Por Alejandro Brown, presidente Fundación ProYungas, desde El Soberbio, Misiones.
MISIONES (10/9/2024).- Dicen que el trabajo dignifica a quien lo tiene… Más allá de lo controversial de la frase en distintos aspectos, es una verdad en los tiempos actuales que un trabajo digno es la base de una sana convivencia social y familiar. Podríamos decir que el trabajo es esencial para todos nosotros.
En nuestro país, a lo ancho del Norte Grande, viven miles de familias cuya ambición familiar no es tener prioritariamente una ayuda del Estado (más allá que la tengan), sino por el contrario tener una vida digna a partir de su propio esfuerzo.
Ello lo hemos visto permanentemente a través de la Travesía Capricornio que recorrió de Oeste a Este el Norte Grande de Argentina por espacio de 3000 km a pie y en bote.
Uno puede ver con claridad, sobre todo si lo hace a pie, conversando con los circunstanciales habitantes, las diferentes estrategias para llevar adelante sus economías familiares, principalmente en el espacio rural. El fracaso paulatino, pero constante, de estas estrategias han provocado en gran medida, la migración “del campo a la ciudad”, que se ve reflejado en la pérdida de alumnos en las escuelas rurales.
Es frecuente encontrar establecimientos educativos rurales con muy pocos alumnos, casi igual número de personal y escolares.
Si bien es una realidad que atraviesa nuestra realidad norteña, me referiré en especial a la provincia de Misiones, posiblemente impactado por estos paisajes en mosaico de distintas producciones derivado del quehacer de miles de familias de colonos que encontraron en estas tierras una oportunidad de vivir tranquilamente y progresar.
La tranquilidad es muy importante, pero progresar es esencial
Cientos o miles de pequeños productores de yerba mate se ven afectados por la reciente reducción de las potestades del Instituto de la Yerba Mate, al menos en lo referente en participar en la discusión y establecimiento del precio de la yerba mate.
Hoy quedó librado a la decisión de los industriales y muchos ponen en duda la sustentabilidad económica de sus emprendimientos productivos de pequeña escala. Que a la industria le vaya bien es esencial para la actividad, pero que los pequeños productores puedan seguir aportando materia prima es fundamental para que sus familias puedan progresar.
En otro recodo de la provincia, en la zona de El Soberbio, viven muchas familias de colonos que entre sus múltiples ocupaciones y producciones se encuentra la obtención de esencias, particularmente de citronella, obtenida a partir de su siembra y posterior separación en alambiques industriales de construcción casera. Escuchar de voz de sus productores sobre el proceso de destilación ya es de por sí un valor a incorporar en los contenidos turísticos regionales.
Tanto en la producción de Yerba, como de Citronella y otras como mamón, mandioca, frutales, tabaco, ganado, es una lección de adaptación de los seres humanos a distintas situaciones socio-ambientales.
Sus “chacras” son un libro abierto de adaptación y coexistencia con una naturaleza imponente pero muchas veces agresiva y que no da ventajas. Estas experiencias que dan sustento a miles de familias debe mantenerse y debería ser rol del Estado encontrar los mecanismos de adaptación a nuevas tecnologías, sin perder lo tradicional, con el objetivo de fortalecer el acceso al mercado de estos productos diferenciales, por su calidad y sobre todo por lo que hay “detrás” de sus procesos productivos.
La otra cara de la realidad es que, a falta de rentabilidad, se buscan alternativas derivadas de las “ventajas” típicas de zonas de frontera que sin duda no dignifican a quienes la practican.
El Municipio de El Soberbio se considera como la “Capital de la Esencia”, de continuar la tendencia actual, pronto perderá su condición de tal.