Alejandro Diego Brown, presidente de la Fundación ProYungas, desde Yerba Buena, Tucumán, reflexiona sobre el fenómeno que causó la transmisión desde el fondo del mar y cómo eso es extrapolable a otros contextos.
TUCUMAN (18/8/2025).- Durante el pasado mes de Julio, un evento llamó la atención de decenas de miles de argentinos, la transmisión en “streaming” de la incursión en el fondo marino de un grupo de investigadores oceanográficos del CONICET, con apoyo logístico y tecnológico de una organización internacional.
Durante varias semanas la gente (grandes y chicos), se deleitó con imágenes inéditas para ellos de formas marinas que obviamente nunca habían visto y que adoptaron poniéndoles nombres, apodos, e incluyéndolos en conversaciones entre amigos, parientes y colegas.
Sin duda un evento trascendente que pone en el tapete el interés (y la necesidad) de la Sociedad por temas que la saquen de una rutina, muchas veces aplastante, desestimulante.
La trascendencia del evento, pone de relieve la importancia de la comunicación de la ciencia de una manera asequible al público, una cuestión que por estos territorios aparece muy poco frecuente, máxime cuando estos contenidos están acompañados por opiniones autorizadas, de personas formadas intelectualmente para ello, para conocer y para transmitir y sobre todo, desde una óptica positiva, sin la carga emocional de lo conflictivo, lo que se pierde, lo que nos interpela, como muchas veces ocurre. Por suerte y por dicha, esta vez no tuvimos que sufrir.
Por otro lado, ¿que motiva a la gente a dar una respuesta apasionada, como fue el caso? Por mi lado, creo que estimuló ese afán descubridor de los humanos, descubrir nuevos mundos, los secretos, lo que se ve por primera vez.
Llegar a América, a la Luna, a Marte, al universo, al fondo marino. Pero también hay mundos ocultos, secretos, en muchos otros espacios más cercanos, el interior de una selva, la profundidad de un humedal subtropical, la microfauna del suelo, la memoria climática de los árboles, las interacciones entre especies. Mundos y procesos por descubrir a nuestro alcance.
Creo también que el introducirse en la “intimidad” del otro, sean personajes conocidos o no, entrar en los secretos conyugales, en el Gran Hermano, en los escándalos de los/as famosos/as, todo eso también motiva, atrae, interroga. Entrar y mirar a través de un objeto mecánico la intimidad del fondo marino, sus vínculos, asechanzas.
Y finalmente la militancia, en momentos de crisis nacional de los esquemas e instituciones de investigación, de las universidades, toda esta ocasión mediática fue aprovechada para poner en el tapete la importancia del quehacer y la formación científica en la Argentina.
A esto se suma que el lugar elegido para este “streaming”, la Fosa de Mar del Plata, está asociada geográficamente con un proyecto de exploración y explotación petrolera off shore. En el imaginario colectivo está instalado que las actividades productivas son incompatibles con la preservación de la biodiversidad.
Sin embargo, existen en el país evidencias abundantes que no necesariamente es así, sino todo lo contrario. En muchos espacios la producción se está haciendo cargo de la preservación y la investigación de la biodiversidad local, en alianza con instituciones académicas y de la Sociedad Civil.
No se trata de “romper todo” o conservar todo, se trata de conocer, de planificar y de utilizar razonablemente los recursos naturales.
Tenemos en muchas regiones de Argentina, ambientes exuberantes, ricos en biodiversidad, bastante conocidos por la ciencia, pero que hasta ahora no se han explorado formas como la del Fondo Marino, para darles un tratamiento mediático que la Sociedad reclama sin decirlo, pero que se refleja en el éxito de este streaming.
Al fin y al cabo, la ciencia es sostenida por una Sociedad que requiere saber y entender porqué es importante la Ciencia y los científicos. Es una deuda pendiente de la Ciencia con el grueso de los argentinos.
El evento multitudinario del fondo marino puso en evidencia el apetito social por las buenas noticias que la Fosa de Mar del Plata, con sus increíbles habitantes, nos dio.
Es tarea nuestra ampliar esta visión hacia otros ambientes increíbles de nuestra geografía. Pero también es necesario que lo hagamos de una manera constructiva, sólida en los contenidos y con el convencimiento de que no es una cosa u otra.
Podemos desarrollarnos, conocer mejor nuestros recursos, aprovecharlos razonablemente y protegerlos. De hecho, necesitamos desarrollarnos para poder hacer todo lo demás. No es necesario “romper todo”, es más, sería una muestra acabada de nuestra ignorancia como Sociedad.
No es la brutalidad ni los dramatismos lo que nos sacará del atolladero, sino nuestra capacidad existente de mirar hacia el futuro, con información, optimismo y voluntad de trabajar juntos.
“Yo vine para preguntar, saber no debe ser lujo; (…) si saber no es un derecho, seguro será un izquierdo; (…) soy el destino del mar, soy un niño que pregunta”, dice la canción “El Escaramujo” en una poética metáfora sobre la esperanza, la resistencia y la conexión con lo natural, acá en la superficie y en el fondo del mar.