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COP16 en Colombia | Argentina presentó la Estrategia Nacional de Biodiversidad, asumió metas de conservación y ratificó la posición de Milei: «La gestión climática es un tema de mercado»

Argentina presentó su Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción a 2030 en la COP16 de Colombia este miércoles, comprometiéndose con metas para la conservación. Sin embargo, en ciertos puntos cruciales, la propuesta presenta limitaciones y omisiones, como la falta de metas intermedias de acción climática y una perspectiva específica de género, según advierten desde la Fundación Vida Silvestre Argentina.

 

Fuente: FVSA, DiarioAR, La Nación

 

COLOMBIA Y ARGENTINA (1/11/2024).- En la Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención de Diversidad Biológica, llevada a cabo en Cali, Colombia, Argentina presentó finalmente su Estrategia Nacional de Biodiversidad y Plan de Acción a 2030 (ENBPA).

Este documento global de Naciones Unidas marca la dirección del país en su esfuerzo por frenar la pérdida de biodiversidad y conservar la naturaleza a través de un plan estratégico alineado con el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal (GBF). Este acuerdo, adoptado por Argentina y 195 países en 2022, establece 23 metas para 2030 y cuatro objetivos hacia 2050.

La propuesta argentina incluye medidas fundamentales, como el compromiso de conservar el 30% de los ecosistemas terrestres y marinos para 2030 y acciones para evitar la extinción de especies nativas.

En representación del gobierno argentino, la subsecretaria de Ambiente, Ana Lamas, presentó la estrategia nacional de biodiversidad en la COP16 tras su participación en el evento cumbre de Jefes de Estado y ministros.

En contraposición con el consenso a favor de controlar el daño ambiental, Lamas cuestionó estos planteos: «La gestión climática es un tema de mercado y el presidente (Javier Milei) lo entiende bien”.

En diálogo con la prensa internacional, la funcionaria volvió a cuestionar que «las restricciones comerciales bajo el pretexto de proteger ecosistemas forestales».

Lamas dejó en claro que para el presidente Javier Milei el cambio climático es una cuestión de mercado: “No es justo que en este contexto se impongan restricciones comerciales bajo el pretexto de proteger ecosistemas forestales en países emergentes, cuando muchos de los países que las imponen han alcanzado su desarrollo con la explotación de sus propios bosques”, expresó.

Desde su perspectiva, “estas restricciones no protegen, sino que actúan como barreras comerciales disfrazadas de medidas de conservación”.

La delegada nacional apeló al “principio de soberanía nacional sobre los recursos naturales” para señalar que Argentina respeta las “responsabilidades comunes pero diferenciadas” de países desarrollados y emergentes. “Los países que construyeron su prosperidad explotando nuestros recursos naturales, pretenden ahora que los países más pobres no desarrollen sus economías,” resumió.

Lamas señaló que Argentina tiene “potencial para contribuir al mundo con minerales críticos y energías renovables necesarios para la transición energética, así como con prácticas agropecuarias amigables con la biodiversidad a un nivel de excelencia”.

Aunque el documento debería haber sido entregado ante Naciones Unidas la semana pasada, la preocupación de algunos sectores no es tanto la entrega, sino la implementación de este plan en un contexto de recorte y desfinanciamiento de la política ambiental en la Argentina.

 

Reacciones ante la estrategia nacional

Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina, valoró la actualización de la ENBPA, pero señaló desafíos. «Aún falta profundizar en metas específicas y establecer indicadores claros que permitan monitorear el progreso», comentó Jaramillo.

Compromisos asumidos por Argentina en la ENBPA:

  • Protección de áreas clave para la biodiversidad: Argentina incorporó la meta de detener la pérdida de áreas significativas a través de un ordenamiento ambiental conforme a la Ley General del Ambiente.
  • Conservación y restauración de ecosistemas: Se comprometió a restaurar el 30% de sus ecosistemas para 2030, tanto en áreas terrestres como marinas.
  • Extinción de especies y control de invasoras: Se incluye la meta de evitar la extinción de especies nativas y controlar la introducción de especies exóticas invasoras.
  • Manejo sostenible en sectores productivos: Promueve prácticas sostenibles en agricultura, pesca y silvicultura que beneficien la biodiversidad.
  • Acceso a la información y justicia ambiental: Se alineó con el Acuerdo de Escazú, para garantizar la participación inclusiva de comunidades locales e indígenas.

Limitaciones y omisiones en el plan presentado

Pese a su alineación con las metas del GBF, la ENBPA muestra falencias, advierten desde Vida Silvestre.

«No se establecen líneas de base claras para medir progresos en la restauración de ecosistemas ni se fijan metas intermedias para la expansión de áreas protegidas. Además, la propuesta argentina agrupa y modifica objetivos relativos a género, evitando adoptar metas específicas como la igualdad de género en la conservación, que el GBF considera esenciales», remarca Jaramillo.

Estas debilidades se suman a una triple crisis ambiental que abarca la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la contaminación.

En América Latina, las especies vertebradas han disminuido un 95% desde 1970. La situación en Argentina es preocupante: el 24,7% de los mamíferos del país están amenazados, y la deforestación afecta principalmente al Gran Chaco, Pampas y Selva Misionera, impactando gravemente en la biodiversidad.

Triple crisis ambiental: el cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad

Según el último Informe de Planeta Vivo 2024, la región de América Latina y el Caribe presenta una disminución del 95% de la población de especies vertebradas.

Dentro de las causas de esta pérdida se encuentran, principalmente, el cambio de uso del suelo y la conversión para producción de alimentos por parte de la agricultura y la ganadería, así como también la urbanización.

Esto afecta los medios de vida de millones de poblaciones locales que dependen directamente de la naturaleza, a la vez que pone en riesgo la seguridad alimentaria y las fuentes de sustento de toda la humanidad.

Argentina no se encuentra fuera de este contexto. Según la categorización de los mamíferos de Argentina realizada en 2019 por la Sociedad Argentina para el Estudio de los Mamíferos (SAREM), de las 417 especies evaluadas, 24,7% se encuentran en estado de vulnerabilidad o en algún estado de peligro.

La pérdida de biodiversidad de nuestro país está sobre todo relacionada con las actividades productivas: en el caso de los bosques, pastizales y sabanas del Gran Chaco, las Pampas y la Selva Misionera, la deforestación y conversión de los ecosistemas para la producción ganadera y agrícola impacta de manera directa en la biodiversidad y la provisión de servicios ecosistémicos vitales para las personas.

Lo mismo ocurre en las zonas costeras y el mar argentino, donde la sobreexplotación pesquera genera impactos en las poblaciones de especies marinas amenazadas y atenta contra la provisión de los recursos.

La pérdida de la biodiversidad avanza de forma alarmante, afectando a las personas, las actividades humanas y los medios de vida.

«La presentación de las estrategias nacionales de biodiversidad en el marco de la COP16 resalta la importancia de que tanto los gobiernos como las empresas actúen de forma urgente para eliminar las actividades que tienen efectos negativos sobre la biodiversidad y el clima, y redirigir el financiamiento de prácticas nocivas hacia actividades que permitan acceder a los recursos para alcanzar los objetivos globales”, afirmó Jaramillo

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