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En la provincia se produjeron varios nacimientos durante los últimos dos meses en el Centro de Recría de Candelaria. En el territorio misionero, si bien se advierte la presencia de los pecaríes, no son abundantes, y esto motivó impulsar un plan para su reproducción a fin de repoblar el medio natural. La distribución del pecarí es coincidente con la del yaguareté por formar parte de la dieta de los grandes predadores.
Por Patricia Escobar
En la ciudad de Candelaria, el Complejo El Puma y las autoridades del Ministerio de Ecología, Recursos Naturales Renovables y Turismo de Misiones, desarrollan en forma conjunta un programa de reproducción de pecaríes. Estos animales pertenecen a la fauna misionera y habitan también en otras provincias del norte argentino como Salta, Formosa, Santiago del Estero y Chaco. Son naturales en América y su distribución comprende desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina. Al menos dos especies han sido introducidas en Cuba. En la provincia se produjeron varios nacimientos durante los últimos dos meses en el Centro de Recría de Candelaria. En el territorio misionero, si bien se advierte la presencia de los pecaríes, no son abundantes, y esto motivó impulsar un plan para su reproducción a fin de repoblar el medio natural. La distribución del pecarí es coincidente con la del yaguareté por formar parte de la dieta de los grandes predadores. Por lo tanto, la repoblación de pecaríes contribuye también a la tarea de conservación del yaguareté, especie que está en peligro de extinción y que fue declarada, por Ley 2.589, Monumento Natural Provincial. En la actualidad se estima que quedan menos de 100 de estos felinos en la provincia. Sus presas más comunes son los pecaríes o chanchos silvestres, seguidos por coatíaes, venados, carpinchos, yacarés, pacas… es precisamente la escasez de estas presas naturales, junto con la destrucción de la selva, lo que amenaza la existencia del yaguareté. negrita/Conservación/negrita Hay tres razones por las que este felino merece su protección. Primero, porque es un gran depredador que ocupa la cúspide de la cadena alimenticia y ejerce un efecto de control que asegura el equilibrio natural de los ecosistemas selváticos. En segundo lugar, porque es un elemento cultural muy importante en las regiones donde habitó y habita, y su presencia se refleja en objetos artísticos, leyendas y anuncios, además de constituir un atractivo turístico. Por último, la falta de protección provocó que sus poblaciones mermaran de una manera alarmante en el último siglo. Su distribución -que ocupaba más de la mitad del país- en la actualidad está relegada a los pocos fragmentos forestales de buen tamaño que quedan en las Yungas, el Chaco y la Selva Misionera, como consecuencia de la conversión de estas áreas a tierras destinadas a actividades agropecuarias. Además, la caza indiscriminada -tanto de este animal como de las presas de las que se alimenta- agrava su situación. Para los pobladores rurales que crían ganado doméstico, el “tigre” puede transformarse en un problema que generalmente se resuelve con la caza. Ante este escenario, cuando los pecaríes nacidos en Candelaria estén en condiciones de vivir en su ambiente natural, serán llevados y con el empleo de tecnologías nuevas como los radio-collares se podrá seguir el proceso de su adaptación. Aunque los pecaríes son, en general, omnívoros, la mayor parte de su dieta es de origen vegetal. Pueden alimentarse de hojas, frutos y ocasionalmente semillas, y también les interesan los tubérculos y las raíces que desentierran con el hocico. Esta falta de especialización alimentaria favorece su supervivencia en regiones diversa, pero en aquellas que lo habitan, estos animales constituyen un elemento importante en la composición de las respectivas comunidades biológicas, desempeñando un papel importante como consumidores primarios, es decir como primer eslabón en la cadena alimentaria: comen vegetales y son a su vez alimento de los consumidores secundarios o carniceros. Además de la acción de varios depredadores naturales (pumas, yaguaretés, boas, etcétera), los pecaríes se ven sometidos a una intensa actividad cazadora por parte del hombre. “Misiones es una provincia que trabaja en el cuidado del medio ambiente desde la conservación in situ de las especies, a través del sistema de áreas naturales protegidas y la tarea ex-situ a partir de la cría artificial, como es el caso de los pecaríes”, remarcaron desde el Ministerio Ecología.



