadísticas, SIG y Teledetección, con partes diarios que se comparte entre todas las empresas socias, sumado a equipamientos y recursos, redes de comunicación para la vigilancia y un nuevo protocolo a cumplir por parte de las empresas socias. Es un abordaje integral, y eso nos permite estar alerta y responder rápido ante los focos, y seguir con las acciones de prevención y educación.

 

AF: ¿Cuánto fue la inversión realizada para “reinventarse” en el CMF?

No podría precisar, porque cada empresa forestal debió internamente prepararse de otra manera. En el Consorcio contamos con un presupuesto anual para cubrir los gastos operativos y del personal permanente asignado a esta tarea.

Cada empresa en forma interna se organiza en su propio plan de protección, y después unimos entre todos los recursos y esfuerzos según la necesidad. Todos los recursos deben estar listos y disponibles en el caso que requiera el consorcio y coordinamos según la situación.

En paralelo, con el apoyo del gobierno provincial a través del financiamiento del Fondo Rural, hace seis años llevamos adelante un programa de prevención de incendios rurales, por medio de una ley provincial.

Sí puedo decir que algunas empresas socias han realizado el año pasado una inversión  millonaria para estar preparadas.

Siempre la inversión será menor al costo que puede ser perder toda la producción de madera con el fuego.

Los incendios, en un alto porcentaje, pueden evitarse con prevención y capacitación, porque es un tema de conciencia y responsabilidad de la población, porque son acciones o aspectos culturales que hay que cambiar, y esto solo se logrará con la información y educación respecto al uso del fuego. Lo único que podemos hacer es evitar el fuego o estar preparados si ocurre un incendio.

Asimismo, contamos con herramientas que van desde el monitoreo y control permanente, seguido por el trabajo de las Torres de Control ubicadas estratégicamente para la detección temprana de cualquier foco que se registre en áreas del patrimonio de alguna de las empresas socias, donde también se dispone de un refuerzo móvil.

 

 

Se realizan recorridas diarias en el territorio por parte de personal de las propias empresas, se dispone de vehículo, personal y comunicación para el reporte durante prácticamente las 24 horas, más aún cuando las condiciones de índice de peligro de incendio son de alto riesgo.

Si bien los efectos del Cambio Climático era un tema hablado desde hace años, empezamos a entender que ya era parte de nuestra actividad y debíamos aceptar que no estábamos preparados. El 2020 fue un gran aprendizaje. A enero de 2022 hemos logrado que de las 150 mil hectáreas que se encuentran bajo nuestra protección, la  superficie afectada por quemas fue de menos de 70 hectáreas.

Igualmente, no nos deja tranquilos. No sabemos qué puede pasar aún. Esto es un trabajo de todos los días y se pronostica que hasta el otoño las precipitaciones serán por debajo de los niveles necesarios y el índice de peligro de incendios se mantendrá en alto a extremo.

La temporada crítica tiene para varios meses, y hay variables que no se pueden manejar, por lo que habrá que estar en alerta hasta que con el otoño lleguen las lluvias abundantes, las precipitaciones superiores de 50 mm.

Las condiciones actuales de sequías histórica, con altas temperaturas y vientos fuertes, produce el “combo perfecto” para la propagación rápida de incendios rurales.

Desde el CMF tenemos datos estadísticos, por año, por mes, por semana y por día. Esto nos permite decidir nuestra planificación. Funcionó hasta ahora, aunque es una realidad que detrás hay un intenso trabajo e inversión para lograr este resultado, y aún tenemos mucho por hacer.

 

AF: ¿Cuáles fueron las causas de los incendios detectados?

Sigue siendo la negligencia y el desconocimiento del comportamiento del fuego en condiciones de peligro por las actuales condiciones climáticas, que según la información que disponemos, se extenderá esta situación hasta el otoño.

Hay que trabajar más en educación ambiental, formal y no formal; en cuestiones culturales con los productores para lograr un cambio de conductas y prácticas de uso del fuego; reforzar y ampliar el alcance de los programas de capacitación y formación en combate de incendios rurales.

Todas las actividades productivas tienen que implementar estas estrategias, no solo las forestales.

La quema de pastizales de campos, bajo las condiciones ambientales actuales, fue dramática. Muchas veces se arrenda los campos, y el propietario no está enterado que quien está en su lote está quemando cuando no debe. Pero es responsable ante la ley.

Otro causa que se repite mucho es el inicio de focos sobre la banquina, en caminos terrados y rutas.

También ante la falta de mantenimiento de líneas de distribución eléctrica, que por los vientos cae un cable, hace chispa y prende fuego en áreas rurales.

Es decir, el fuego es evitable en un alto porcentaje. Falta más toma de conciencia de que todos somos responsables de alertar sobre estos riesgos, de cumplir las normas vigentes y habrá que investigar en tiempo y forma para determinar las causas y legislar para establecer penas más duras a los responsables de iniciar una quema que genera daños ambientales, económicos y sociales.

 

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