Medio ambiente |
En sus comienzos, esta tierra contaba con 2 millones de hectáreas de árboles. Quedan aproximadamente 600.000 manzanas.
Fuente: La Gazeta
TUCUMAN (2/11/2007).- Era tarde y se había hecho de noche. Menos mal que estaba nublado, porque el viento cálido les murmuraba al oído que no refrescaría. Se abrieron paso lentamente, entre lianas. A los primeros pobladores la selva tucumana los abrumó. Eran dos millones de hectáreas de montes. En su libro “Evolución de la ciudad de San Miguel”, el autor Teodoro Ricci escribió: “sin duda, Tucumán debe haberles parecido una tierra promisoria, con laureles, tarcos, tipas, lapachos, nogales y cedros”. Quinientos años después de la conquista, quedan aproximadamente 600.000 manzanas, estima el geólogo y experto en riesgo ambiental Rubén Fernández. El investigador del Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán indica que se devastaron más de un millón de hectáreas de bosques. “El Parque de Sierra de San Javier es el sostén ecológico de la capital, de Yerba Buena, de Las Talitas, de Alderetes, de Banda del Río Salí, de Tafí Viejo, de El Manantial, de Los Pocitos y de San Pablo. Sin embargo, gran parte de ese cerro está ocupado por propiedades privadas”, lamentó Fernández. ¿Las consecuencias? Las inundaciones se deben, entre otras causas, a que falta vegetación en el pie del cerro que actúe como una barrera protectora. “No se produce la retención del agua de las precipitaciones. Además, como faltan árboles, la erosión del suelo es muy marcada”, agregó.