Objetivo para lograrlo a largo plazo |
El árbol da lugar a un conjunto de industrias que interactúan entre sí para lograr la mayor eficiencia posible: tableros terciados, de fibras, de partículas, tablas, molduras, celulosa, papel o inclusive energía. Las fábricas de celulosa generan electricidad excedente.
Fuente: La República de Corrientes
CORRIENTES (10/10/2007).- Afirmo que el desarrollo de la foresto industria es una alternativa viable para lograr un desarrollo sostenido desde todo punto de vista en el largo plazo en determinadas regiones del país, entre las que se encuentra la ribera argentina del río Uruguay. Por cuestiones mediáticas una parte de este desarrollo posible, las fábricas de celulosa y papel, pasaron a ser el cuadro que se imagina la población sobre el sector. Sin embargo, el sector es mucho más complejo. Comencemos por decir que el árbol no es algo homogéneo. Tiene una parte de mayor y otra de menor diámetro, a medida que se va desde su raíz hasta su copa. Además, tiene ramas que, al momento de querer usar la madera para cubrir necesidades humanas, quitan rendimiento industrial, por lo que muchas veces son podados. El ser humano fue capaz de usar cada vez de mejor manera al árbol, utilizando todos los recursos posibles, incluso, reciclando los residuos entre industrias y desde el consumo hacia la industria. Al hacer el aprovechamiento industrial para fabricar las tablas con las que construimos, entre otras cosas, nuestras casas, el árbol pasa de una forma cercana a una circunferencia a otra cercana a un rectángulo, en la que se generan desperdicios. Esos desperdicios pueden ser usados para hacer tableros o para hacer celulosa y papel. En lugar de ser “basura” de una industria, pasaron a ser “insumo” de otra. Asimismo, los tableros, por ejemplo, reemplazaron maderas de mejor calidad y esto significó cambiar el consumo de madera noble por la utilización de residuos. Seguramente, tendrá cerca un escritorio o mesa que esté hecha con tableros que no son más que pedacitos de madera y aserrín pegados con cola, en lugar de una reluciente tabla proveniente de un árbol añoso. Inclusive, las cajas de cartón corrugado, conformadas habitualmente de tres papeles pegados entre sí y el del medio con una forma ondeada, reemplazaron a cajones de madera desde hace mucho tiempo atrás. ¿Alguien se puso a observar fríamente a una caja de cartón corrugado y se pudo responder cómo es posible que esos papelitos pegados y doblados pueden soportar decenas de kilos sin romperse protegiendo a su contenido? ¿Sabe que un enorme porcentaje de ese papel tiene como principal insumo una caja similar que fue desechada y reciclada para volver a ser producida? Con este uso de papel se reemplazó un cajón de madera. Entonces, el árbol da lugar a un conjunto de industrias (clúster) que sinérgicamente interactúan entre sí para lograr la mayor eficiencia posible: tableros terciados, de fibras, de partículas, tablas, molduras, celulosa, papel o inclusive energía. Aún más, las fábricas de celulosa con proceso kraft generan electricidad excedente y vapor que puede ser utilizado por aserraderos en la misma región. En todo este desarrollo, que involucra indisolublemente a la forestación y a la industria, se crea una inmensa cantidad de trabajo de todas las calificaciones: desde las más sencillas hasta las más complejas, desde el punto de vista de la formación. Todo sector que demande mano de obra con formación muy básica desde un lugar es criticado, pero desde otro lado debiera ser elogiado porque incorpora potencialmente al circuito económico a personas que, lamentablemente, tienen una capacidad laboral limitada por escasez de formación que, a veces, se torna irreversible. Es decir, que es un sector que puede incluir a gente excluida del aparato productivo y tiene el deber de darle condiciones de trabajo adecuadas al momento en que vivimos, aun cuando su salario tal vez sea bajo. negrita/Industria bien planeada/negrita El río Uruguay es uno de los más caudalosos de la Argentina. ¿Podemos decir que sólo el más caudaloso va a poder soportar industria de este tipo? ¿Podemos excluir a toda la costa del río Uruguay del lado argentino de aprovechar sana y sustentablemente todo su potencial? ¿Los vamos a condenar a ser los habitantes pobres de una provincia destinados a proveer materias primas a los ricos hermanos que tienen la suerte de contar con el río Paraná? Una industria bien planeada y con una adecuada evaluación de impacto ambiental no tendría por qué tener problemas con un río tan generoso como el Uruguay. Los caudales de ríos como el Uruguay tienen dimensiones muy superiores a la humana. Si el curso de agua fuese de 600 metros cúbicos por segundo, una planta que elabore un millón de toneladas de pulpa va a tomar y volcar procesada al río un 0,2% de su caudal. Si fuese 10 veces menor (60 m3/s), entonces, sería el 2% del caudal. Si este último caso es probable y continuo, toda la instalación deberá ser prevista para este caso y ello es posible con las técnicas disponibles. Si este caso se presentase una vez cada 50 años, tal vez convenga pensar que en esos casos va a haber que parar la planta o encarar una inversión mayor de tratamiento de efluentes como para tener en cuenta esta alternativa. Imaginemos que con un río Uruguay seco, el conflicto productivo y social que se generaría excedería con creces los problemas de una planta de celulosa. Probablemente, la industria ni siquiera pueda tomar el agua del río en esas condiciones. Plantear que a lo largo de la costa del río Uruguay se está en presencia de una zona densamente poblada sólo puede ser un error. Los informes de Cancillería se refieren a la zona de Fray Bentos/Gualeguaychú y son difícilmente extrapolables al resto de la cuenca. Es probable que la planta de Botnia haya estado mal ubicada ya sólo por el hecho de que los habitantes de Gualeguaychú no quieran que esté a 30 kilómetros de su ciudad y a 12 kilómetros de un balneario que disfrutan y aprecian, pero no por el desastre ecológico que no va a causar. Si el reclamo de la población de Gualeguaychú hubiese sido que la planta se ubique más lejos de centros urbanos que no aprecien su presencia en cualquier lugar del río Uruguay lejano de su ciudad, seguramente habría tenido posibilidades de éxito. Sin embargo, el reclamo fue que no se hiciese en ningún punto sobre el río Uruguay. De este modo, Gualeguaychú pretendió decidir qué iba a hacer, por ejemplo, la gente de Gobernador Virasoro, Santo Tomé o de Paso de los Libres. Tal vez, una consecuencia sea que se instale una planta en Brasil, en la localidad de Sao Borja, frente a la provincia de Corrientes y tal vez, después, como no nos conformamos con perjudicar a quienes plantaron 350 mil hectáreas, les prohibamos exportar su madera. La industria forestal Interacción con el ambiente Hay industrias que interactúan más con un ambiente sano que otras. La industria forestal en un ámbito natural enfermo no puede desarrollarse: precisa del suelo, del crecimiento de los árboles y del agua. Las fábricas de celulosa, por ejemplo, quedan instaladas por décadas o por siglos en un mismo lugar por su enorme envergadura. ¿Es dable pensar que destruyan su ambiente y vayan a buscar la madera cada vez más lejos hasta fundirse? No se trata de una inversión minera que luego deja pueblos fantasmas. La industria forestal tiene por característica instalarse en el lugar donde crecen los árboles y con eso ayudan a desarrollar las economías regionales. Vivimos en un país en el que más de un tercio de la población se amontona en su principal ciudad y su anillo poblacional e industrial. No es que estos industriales forestales sean mecenas sociales, sino que llevan adelante su conveniencia: trasladar el menor peso posible. Entonces, es más barato trasladar el producto terminado que el producto final, con el agregado de que si todas las ramas industriales de la madera están juntas, una puede aprovechar el residuo o la generación de energía de la otra. Esto es ecológicamente correcto porque se evita producir una mayor entropía productiva. El origen de la materia prima para el papel y la madera fue, tradicionalmente, el bosque nativo; en especial, el del hemisferio norte que tiene pocas especies por hectárea. La tecnología y la industria se generaron en función del recurso natural disponible. La población humana fue creciendo y la renta de estos bosques llega a un punto en el que se ve agotada para poder seguir siendo utilizada en el largo plazo. Por su lado, los bosques tropicales y subtropicales, por la cantidad de especies que tienen por hectárea no fueron aptos para adaptarse a la tecnología generada en aquel otro contexto. En algún momento, se comenzó a hacer plantaciones de árboles en el hemisferio sur del planeta en un cambio que, tal vez exagerando, se lo pueda comparar con el avance que hizo la sociedad desde ser recolectora de alimentos y nómade a agricultora y afincada. Sobre la base de la oferta maderera de esas plantaciones forestales se pudo seguir abasteciendo a un mundo cada vez más poblado de humanos con cada vez mayores necesidades y sólo marginalmente en zonas que desmontaban para plantar árboles. La naturaleza y el fuego En relación con las plantaciones y el fuego, debe destacarse que en el diseño mismo se tiene muy en consideración el efecto potencial de los incendios, por lo que se hacen calles cortafuegos (áreas sin plantación para que si se produce un incendio el fuego no se propague), se conforman consorcios de prevención y se instalan torres de control. En Corrientes o en Entre Ríos, en general, exigir desde la ley la existencia de franjas de bosques nativos sería improcedente. La relación de la naturaleza con el fuego es intensa y este último fue un factor fundamental en la conformación de nuestra querida pampa y forma parte de los ecosistemas de los bosques del hemisferio norte. De hecho, por ejemplo, ¡las piñas de los pinos basan su capacidad reproductora en la existencia del fuego! El pino, de hecho, es una especie forestal adaptada a la presencia del fuego, lo que se puede ver, como fuera dicho, en las piñas y también en su corteza. Un resultado deseable de políticas globales es la concreción de un ordenamiento territorial. Esta es una ciencia muy vasta y compleja que no se puede limitar a recorrer las estadísticas de caudal de un río. Deberá tener en cuenta calidad de los suelos, cantidad de lluvias anuales, usos alternativos, disponibilidad del agua, potencialidades productivas, capacidades tecnológicas, voluntades de inversión, idiosincrasia adecuada en la población, potencialidades de la mano de obra, infraestructura existente y futura, demandas sobre productos a producir, capacidad para competir en el mundo de esa producción y visualizaciones acerca del futuro del planeta entre otros factores. Reconocimiento al que hace las cosas bien negrita/No se debe poner a todo un sector en la misma bolsa/negrita La ausencia de una política de largo plazo en el sector y opiniones puntuales y coyunturales de la Cancillería y de destacados comunicadores sociales poco contribuyen, de este modo a solucionar los problemas que tenemos los argentinos. Además, se genera en el imaginario de los niños un concepto errado que seguramente va a tener costos importantes en su crecimiento madurativo y en su vida cotidiana. Digo: advirtamos con conocimiento el problema que se puede generar por un estilo de desarrollo pero no generemos falsos miedos. Si además, sectores ecologistas basan sus cuestionamientos de desarrollo económico en la capacidad institucional del país para tener y controlar industrias, sacamos un pasaje directo a la pobreza regional. Se debe contar con un estado cada vez más fuerte, con organismos de control adecuados y con una población comprometida en ese control. Considero que muchos industriales, sin control, harían cualquier cosa, pero otros industriales, ya sólo por sus compromisos internacionales o de certificación de normas, van a respetar normas establecidas. No debemos poner a todo un sector en una misma bolsa porque de esa manera diluimos la culpabilidad del responsable y se escapa el reconocimiento al que hace las cosas bien. Supongamos, entonces, que condenamos a la costa del río Uruguay a no tener foresto industria o a tener una ineficiente. Buscamos al Paraná para disminuir riesgos y los enriquecemos a costa de los vecinos de la costa del río Uruguay. Incluimos esto en nuestras normas de ordenamiento territorial. El inversor, repito, frente a esa opción, puede elegir ir a Uruguay o a Brasil y no a Argentina. Basta con mirar a dónde están yendo los proyectos industriales grandes en la región. Porque si el argumento fuera entendible y las normas fuesen claras, se instalarían en Argentina con alegría porque sabrían a qué atenerse y se asegurarían cumplir con todas las normas. ¿El análisis beneficio/riesgo lo justifica? ¿Baja el riesgo si el uso del río lo hacen enfrente? ¿No sería mejor tener en terreno propio al potencial contaminante para controlarlo severamente? ¿No nos meteremos así en una pésima relación beneficio/riesgo? ¿No caeremos en quedarnos con muy poco del beneficio y con el grueso del riesgo? El inversor, en este planteo, no sólo va a buscar que haya tierra, madera, mano de obra, energía, servicios, vías de transporte y estabilidad jurídica, sino que también va a buscar que el estado construya un ferrocarril o va a tener que evaluar en su proyecto construirlo para transportarlo 100 o 200 kilómetros consumiendo en su trayecto parte de los chips que podría usar para hacer otros productos industriales. El sector, en su mismo desarrollo, se preocupó por buscar de utilizar hasta el último residuo en forma productiva, optimizando el uso de los recursos naturales.