La falta de agua y el largo plazo para obtener el retorno de la inversión, ahuyentan a los potenciales interesados. Aseguran que en un sistema integrado forestador – industrial la rentabilidad aumenta 80%. Pero la preocupación por la escasez de materia prima viene desde hace unos años, al punto que ya quedó formalmente expresada hace casi una década cuando, en 2004, el Instituto de Desarrollo Industrial, Tecnológico y de Servicios (Idits) de Mendoza, convocó a toda la cadena para diseñar su plan estratégico sectorial.
Fuente: Los Andes
MENDOZA (20/7/2013).- La persistente disminución de nuevos proyectos que buscan subsidio estatal, que constituyen, quizás, el mayor atractivo de la actividad forestal en la provincia, diluye las expectativas de la industria maderera mendocina de disponer de una mayor oferta de madera de álamo a menor precio.
La preocupación por la escasez de materia prima viene desde hace unos años, al punto que ya quedó formalmente expresada hace casi una década cuando, en 2004, el Instituto de Desarrollo Industrial, Tecnológico y de Servicios (Idits) de Mendoza, convocó a toda la cadena para diseñar su plan estratégico sectorial.
De hecho, parte de aquellos datos fueron incorporados al “Informe Forestal”, elaborado por el Área de Economía, Proyectos y Financiamiento de la Fundación Instituto de Desarrollo Rural (IDR), un trabajo que está en proceso de publicación y que incluye aportes de la Asociación de Industriales Madereros y Afines de Mendoza (Adema).
El texto expone un panorama coincidente con los planteos que de la industria provienen. “La provincia se encuentra en el cuarto lugar nacional respecto a industrias madereras, y sin embargo hay una tendencia de disminución en la superficie de implantación anual”, destaca el reporte. Se estima que hay entre 12 y 15 mil hectáreas con álamos en la provincia, y da cuenta de un relevamiento parcial de superficie forestada con esa especie que, por ahora, incluye solo el Valle de Uco.
El extenso Informe Forestal del IDR señala que este escenario de escasez se debe “a factores múltiples, como el largo plazo para el recupero de la inversión, la inestabilidad económica que dificulta la ejecución de proyectos de mediano y largo plazo, el atraso importante respecto al cobro del beneficio económico otorgado por la Ley nacional de Inversión para Bosques Cultivados, entre otros factores. Esta situación estaría afectando la disponibilidad de materia prima local, que según empresarios industriales sería escasa y de baja calidad”.
Falta madera
Eduardo Álvarez, socio gerente de Aserradero Don Nicola de Las Heras, confirma que “nos está faltando mucho álamo, como materia prima, porque se está forestando muy poco”. Asegura que desde la Asociación de Empresarios Madereros y Afines vienen “buscando la forma de incentivar a la gente a que foreste más, pero los números no cierran”.
Sobre este punto, reconoce que es una inversión de largo plazo mientras que otros cultivos permiten un retorno más rápido. “Si yo tengo un campo en Lavalle, por ejemplo, en vez de esperar entre 8 y 10 años para cortar la madera; prefiero sembrar alfalfa y hacer cuatro o cinco cortes al año. Algo similar ocurre con el ajo u otras producciones. Así me encuentro con el dinero mucho antes”.
El empresario asegura que la limitada oferta encarece mucho los costos de los industriales que no tienen producción forestal. Precisa que, en el Valle de Uco, el álamo en pie vale entre $ 400 y $ 420 la tonelada. A eso hay que sumarle el costo de la tala, la carga y el flete hasta el establecimiento industrial, con lo que queda a un costo final que ronda los $ 600 la tonelada.
Asegura que en San Fernando, en Buenos Aires, tienen un costo de $ 400 puesto en aserradero.
Viene en caída
Desde el Gobierno, María Sales, responsable del Área Forestal de la Provincia, admite que “en los últimos 2 o 3 años ha ido disminuyendo la cantidad de hectáreas implantadas”.
Entre los factores que determinan esta situación menciona la falta de agua e interpreta que el productor prefiere destinarla a cultivos que permitan obtener rentabilidad en menos tiempo, como es el caso de los hortícolas y aun los frutícolas.
También lo atribuye “al desconocimiento de que, junto con la actividad silvícola, se pueden hacer actividades complementarias, como la producción de hortalizas, pasturas o ganadería”.
Precisa que en el Valle de Uco ya hay varios de estos emprendimientos.
“En muchos casos, los pequeños productores han talado las cortinas y no vuelven a plantar. A lo que hace unos años se sumaron las recomendaciones de técnicos asesores de explotaciones vitícolas de alta calidad de eliminar los álamos, porque la sombra afectaba la calidad de las primeras hileras de los viñedos, aunque dejaron de tener la protección contra heladas y vientos, por lo cual la pérdida potencial es mucho mayor”, indica Sales.
No obstante ello, destaca la importancia del régimen nacional de promoción del cultivo de bosques y subraya que no hay ninguna otra actividad que tenga un nivel comparable de apoyo estatal, que reintegre hasta el 80% de la inversión realizada.
Por pulgadas, otra opción
Miguel Maccari, de la empresa Maccari Muebles, de Rodeo de la Cruz (Guaymallén), trabaja preferentemente con maderas nativas de Misiones y algo con álamos.
Aun así, la familia tiene un bosque de álamos de seis hectáreas en El Algarrobal, Las Heras. “Es una plantación nueva, de unos 3 años. Faltan 6 o 7 años más para cosechar”.
Maccari aclara que “nosotros el álamo no lo trabajamos mucho, pero sí le vendemos la madera de distintas especies a diferentes carpinteros; por eso lo plantamos con la idea de hacerlo pulgadas”. Su objetivo es vender el álamo en tablones, es decir, como insumo para carpintería.
El empresario admite que “si hubiera plantado para después vender en pie, pierdo plata, porque en mi caso, estoy regando con agua de pozo. Tratamos de llevar adelante un cultivo muy bien hecho, para lograr madera de muy buena calidad, porque lo vamos a hacer pulgadas”. Revela que, el hecho de asumir todo el proceso, que además de la producción forestal incluye la tala, el transporte, el estacionamiento y el tablonado de los árboles, le permite sacar alrededor de un 80% más que lo que obtiene un productor que vende el álamo en pie.
El negocio cierra
Osvaldo Leonangeli, de la firma que lleva su nombre, coincide en que “subsiste el problema de la falta de álamo en la provincia, a pesar de que es un mercado muy chico, dentro de los productos madereros”.
De todas maneras, la firma tiene sus bosques propios en el Valle de Uco y prácticamente no le compra a otros forestadores.
Durante 17 años, Leonangeli ocupaba buena parte de su capacidad instalada para fabricar con destino a exportación tablillas de álamos para lápices. Pero hace dos años se frenó el negocio “porque subió mucho el costo salarial, y el dólar que cobrábamos por la exportación no acompañaba esos costos”, comentó el empresario.
Eso hace que su establecimiento tenga hoy una capacidad ociosa de entre el 30% y 35%.
El empresario entiende que esa madera escasea “porque hay pocas plantaciones, el productor le tiene miedo al largo plazo, a los más de 10 años que lleva el desarrollo del álamo”.
Leonangeli no está muy de acuerdo en que la forestación sea negocio sólo para quien tenga la posibilidad de continuar el proceso en la etapa industrial. “La forestación, en sí misma, también cierra como negocio; lo que pasa es que para cosechar hay que esperar 10 o 12 años; pero cuando uno hace la cadena, cierra, porque se ha ido actualizando muy bien el precio de la madera de álamo”.
Algunas propuestas
El directivo de Adema Eduardo Álvarez señala que, además de la inevitable comparación entre el ritmo de circulación de la plata invertida en un bosque y un cultivo anual, “otro de los problemas por los cuales la gente no se interesa en forestar es porque, después de implantar el bosque, tiene que esperar dos años hasta que el Gobierno le haga efectivo el subsidio”, indicó.
“Por eso lo que hemos propuesto desde Adema es que el Gobierno de la provincia adelante ese dinero, a través de un fideicomiso o de alguna otra forma que fuera posible, y que lo recupere cuando se le acredite el subsidio al forestador”, comentó Álvarez.
Y agregó: “La Ley 25.080 debería contemplar la incorporación de riego presurizado. El tema del riego lo tratamos en algún momento en la Mesa Forestal que teníamos en la Provincia, pero el Gobierno dejó de hacerla; hace más de un año, parece que no existe más”.
Álvarez se lamenta porque “nos juntábamos productores, aserraderos, industriales, toda la cadena, para exponer problemas en común y buscar soluciones, por eso hemos pedido que se vuelva a reunir la Mesa, pero parece que al Gobierno no le interesa mucho”.
El dirigente gremial insiste en otra de las iniciativas del sector, que se frenó en la Legislatura: la creación del Instituto de Desarrollo Forestal.