En la antesala de la reanudación de la COP16 sobre Convención de Diversidad Biológica, más de 16 organizaciones de América Latina y el Caribe exigirán un mayor financiamiento, monitoreo riguroso y el fin de los combustibles fósiles para enfrentar de manera efectiva la crisis climática y la destrucción de ecosistemas clave. El encuentro global se realizará en Roma, Italia, del 25 al 27 de febrero próximo.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
AMERICA LATINA y ARGENTINA (12/2/2025).- Las discusiones sobre biodiversidad y cambio climático se reanudan este año en Roma, del 25 al 27 de febrero, en el marco de la Convención de Diversidad Biológica (COP16). En este escenario, 16 organizaciones y redes de América Latina y el Caribe, conformadas por líderes indígenas, científicos, académicos y defensores ambientales, llegarán al encuentro con una demanda clara: abordar los impulsores de la crisis climática y garantizar compromisos concretos para proteger la biodiversidad.
En la anterior cumbre de biodiversidad celebrada en Cali, Colombia, en octubre de 2024, los países reconocieron la interconexión entre la crisis climática y la pérdida de biodiversidad, pero evitaron comprometerse con medidas decisivas, como la eliminación de subsidios a los combustibles fósiles y el cese del extractivismo en zonas críticas como la Amazonía.
Ahora, con el limitado avance de las negociaciones en la Convención de Cambio Climático en Bakú a fines de 2024, la sociedad civil exige voluntad política para impulsar una transición energética justa y proteger los ecosistemas y a quienes los defienden.
Demandas rumbo a la COP16 en Roma
Las organizaciones latinoamericanas plantean tres ejes prioritarios para la cumbre en Roma:
1. Financiamiento accesible y adecuado
Acceso directo para pueblos indígenas y comunidades locales: Garantizar financiamiento directo para estos grupos, quienes han demostrado ser los mejores guardianes de la biodiversidad, pero enfrentan amenazas crecientes.
Redireccionamiento de subsidios fósiles: Asignar los recursos a iniciativas de conservación y transición energética justa, cerrando la brecha de financiamiento global estimada en $700 mil millones anuales.
Compromisos del sector financiero: Exigir a bancos e instituciones financieras que dejen de invertir en proyectos extractivos en zonas de alta biodiversidad, como la Amazonía.
2. Monitoreo y transparencia en la protección de ecosistemas
Implementación efectiva del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal: Asegurar que las estrategias nacionales de biodiversidad (NBSAPs) incluyan a los pueblos indígenas y reconozcan sus territorios como áreas clave de conservación.
Indicadores específicos: Medir el progreso en la protección de ecosistemas estratégicos como la Amazonía y los océanos, garantizando la participación de comunidades locales en el monitoreo.
Acceso a datos y justicia ambiental: Promover la transparencia y la participación en los procesos de monitoreo, siguiendo los lineamientos del Acuerdo de Escazú.
3. Abandono de los combustibles fósiles
Prohibición de nuevos proyectos de extracción fósil en áreas de alta biodiversidad, priorizando la protección de la Amazonía y los ecosistemas marinos del Caribe.
Alternativas económicas sustentables: Garantizar alternativas de desarrollo basadas en soluciones locales y sostenibles, consolidando el rol de América Latina y el Caribe en una transición energética justa.
Karla Maass Wolfenson, responsable de Campañas e Incidencia de CAN América Latina y directora interina de la Alianza Cuencas Sagradas Amazónicas, subrayó la necesidad de una respuesta firme por parte de los países ante las políticas impulsadas por Estados Unidos bajo el gobierno de Donald Trump.
“En Roma, los países deben reafirmar su compromiso con la protección de la biodiversidad, garantizando recursos públicos para su conservación en lugar de depender de la voluntad de actores privados o de la filantropía. Es fundamental que los países envíen una señal clara de compromiso y lideren la capitalización del fondo. Asimismo, reconociendo el papel y las necesidades de los pueblos indígenas, es esencial asegurar su acceso directo a financiamiento y establecer mecanismos efectivos para garantizar su implementación”, señaló Maass Wolfenson.
Eliminar la explotación de hidrocarburos en áreas de biodiversidad
Desde México, Juan Pablo Osornio, director de Incidencia en Earth Insight, destacó que no puede haber sinergia entre el clima y la biodiversidad si se mantiene la explotación de hidrocarburos en ecosistemas estratégicos.
«Si los países realmente quieren lograr sinergias entre el clima y la biodiversidad, el 18% de superposición de bloques de petróleo y gas con áreas clave de biodiversidad que existe hoy en día debería eliminarse. La crisis de biodiversidad no se resolverá sin cooperación. Lamentablemente, la confianza entre las Partes del CDB ha sido mermada. Un primer paso para reconstruir esa confianza es un plan sólido para alcanzar las metas de Movilización de Recursos», afirmó Osornio.
Por su parte, Victoria Emanuelli, Lead Campaigner de 350.org América Latina, resaltó que la COP16 dejó en evidencia la necesidad de tratar la biodiversidad y el cambio climático de manera conjunta. También enfatizó la importancia de la representación de comunidades indígenas, afrodescendientes y tradicionales en los espacios de toma de decisiones.
«Desgraciadamente, se repitieron algunas de las tendencias negativas de las últimas Conferencias de las Partes Climáticas: un fuerte lobby extractivista de combustibles fósiles que bloquea la posibilidad de alejamiento del gas y el petróleo, y una falta de voluntad política de los países del Norte para financiar la conservación de la biodiversidad y la transición energética justa en el Sur Global”, explicó Emanuelli.
Ana Di Pangracio, de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), advirtió sobre la necesidad de eliminar los subsidios perjudiciales para la biodiversidad y reforzar el monitoreo del Marco Mundial de Biodiversidad. «Eliminar los subsidios perjudiciales para la biodiversidad, que incluyen aquellos para los fósiles, es clave para cerrar la brecha de financiamiento y garantizar una transición justa. Sin un monitoreo robusto del Marco Mundial de Biodiversidad y la participación activa de la sociedad civil, corremos el riesgo de quedarnos solo en compromisos vacíos”, dijo.
Consideró, además, que “las organizaciones ambientales y las comunidades juegan un rol esencial en asegurar que los gobiernos cumplan con sus obligaciones y en fortalecer la revisión global de las metas a 2030», concluyó Di Pangracio.
Los especialistas coinciden en que la COP16 debe marcar un punto de inflexión en la protección de la biodiversidad y en el financiamiento de una transición energética justa. Sin compromisos reales y acciones concretas, el riesgo de retrocesos es inminente.
Hacia la COP30 en Brasil: una oportunidad para el liderazgo regional
La necesidad de fondos para biodiversidad y la complejidad de identificar fuentes sostenidas requerirá mecanismos innovadores que garanticen un financiamiento libre de deuda para facilitar las acciones nacionales de quienes injustamente están recibiendo los peores impactos de la crisis ambiental.
Asimismo, deben evitarse las soluciones falsas basadas en mecanismos de mercado que, lejos de representar soluciones estructurales a la crisis de pérdida de biodiversidad, contribuyen a la crisis de deuda que atraviesan varios países del Sur Global.
Durante la reunión extraordinaria que comienza el 25 de este mes en Roma, los países tendrán tres días para avanzar hacia la constitución de un Fondo independiente para Biodiversidad y asegurar mecanismos para favorecer la transparencia, participación y agilidad en la asignación de los recursos. Posiciones estancas como las que sostuvieron las partes en Cali no favorecen el cumplimiento de los objetivos comunes y las necesidades colectivas.
En 2024, uno de los mayores desafíos tanto en la COP16 de biodiversidad como en la COP29 de clima fue el incumplimiento de los países más ricos e históricamente contaminantes de sus compromisos de financiamiento.
Mientras que la COP29 acordó un paquete de 300 mil millones de dólares, insuficiente frente a los 1.3 billones anuales necesarios para que las economías en desarrollo avancen en su transición energética, en la COP16 los países industrializados bloquearon un fondo específico para biodiversidad, lo que deja a una gran cantidad de naciones del Sur con bajas esperanzas para implementar sus planes nacionales para proteger y resguardar sus ecosistemas naturales de manera rápida y efectiva.
En este contexto, de cara a la COP30 en Belém (Brasil), los países de la región tienen la oportunidad de reconstruir la confianza internacional y avanzar en una coordinación efectiva para enfrentar la crisis climática y la pérdida de biodiversidad.
Sin acciones concretas, la brecha entre compromisos y resultados seguirá ampliándose, poniendo en riesgo el futuro de los ecosistemas y comunidades más vulnerables