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Preocupación por la deforestación en el Bosque Atlántico y el Gran Chaco: dos de las ecorregiones más amenazadas del planeta y presentes en Argentina 

Desde la Fundación Vida Silvestre Argentina trabajan en ambas ecorregiones en proyectos de conservación y restauración, tanto de la selva misionera como de los bosques chaqueños, junto con la sociedad local y gobierno, con el objetivo de lograr la protección y el manejo responsable de los recursos naturales y compatibilizar los planes de desarrollo regional con la conservación de la biodiversidad.

Fuente: Fundación Vida Silvestre Argentina. PH Emilio White y Emiliano Salvador

 

ARGENTINA (1/4/2024).- El Bosque Atlántico, compartido por Argentina, Brasil y Paraguay, se enfrenta a una grave crisis de deforestación y degradación. Se trata de una de las ecorregiones más amenazadas del planeta y alberga una riqueza biológica única: contiene el 7% de las especies de plantas y el 5% de las especies de animales vertebrados del mundo.

Originalmente cubría 1.345.300 km2. Sin embargo, en los últimos 40 años fue reducido significativamente – debido a la deforestación, urbanización, producción – y hoy queda sólo el 17% de los bosques originales.

Los tres países aún enfrentan desafíos para la conservación de la ecorregión, siendo la restauración del paisaje una oportunidad para aumentar la cobertura forestal y mejorar la calidad de vida de las personas.

En el Bosque Atlántico, representado por la Selva Misionera en nuestro país, vive el felino más grande de Latinoamérica que se encuentra en peligro crítico de extinción en nuestro país: el yaguareté.

El yaguareté es el felino y predador más grande del continente americano, por lo cual es considerado una especie paraguas, ya que su conservación y la de su hábitat protegen indirectamente a otras especies de flora y fauna.

En la actualidad en toda la Argentina, se estima que habitan 250 yaguaretés en diversas regiones. Sin embargo, poco menos de la mitad viven en la selva misionera, que es la porción argentina del Bosque Atlántico. En esta región se mantiene una población aproximada de 90 yaguaretés.

El yaguareté es una especie que, para vivir, requiere grandes extensiones de selva en buen estado de conservación -unas 10 mil hectáreas-. Por ello, se considera a la “especie indicadora”, ya que su presencia en el bosque es un indicador de la buena salud del ambiente. En cambio, su ausencia, es una señal de algún tipo de desequilibrio en el ambiente.

La fragmentación de la Selva Misionera

La deforestación y conversión de ambientes naturales son muy preocupantes. Refieren a la pérdida de la cobertura vegetal natural de un ambiente, (como bosques, pastizales, humedales), generalmente provocada por la acción humana para destinar ese suelo a otras actividades, como la agricultura, la ganadería y la urbanización.

Estos procesos –en la forma que fueron desarrollados- tienen un enorme impacto negativo: contribuyen al cambio climático -ya que se incrementan las emisiones de dióxido de carbono (CO2)-. A su vez, reducen y fragmentan el hábitat de especies animales y vegetales -aumentando el riesgo de extinción-, y dificultan la capacidad de los suelos de regular excedentes de agua y, por ende, se producen inundaciones. Pero también atentan gravemente contra el desarrollo sustentable de la sociedad, ya que disminuyen la provisión de servicios ecosistémicos, como la regulación del clima, la captación y reserva de agua dulce, y la estabilidad de los suelos para la producción de alimentos.

La deforestación, conversión y fragmentación de los ambientes en el Bosque Atlántico son procesos que siguen ocurriendo y, de continuar, el futuro de la ecorregión y de su biodiversidad se tornarían aún más preocupantes.

Foto: ArgentinaForestal.com

Consecuencias

  • ·         Pérdida y fragmentación de hábitat
    La pérdida de hábitat por deforestación o transformación (conversión) de ambientes naturales para desarrollar actividades humanas es la principal causa de extinción de la biodiversidad. Las plantas y animales se han adaptado, a lo largo de la historia, a vivir en distintos ecosistemas naturales -como bosques o pastizales- y la degradación, pérdida o modificación de estos ambientes las impacta de forma negativa.
  • ·      Pérdida de biodiversidad
    La caza furtiva de especies contribuye directamente a la pérdida de biodiversidad en el Bosque Atlántico. Si bien la captura de animales y plantas silvestres están prohibidos en todo el territorio argentino, es una de las principales causas de la extinción de muchas especies.
    ·
  • Deterioro de los recursos
    La degradación de los ambientes naturales afecta los recursos naturales que sustentan los medios de vida de la población local, como la provisión y disponibilidad de agua segura. A su vez, la capacidad productiva de las tierras y la soberanía alimentaria de los habitantes rurales y pueblos originarios que viven y dependen del bosque se ve amenazad

La diversidad excepcional de los bosques del Gran Chaco frente a la mayor deforestación del mundo

Por su parte, el Gran Chaco se trata de la ecorregión boscosa más extensa del continente americano después del Amazonas, con una diversidad ambiental y social excepcional.

Se extiende en gran parte de Argentina, Paraguay, Bolivia y una pequeña porción de Brasil, y sus ambientes —bosques, pastizales, sabanas, arbustales y humedales— la hacen una región única en el mundo.

El Gran Chaco posee una amplia diversidad cultural. Es un territorio ancestral para numerosos pueblos originarios y miles de familias campesinas de pequeños productores criollos habitan históricamente la región desarrollando diversas actividades productivas.

Sin embargo, el Gran Chaco es una de las principales ecorregiones del país y se encuentra seriamente amenazada: es uno los sitios con mayor deforestación del mundo y niveles más altos de degradación.

Desde hace más de un siglo esta región enfrenta la pérdida sostenida de su patrimonio natural y cultural principalmente por el cambio de uso del suelo para producción agropecuaria y forestal y negocios inmobiliarios, causando deforestación, conversión y degradación de sus ambientes naturales, desplazamiento y empobrecimiento de las comunidades indígenas, extinción de especies y pérdida de los servicios ecosistémicos.

En Argentina ya hemos perdido más del 30% de los bosques chaqueños y, a pesar de contar con la Ley de Bosques, entre los años 2007 y 2021, el 76% de la deforestación fue ilegal.

“La ecorregión chaqueña es un área prioritaria para la conservación, por su amplia biodiversidad y los servicios ecosistémicos que provee. Es hábitat de una enorme cantidad de especies, ayuda a la mitigación del cambio climático, facilita la regulación hídrica, da sustento a la vida de las comunidades y contribuye a la seguridad alimentaria y el desarrollo económico”, explican desde Vida Silvestre.

La deforestación genera graves consecuencias sociales, ambientales y económicas: contribuye a intensificar el cambio climático, debido a las emisiones de gases de efecto invernadero; reduce el hábitat para especies animales y vegetales, fomentando su extinción; dificulta la capacidad de los suelos de regular excedentes de agua y propicia la aparición de enfermedades infecto contagiosas de origen animal.

Además, la deforestación atenta gravemente contra el sustento de las comunidades locales, la seguridad alimentaria y el desarrollo económico. 

En el marco del Día Internacional de los Bosques, desde la FVSA realizaron una llamada muy clara: asumir compromisos, asignar recursos y actuar de manera efectiva sobre los bosques y la conservación de su biodiversidad.

“La conservación y restauración de nuestros bosques no son solo imperativos ambientales, son esenciales para preservar la salud, el bienestar y la supervivencia de nuestra sociedad y del planeta”, reflexiona el director GENERAL de Vida Silvestre, Manuel Jaramillo. 

“Estamos en deuda con nuestros bosques y es una cuenta que debemos saldar”, agrega Jaramillo. “Es de suma importancia priorizar la protección de los bosques pensando en el presente y el futuro de las comunidades locales, así como el de la sociedad en general. Para ello necesitamos la asignación de los fondos y los recursos correspondientes, y su correcta aplicación. En el marco del Día Internacional de los Bosques reforzamos nuestra preocupación y el pedido urgente de protegerlos de manera efectiva”, expresó.

Según los monitoreos de la superficie de bosque nativo, realizados por la Nación, entre 1998 y 2022, se deforestaron 6.4 millones de hectáreas de bosque nativo principalmente por causa del avance de la frontera agropecuaria – la misma cifra que se perdió a nivel global durante 2022.

Adicionalmente, el informe sobre causas e impactos de la deforestación de los bosques nativos señala que 87% del bosque nativo perdido correspondió a la región chaqueña y el 43% ocurrió durante la vigencia de la actual Ley de Bosques.

“Los bosques tienen, además de un valor ecológico, un importante valor económico, social y cultural. Es imposible hacer frente a la crisis climática, desarrollar economías sustentables y revertir la pérdida de naturaleza, sin los bosques. No es necesario generar nuevos objetivos para frenar la deforestación, se debe cumplir con las ambiciones y objetivos ya planteados, ya que lamentablemente la pérdida y degradación de los bosques persisten a pesar de todos los compromisos, y declaraciones locales y globales” detalló, por su parte, Lucía Lazzari, coordinadora de paisajes terrestres de la Fundación Vida Silvestre.

 

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