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Misiones | Según investigación de la FAUBA, pese a las leyes de conservación, crece el desmonte y la fragmentación de la selva misionera

Un reciente estudio publicado por un profesional egresado de la Facultad de Agronomía de la UBA revela que entre 1990 y 2020 se desmontaron 130 mil hectáreas de selva en Misiones, reduciendo el tamaño y la conectividad de los parches de bosque. El departamento de San Pedro, Bernardo de Irigoyen y Pozo Azul fueron identificados como puntos calientes de desmontes. «A pesar de leyes de protección, la deforestación continúa. Detectar las zonas con mayores pérdidas posibilita pensar en medidas para abordarlas”, sostiene el investigador Luis Sangel Polo Perdomo.

 

Fuente: Publicado en SLT-FAUBA. Autor: Sebastián Tamashiro

 

MISIONES (24/6/2025).- La selva misionera sigue en retroceso. Un reciente estudio publicado, realizado un egresado de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) advirtió que en los últimos 30 años se perdieron cerca de 130 mil hectáreas de bosque nativo en el llamado Corredor Verde de Misiones, y que la superficie restante está cada vez más fragmentada y aislada, lo que compromete seriamente la biodiversidad.

La investigación fue liderada por Luis Sangel Polo Perdomo, egresado de la Escuela para Graduados de la FAUBA, quien utilizó imágenes satelitales y herramientas de teledetección para analizar la evolución del Corredor Verde entre 1990 y 2020.

En su tesis de especialización, Polo Perdomo llegó a resultados claros: la superficie boscosa se redujo un 13%, y los parches remanentes pasaron de tener un tamaño promedio de 285 hectáreas a solo 215. Al mismo tiempo, se duplicó el número de fragmentos y la distancia media entre ellos aumentó de 94 a 246 metros. «Se perjudica la migración de especies y la dispersión de semillas, y facilita la entrada de especies invasoras, entre otros efectos negativos”, advirtió.

“Cuando se combinan el desmonte con la fragmentación se genera un paisaje más hostil para la biodiversidad y la dinámica de los ecosistemas”, explicó Polo Perdomo.

“Estos dos componentes dicen mucho sobre el estado de los ecosistemas. A través de imágenes satelitales y teledetección, entre otras herramientas, tomamos datos cada 5 años”.

Los resultados fueron contundentes. “En estos 30 años se perdieron cerca de 130 mil hectáreas de bosque nativo; es decir, un 13% del área original del Corredor Verde”, remarcó Luis Sangel, y añadió: “Cuando se combinan el desmonte con la fragmentación se genera un paisaje más hostil para la biodiversidad y la dinámica de los ecosistemas”.

La dispersión de semillas, el movimiento de animales y el equilibrio ecológico se ven fuertemente comprometidos por estos procesos.

El punto crítico del proceso se identificó en el departamento de San Pedro, particularmente en la zona comprendida entre Dos Hermanas y Pozo Azul, a ambos lados de la ruta provincial hacia Eldorado. “Es una zona para prestar especial atención”, alertó el investigador.

El Corredor Verde abarca un área aproximada de 1.100.000 hectáreas, casi 37% del área total de Misiones. Imagen: Polo Perdomo

Un ecosistema clave bajo presión

La Selva Paranaense, principal remanente argentino del Bosque Atlántico —uno de los ecosistemas más biodiversos y amenazados del planeta— alberga más de la mitad de las especies del país. “Además de su valor ecológico, brinda servicios ecosistémicos esenciales como la regulación hídrica, la captura de carbono y el sustento para comunidades locales”, destacó Polo.

A pesar de la creación del Corredor Verde en el año 2000 y de la sanción de la Ley de Bosques en 2007, que obliga a las provincias a ordenar su territorio según el valor de conservación de sus bosques (rojo, amarillo y verde), el desmonte persiste.

El estudio revela que la menor tasa de deforestación se registró entre 2010 y 2015, tras la implementación del ordenamiento territorial en Misiones, pero desde entonces volvió a crecer.

“La fragmentación se mantuvo baja en zonas de categoría roja, aumentó en las de categoría amarilla y fue crítica en las de categoría verde. Esto demuestra que el ordenamiento solo no alcanza; debe complementarse con restauración ecológica, monitoreo constante y participación activa de las comunidades”, concluyó el especialista.

Según Polo Perdomo las áreas de bosque nativo deforestadas en el período analizado se convirtieron principalmente en cultivos perennes y anuales, forestaciones y pasturas. Imagen: Polo Perdomo

El Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos se estableció en 2007 para proteger los bosques nativos del país. Para ello, se categorizaron según su valor de conservación. En rojo, los de alto valor —no se pueden intervenir—; en amarillo, los de valor medio o alto —se pueden aprovechar de forma sostenible—, y en verde, los de bajo valor —se pueden transformar—.

Luis Sangel afirmó que el OTBN logró frenar las tasas de deforestación, pero no fue constante en el tiempo. Imagen: Polo Perdomo

“En mi estudio observé que esta herramienta logró un impacto positivo, pero no fue constante en el tiempo. Misiones armó su ordenamiento en 2010. Entre 2010 y 2015 se dio la tasa de desmonte más baja de los 30 años que analicé. Sin embargo, después del 2015 se disparó la tasa y volvió a valores previos al ordenamiento”, resaltó Polo Perdomo.

Según Luis, la fragmentación se mantuvo baja en la categoría roja, aumentó en la amarilla y fue crítica en la verde. “Por sí solo, el ordenamiento territorial no garantiza la conservación de los bosques. Es necesario complementarlo con restauración, monitoreo y gestión participativa”.

Conservación y restauración activa

El trabajo de Polo Perdomo determinó áreas prioritarias para mejorar la conectividad del Corredor Verde. “Busqué aportar a la discusión la necesidad de una gobernanza territorial que, además de regular el uso del bosque, también promueva de forma activa la restauración y la conexión ecológica”.

En este sentido, agregó que los desmontes son una problemática a nivel global y dependen de dinámicas sociales, económicas y políticas de cada región. “Yo trabajo en bosques tropicales de Colombia. Acá hay mucha deforestación, hay problemas de gobernanza, de políticas públicas y de uso de la tierra de forma constante”.

“El panorama es similar al caso de Misiones. Las medidas más efectivas para proteger a los bosques son las áreas protegidas. Por otro lado, contamos con resguardos indígenas, que son territorios autónomos, coordinados y gestionados por comunidades indígenas. Suelen tener una lógica más conservacionista y un uso más sostenible de los bosques”, contó Luis Sangel.

Para finalizar, reflexionó: “Es un tema muy complejo. Hay muchos actores e intereses involucrados. Espero que se le dé la importancia que se merece y que logremos implementar sistemas de producción más sostenibles», concluyó.

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