El país enfrenta otra temporada crítica de incendios forestales mientras el debate político se centra en endurecer penas en lugar de prevenir el desastre. La protección de la vida, la propiedad y la naturaleza, requiere hacer foco en soluciones estructurales frente a la emergencia climatica, y con la misma urgencia acciones eficientes en prevención, inversión en gestión de riesgo y recursos humanos, educación ambiental, y mayor presencia en el territorio.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
BUENOS AIRES Y MISIONES (11/2/2025).- Cada año, Argentina repite el mismo escenario de devastación ambiental sin la reacción necesaria ante la crisis climática: incendios fuera de control, evacuaciones, recursos insuficientes y un sistema nacional de respuesta debilitado.
Si bien el Servicio Nacional de Manejo del Fuego está actualmente en la órbita del Ministerio de Seguridad, a pesar de los antecedentes en incendios en la Argentina, la discusión política se reactiva solo cuando la crisis ya está instalada, dejando en evidencia la falta de planificación en la gestión del riesgo y la ausencia de políticas de prevención efectivas.
Una legislación reactiva al daño y las pérdidas
El Gobierno de Javier Milei anunció un proyecto de reforma del Código Penal para endurecer las penas contra quienes provoquen incendios intencionales, eliminando la posibilidad de excarcelación y agregando agravantes en casos de daño ambiental.
Sin embargo, la propuesta no aborda la cuestión de fondo: la ausencia del principio preventivo en la legislación ambiental.
Mientras se debaten sanciones más severas, el Sistema Nacional de Manejo del Fuego comenzó la temporada debilitado en recursos humanos y económicos para la actuación, con provincias en alerta roja.
En la Patagonia, donde el fuego ya consumió más de 37.000 hectáreas en áreas naturales protegidas, emblemáticos parques nacionales como Nahuel Huapi y Lanín ya han sufrido enormes pérdidas.
Bomberos y brigadistas forestales en primera línea, con recursos insuficientes
Mientras el debate se da en «febrero» en los despachos oficiales, brigadistas forestales del SNMF, bomberos voluntarios, bomberos de Policia de las provincias y el Ejército argentino arriesgan sus vidas con equipamiento insuficientes.
Provincias como Misiones y Corrientes han logrado avances en inversión, formación y coordinación de esfuerzos con municipios y consorcios privados, pero aún así enfrentan incendios cada vez más agresivos debido a las condiciones de peligro extremo por el cambio climático que golpea al mundo.
El «fuego cero» es una ilusión cuando no se aborda la educación ambiental ni se implementan estrategias de mitigación. La crisis climática intensifica sequías y olas de calor, haciendo imprescindible la gestión sostenible del agua y la reforestación sobre áreas de alto valor de conservación de las cuencas hídricas. Sin agua, no hay vida. Sin bosques no hay agua, ni alimento, ni madera, ni biodiversidad, ni oxigeno.
Sin embargo, los esfuerzos de las máximas autoridades nacionales se concentran en reaccionar ante la tragedia y, sobre los daños irreparables en materia ambiental, en lugar de prevenirlos.
La negligencia humana y la falta de acción temprana convierten a estos desastres en tragedias inevitables.
La lección ignorada de otros países
Incluso en países con los mejores servicios forestales, como Estados Unidos, los recientes incendios en California han demostrado una vez que cuando el fuego está fuera de control, los recursos se vuelven insuficientes. La negligencia humana y la falta de acción temprana convierten a estos desastres en tragedias inevitables.
Si Argentina no reorienta su política de incendios hacia la prevención, seguirá repitiendo este ciclo de destrucción. Es importante la legislación con sanciones ejemplificadoras, pero es momento de invertir en formación, capacitación, tecnologías, alertas tempranas y educación ambiental antes de que la próxima crisis nos vuelva a encontrar nuevamente con discursos tardíos y soluciones insuficientes.
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