El guardaparque Jorge Bondar, intendente del Cuerpo de Guardaparques de Misiones con vasta trayectoria en el desempeño de custodiar la selva misionera en la zona de frontera de la Reserva de Biosfera Yabotí en San Pedro y El Soberbio, en los parques provinciales Piñalito, Urugua-í y Horacio Foerster; advierte que la entrada de cazadores furtivos desde Brasil “es cada vez más organizado, violento y peligroso”.
Fuente: Ministerio de Ecología de Misiones
MISIONES (26/11/2024).- La caza furtiva es una de las principales amenazas para la biodiversidad de la Selva Paranaense, también conocida como Bosque Atlántico. Esta problemática, cada vez más compleja, pone en riesgo la biodiversidad de la Reserva de Biosfera Yabotí y los parques provinciales Piñalito, Urugua-í y Horacio Foerster. Según Jorge Bondar, intendente del Cuerpo de Guardaparques de Misiones, la entrada de cazadores furtivos desde Brasil “es cada vez más organizada, violenta y peligrosa”.
La caza furtiva presenta múltiples facetas. Por un lado, se encuentra el componente cultural: generaciones de habitantes locales que practican la caza como una tradición para su subsistencia. Sin embargo, este hábito no está exento de riesgos, tanto legales como sanitarios, ya que consumir carne de fauna silvestre puede tener graves implicancias para la salud.
Por otro lado, una preocupación más alarmante es la caza con fines comerciales, llevada adelante por mafias organizadas con conexiones internacionales. Estas redes criminales buscan especies emblemáticas como el yaguareté, el tapir, el puma y el venado, cuyos restos pueden terminar en mercados de Europa, Asia y Brasil, donde son vendidos como medicinas, trofeos o incluso alimentos exóticos.
La campaña “En Misiones NO se caza”, impulsada por el Ministerio de Ecología y Recursos Naturales de Misiones precisamente busca alertar acerca de las distintas caras del problema, para que se tome una real dimensión del daño que provoca y de los riesgos que genera.
En esta ocasión, gracias a los datos aportados por el Intendente del Cuerpo de Guardaparques, quien también es instructor de futuros agentes de preservación, se puede reconstruir el perfil del cazador potencialmente más agresivo y peligroso: el que llega desde el Brasil en busca de grandes ejemplares. Son los que ponen en riesgo distintas especies, como el yaguareté, el puma, los venados, el mono carayá o el tapir.
Bondar describió al cazador furtivo más agresivo como aquel que llega desde Brasil, armado con tecnología avanzada y dispuesto a usar la violencia. “Estos cazadores no se entregan fácilmente; disparan de inmediato. Además, cuentan con la colaboración de lugareños que actúan como guías, espías e incluso sicarios”, explicó el guardaparque.
Las zonas más afectadas son los bloques de selva ubicados en las áreas limítrofes con los estados brasileños de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. En estos sectores, las organizaciones delictivas atacan con precisión y estrategia, poniendo en jaque la labor de conservación.
Los puntos calientes están en los grandes bloques de selva ubicados en Misiones en sectores limítrofes con los estados brasileños de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná. Los cazadores tienen en la mira constantemente a la Reserva de Biosfera Yabotí y a los parques provinciales Piñalito, Urugua-í y Horacio Foerster.
Desde 2015, el Gobierno provincial ha dotado al Cuerpo de Guardaparques con armas y chalecos de protección. Según Bondar, estas herramientas son indispensables para enfrentar a grupos cada vez más violentos y mejor equipados.
“Estas actividades no son improvisadas, responden a la lógica de organizaciones de crimen organizado que operan a gran escala. Especies cazadas en Misiones pueden terminar en la costa atlántica brasileña, en colecciones privadas de Europa o en mercados asiáticos”, señaló Bondar, quien también es instructor de futuros agentes de preservación.
Complicidad local en el territorio
¿Cómo operan estos criminales? En este sentido, Bondar sostuvo que tiene apoyo local. “Los lugareños contratados por esta gente, ofician de guías, pero no sólo eso. Hacen inteligencia para los cazadores. Asimismo mantienen los cebaderos artificiales del monte y cuidan los campamentos dentro de la selva, para que cuando lleguen estos infractores, por lo general personas que manejan dinero espurio, tengan todo despejado”, describió Bondar.
“Esos cómplices suelen armar grupos de WhatsApp, donde comparten información acerca de los sectores donde los guardaparques hacen patrullas, organizan la compra y venta de armas, la comercialización de perros para caza e imágenes de guardaparques, como para individualizarlos”, señaló.
Detalló que los cazadores, en grupos de muchos integrantes, entran a la selva misionera fuertemente armados, con perros para acechar a las presas, bien pertrechados, con utensilios y provisiones para una larga estadía en el bosque y con medios de movilidad que le permite recorrer la selva sin problemas.
Los riesgos extremos de custodiar la selva misionera
“Cuando el Cuerpo de Guardaparques incursiona en estos sectores para mitigar el accionar de estos depredadores, se encuentra con distintos riesgos. El primero es el simple hecho de ingresar a la selva. Los peligros van desde el ataque de algún animal salvaje o los rigores del clima hasta el enfrentamiento con estos grupos, que no dudan en abrir fuego”, remarcó el funcionario del Ministerio de Ecología.
Agregó que es el Grupo de Operaciones en Selva (conformado por guardaparques de distintos parques) el que pone el cuerpo cuando obtiene información acerca de la posible presencia de cazadores en las áreas naturales protegidas: “Lleva tiempo poder encontrar el trillo utilizado por esta gente, su senda. Para acceder a una zona de caza furtiva, muchas veces tenés que caminar cuatro o cinco horas por el monte. Y para abordarlos hay que minimizar cualquier posibilidad de riesgo. Estos grupos no dudan en realizar disparos contra los guardaparques. De hecho, ya hemos sufrido distintos ataques de este tipo. Incluso hubo personal herido. Y sacar compañeros heridos desde el monte entraña un operativo bien complicado”.
Pero el peligro no se circunscribe al monte: “Si el operativo de los guardaparques sale bien, si estas personas son detenidas y expulsadas del país o sus campamentos destruidos, está el riesgo de las represalias que toman. Hemos tenido destacamentos incendiados por cazadores, como los de Foerster (también baleado) y el del Parque Provincial Esmeralda. Incluso a través de emisarios amenazan a guardaparques. Pasó en localidades como Comandante Andresito o San Pedro”.
La lucha contra la caza cuenta con el apoyo de las fuerzas de seguridad, tanto la provincial como las federales. Se viene librando en la provincia desde hace mucho tiempo y es bueno que la comunidad misionera conozca las características de este desafío, una prioridad para el Ministerio de Ecología.