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La desertificación de la tierra, una prioridad en la agenda mundial

La columna ambiental de ArgentinaForestal.com

La ONU realizó un llamado de lucha urgente contra la desertificación. El tema es grave: 5 millones de hectáreas agrícolas y 35 millones de hectáreas de pastoreo se tornan improductivas cada año. Así, las pérdidas se cuentan en 42 mil millones de dólares anuales. En tanto, el 75% del territorio argentino está cubierto por zonas áridas y semiáridas con síntomas de desertificación. La degradación de la tierra abarca el 33% de la población del país. Las zonas más pobres son las más afectadas. La desertificación de la tierra se entiende como la degradación de las zonas áridas, semiáridas y sub-húmedas derivadas de los efectos y negativos del clima y de las actividades humanas. No se trata de un problema aislado, sino que está plenamente relacionado con los cambios climáticos, la conservación de la biodiversidad y la necesidad del manejo sustentable de los recursos naturales. Para la FAO, la desertificación se define como “la expresión general de los procesos económicos y sociales, así como de los naturales e incluidos por el hombre, que rompen el equilibrio del suelo, la vegetación, el aire y el agua, ruptura que ocasiona la disminución o destrucción del potencial biológico de la tierra, la degradación de las condiciones de vida y la expansión de los desiertos”. Esos procesos destructivos incluyen: la erosión hídrica, la erosión eólica y la sedimentación que reduce la cantidad y diversidad de la vegetación natural y aumenta la salinización o sodificación. negrita/La ONU en Argentina/negrita En el marco de la 5° Sesión del Comité de Revisión de la Implementación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CRIC 5), del que Argentina es sede, la secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, Romina Picolotti, declaró que “la problemática de la desertificación es un tema de alta prioridad para el gobierno, por lo que apostamos a fortalecer el marco político de esta convención sobre la búsqueda del desarrollo sustentable y en defensa de la vida humana”. El CRIC fue establecido como un órgano examinador de los informes nacionales que describen la aplicación de la citada Convención en los Países Partes. Este acuerdo se fijó, como objetivo principal, promover acciones efectivas orientadas al mejoramiento de la productividad del suelo, su rehabilitación y la conservación de los recursos hídricos y de las tierras, por medio de programas locales y la cooperación internacional, con la participación popular y la creación de condiciones que ayuden a la población local a evitar la degradación de los suelos. En esa línea, las esferas temáticas principales del examen serán, entre otras: procesos de participación con la sociedad civil; marcos o arreglos legislativos e institucionales; coordinación y movilización de recursos nacionales e internacionales, incluida la concertación de acuerdos de asociación; vínculos y sinergias con estrategias nacionales de desarrollo; medidas para la rehabilitación de las tierras degradadas y los sistemas de alerta temprana con el fin de mitigar los efectos de la sequía; vigilancia y evaluación de la sequía y la desertificación. La 5° Sesión se está llevando a cabo desde el lunes en predio ferial de la Rural de Buenos Aires y continuará hasta el 21 de marzo. El encuentro es organizado por Naciones Unidas (ONU) y debatirán delegados de 191 países, representantes de 40 organismos bi y multilaterales y organizaciones no gubernamentales. El tema es grave: 5 millones de hectáreas agrícolas y 35 millones de hectáreas de pastoreo se tornan improductivas cada año. Así, las pérdidas se cuentan en 42 mil millones de dólares anuales. En 1996, la ONU impulsó la Convención de lucha contra la desertificación, que alienta la cooperación entre países desarrollados y en vías de desarrollo para implementar programas nacionales de acción. Cada dos años, los delegados de los países que se comprometieron con la Convención se juntan para evaluar resultados de los proyectos en marcha y fijar planes para el futuro. El secretario ejecutivo de la Convención de Naciones Unidas Contra la Desertificación (UNCCD), Hama Arba Diallo, sostuvo que el problema de la desertificación, que a diferencia de la desertización es una consecuencia de la acción del hombre sobre el ambiente, es un fenómeno cuyas consecuencias son de escala planetaria. “No se trata de pedir generosidad (a los países ricos) porque este tema es de interés común. Si no se toman medidas a tiempo, las consecuencias van a ser para todos y demasiado malas”, advirtió. negrita/Avances en Argentina/negrita La Argentina también está afectada por el problema de la desertificación. El 75% del territorio argentino está cubierto por zonas áridas y semiáridas con síntomas de desertificación. La degradación de la tierra abarca el 33% de la población del país. Las zonas más pobres son las más afectadas. En la apertura del encuentro, Romina Picolotti enumeró las medidas que nuestro país está llevando adelante en la lucha contra la desertificación. “La Secretaría de Ambiente ha fortalecido y dotado de más herramientas al Programa de Acción Nacional (PAN), cuyo objetivo central consiste en luchar contra la desertificación y mitigar los efectos de la sequía, a fin de contribuir al logro del desarrollo sostenible de las zonas afectadas, todo ello con miras a mejorar las condiciones de vida de la población. Para ello, hemos definido alianzas estratégicas regionales, nacionales e internacionales que nos permitirán insertar este Programa dentro de las estrategias de desarrollo”, explicó. La primera estrategia fue vincular la lucha contra la pobreza con la lucha contra la desertificación, a tal fin de coordinar políticas públicas con el Ministerio de Desarrollo Social y la Secretaría, permitiendo que la ayuda social se complemente con un uso racional de los recursos naturales para mejorar la calidad de vida de los habitantes en su entorno. Paralelamente, se crearon programas Pueblos y Bosques, destinando cinco millones de pesos para el desarrollo sustentable y el fortalecimiento de las comunidades que viven del bosque nativo. “La segunda alianza estratégica es con el sector de la producción agropecuaria, visualizando una clara ecuación que es rentabilidad sin perjuicio de los recursos naturales. La tercera alianza es la coordinación de políticas entre la Nación y las provincias. Creamos la Dirección Nacional de Ordenamiento Ambiental del Territorio, a disposición de todas las provincias”, indicó la funcionaria. ”La cuarta es con el sector de Ciencia y Tecnología con el que estamos trabajando en indicadores y una base nacional de monitoreo de desertificación, como así también en una política de transferencia de tecnología adecuada para la lucha contra la desertificación”. Asimismo, la ejecución de proyectos sinérgicos entre desertificación, cambio climático y biodiversidad. Bajo esta línea, el PAN está monitoreando dos proyectos: forestación de especies nativas en campos degradados bajo el lineamiento del MDL del Protocolo de Kyoto y creación de corredores biológicos en la región del Gran Chaco Americano. Por último, existe una fuerte alianza estratégica con agencias de cooperación multilaterales y agencias de las UN que nos permiten contar con recursos técnicos y financieros.

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