Calor extremo | Prevenir riesgos puede salvar vidas frente a olas de calor cada vez más frecuentes

El aumento sostenido de las temperaturas convierte al calor extremo en una amenaza creciente para la salud pública. Especialistas advierten que la mayoría de las muertes son evitables con políticas de prevención, alertas tempranas y planes de acción orientados a la población más vulnerable.

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest

 

BUENOS AIRES (20/12/2025).- El calor extremo tiene un impacto directo sobre la salud y sus consecuencias pueden ser graves e incluso mortales. Sin embargo, especialistas coinciden en que una gran parte de las muertes asociadas a olas de calor son evitables si se adoptan políticas públicas con medidas urgentes de prevención y planes de acción específicos para proteger a la población más vulnerable.

Entre ellas, se encuentran las personas mayores, quienes padecen enfermedades crónicas, niños pequeños, trabajadores expuestos al sol en horarios de temperaturas extremas y quienes viven en barrios con infraestructura deficiente.

Las olas de calor son cada vez más frecuentes, intensas y prolongadas. Lejos de tratarse de un fenómeno aislado, forman parte de una tendencia asociada al cambio climático, que plantea un desafío creciente para la salud pública, los servicios esenciales y la vida cotidiana en las ciudades.

Aun así, sus efectos continúan siendo en gran medida invisibles. No siempre dejan huellas evidentes, pero incrementan la mortalidad, reducen la capacidad física y laboral y profundizan desigualdades preexistentes. Comprender el riesgo y actuar a tiempo resulta clave para proteger a las poblaciones más expuestas, especialmente personas mayores, infancias, quienes viven en contextos vulnerables y quienes desarrollan tareas al aire libre.

Un golpe de calor puede provocar deshidratación, descompensación de enfermedades crónicas e incluso fallas orgánicas severas.

Las infancias, las personas mayores, quienes padecen enfermedades crónicas, los trabajadores expuestos al calor y quienes viven en condiciones precarias son los grupos más afectados.

La Organización Meteorológica Mundial identifica al calor extremo como el fenómeno climático más letal del planeta, responsable de más de 546.000 muertes por año, una cifra que aumentó un 23% desde la década de 1990. Por su impacto silencioso y sostenido, muchos expertos lo definen como un verdadero “asesino silencioso”.

Según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), se considera ola de calor a un período de al menos tres días consecutivos en el que las temperaturas máximas y mínimas superan determinados valores umbral. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, esos umbrales son 35,2 °C de temperatura máxima y 22 °C de mínima.

En Argentina, la tendencia es clara: en siete de los últimos diez veranos se registraron episodios de olas de calor y en los últimos cinco se repitieron sin excepción. Entre 1990 y 2000, en cambio, no se había registrado ninguno.

El impacto sanitario del calor extremo no es homogéneo. Personas mayores, quienes padecen enfermedades crónicas, niños pequeños, trabajadores expuestos al sol y habitantes de barrios con infraestructura deficiente concentran los mayores riesgos. En este sentido, la Cruz Roja subraya que medidas simples —como una adecuada hidratación o el acceso a ambientes frescos— reducen de manera significativa el riesgo de hospitalización, especialmente en adultos mayores.

En casos más graves, el impacto se da:

  • En personas gestantes: aumenta el riesgo de partos prematuros, bajo peso al nacer y mortalidad fetal.
  • El calor extremo afecta la capacidad física. Se estima que en Argentina la exposición
    al calor causó una pérdida de 330 millones de horas laborales potenciales en 2022.
  • El calor mata. En Argentina se ha observado incrementos en la mortalidad durante las olas de calor y días posteriores.

Frente a este escenario, especialistas coinciden en la necesidad de actuar de manera inmediata. Por un lado, instalar el tema como prioridad pública: comunicar los riesgos a través de canales oficiales, promover conductas preventivas y capacitar a quienes trabajan con poblaciones sensibles.

Por otro, desarrollar y actualizar planes de acción que incluyan sistemas de alerta temprana claros y accesibles, protocolos específicos para hospitales, escuelas y residencias de adultos mayores, y una coordinación eficaz ante emergencias.

De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, las ciudades que cuentan con estos mecanismos pueden reducir hasta un 50% la mortalidad asociada a las olas de calor.

En esta línea, el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC) dictó recientemente un seminario virtual —del que participó ArgentinaForestal.com— en el que especialistas compartieron avances de un proyecto desarrollado con apoyo del Wellcome Trust.

La iniciativa busca reducir el impacto del calor extremo en personas mayores de seis de las ciudades más pobladas del país: Buenos Aires, Córdoba, Rosario, Mendoza, Tucumán y Resistencia.

“El objetivo es generar conocimiento y herramientas que permitan anticipar riesgos y proteger a las comunidades más expuestas frente a un fenómeno que seguirá intensificándose”, advirtieron desde CIPPEC.

Las olas de calor son cada vez más recurrentes, prolongadas y peligrosas. Los especialistas coinciden en que atender estos cambios de manera urgente es clave para proteger a la sociedad y prepararse para enfrentar un escenario climático cada vez más extremo.

¿Qué entendemos por calor extremo?

Se trata de períodos en los que la temperatura es inusualmente alta para una región y se mantiene en el tiempo, dificultando que el cuerpo pueda enfriarse y recuperarse.

Desde un punto de vista técnico, el SMN define al calor extremo como un período de al menos tres días consecutivos en el que las temperaturas máximas y mínimas igualan o superan los valores umbral establecidos para cada localidad. La temperatura nocturna cumple un rol central: cuando también se mantiene elevada, el cuerpo no logra disipar el calor acumulado y el riesgo para la salud aumenta.

Riesgo: una combinación de factores

El riesgo frente al calor extremo no depende solo del clima, sino de la interacción de distintos factores:

  • Amenaza: el aumento de la temperatura y la ocurrencia de olas de calor.
  • Exposición: la cantidad de personas, viviendas o servicios en contacto con esa amenaza y las actividades que realizan; por ejemplo, quienes trabajan al aire libre están más expuestos.
  • Vulnerabilidad: características que incrementan la probabilidad de sufrir daños, como la edad avanzada, enfermedades crónicas, aislamiento social o la falta de acceso a vivienda adecuada o agua segura.

Los especialistas recomiendan mantenerse atentos a los avisos de Alerta Temprana del Servicio Meteorológico Nacional y a las comunicaciones locales y municipales, como una herramienta clave para anticiparse y reducir los riesgos asociados al calor extremo.

 

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