La historia de Ricardo Moyano, de la Reserva Natural Privada Tekorendá, llegó a un final feliz. Con diálogo y la flexibilidad de un profesional en Ingeniería, tras más de un año de situaciones de tensión y agotamiento emocional, lograron un acuerdo. La empresa contratada de realizar el trazado de tendido eléctrico sobre la Ruta Costera 2 hasta el Moconá optó por una nueva alternativa y no tumbará sus dos grandes ejemplares nativos y centenarios de Guayubira para reubicar sus postes.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
MISIONES (19/2/2023).- «Nunca estuve en desacuerdo ni con el desarrollo rural y los mejores servicios en áreas naturales, que entiendo se requiere en la zona de El Soberbio, pero siempre consideré que había otra alternativa para el trazado del tendido eléctrico que evitara voltear mis ejemplares de guayubira y otras especies que tengo sobre el ingreso a mi reserva”, explicó Ricardo Moyano, en diálogo con ArgentinaForestal.com.
Don Moyano vive en una cabaña en su reserva privada, que tiene una de las vistas panorámica del Moconá realmente privilegiada. El área tiene una superficie de 34,09 hectáreas, está ubicada sobre la Ruta Costera 2, en Colonia Paraíso, camino al Moconá, en la localidad de El Soberbio.
Oriundo de Buenos Aires, veterinario de profesión y con sus 73 años, el hombre vive hace varios años en la provincia, rodeado de todos los verdes que ofrece el paisaje de la selva misionera, alberga en su propiedad una biodiversidad representativa del Bosque Atlántico, y disfruta diariamente de una puesta de sol sobre el Río Uruguay, con vista al Parque Estadual Do Turvo, del Estado de Rio Grande Do Sul, Brasil, sencillamente fantástica.
Su vida es armonía y tranquilidad, se dedica a estudiar y descubrir nuevas mariposas, mantener los senderos, recibir a biólogos e investigadores que se instalan en su cabaña para estudiar la biodiversidad del área.
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La reserva Tekorendá, por un convenio firmado con el Ministerio de Ecología de Misiones, además, forma parte del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas.
Con todos estos elementos, igualmente Don Moyano tuvo que poner el cuerpo en dos o tres oportunidades en el último año, cada vez que escuchaba las máquinas y motosierras encendidas en el ingreso a su propiedad porque, a pesar de los pedidos y el compromiso de palabra que lograba cada vez que lo impedía -de que no volverían para tocar a los árboles nativos y centenarios-, estos hombres de trabajo de la empresa contratista de EMSA siempre regresaban.
“Literalmente me tenía que poner frente al árbol y les decía que no me iba a mover de allí, hasta que vinieran las autoridades de EMSA o de la empresa responsable de instalar la línea del tendido eléctrico para poder hablar y encontrar otra alternativa, que no sea voltear mis árboles”, relató el propietario en la entrevista.
Esto situación la enfrentó por más de un año, donde estuvo pidiendo y reclamando para que no tocaran sus dos Guayubira que se encuentran en la entrada de acceso a su propiedad, entre otros cedros, Ibira Pyta y demás arbolitos hijitos que se están regenerando en el área, y que el propietario ya se comprometió a replantar en otro sector, de manera que no afecte a futuro el nuevo trazado de tendido eléctrico.
“Cada vez que veía que esta gente venía arrasando con su limpieza, me interponía cuando iban a avanzar sobre el tramo de mi propiedad. La verdad que fueron momentos de tensión porque debía ponerme frente a las máquinas para que no continúen con su plan de trabajo. Y los operarios se retiraban, pero hubo una última vez que me enoje realmente”, admitió Moyano.
El propietario tenía siempre la promesa de palabra desde la empresa que “no tocarían mis árboles, pero la semana pasada nuevamente escuché las máquinas y salí lo más rápido que pude, les pedí a los trabajadores que esperen, que haría unos llamados para ver que había pasado, si me habían afirmado que no lo harían. Pero ni bien estaba yendo a la cabaña –que está a unos 300 metros del ingreso- volvieron a encender las máquinas. Decidí volver rápidamente, y seguramente me vieron muy enojado, pero no fui violento como dijeron. No soy para nada una persona violenta, pero les pedí que esperen y no lo hicieron. Entonces me puse firme, claro que me enojé. Y nuevamente me quedé frente a mis árboles para que no los tocaran”, explicó Moyano.
Final feliz, con ingeniería adaptada a la conservación
Esta situación de tensión generó que esta semana se comunicara el ingeniero de la empresa de electrificación rural, y que coordinaran un encuentro con la presencia de directivos de EMSA y la participación de Ecología, entre todos evaluaron la situación y la alternativa para modificar el trazado para el tendido eléctrico y colocación de postes, de manera que no afecte los arboles nativos de Tekorendá, y se pudieran continuar el plan de trabajo.
“Ellos seguirán su trabajo, limpiando al borde mi reserva y continuarán su camino con las máquinas, pero ya con un nuevo trazado alternativo sin dañar mis árboles. Realmente agradezco la flexibilidad del ingeniero de la empresa de atender este pedido, y también la intervención de EMSA y del Ministerio de Ecología, creo que el diálogo siempre es el camino para encontrar soluciones por la preservación de la naturaleza, en este caso la ingeniería adaptada a un área natural”, concluyó.
Afortunadamente, y gracias a la firmeza de Don Moyano, estos ejemplares de Guayabira, Ibirá Pyta y cedro misionero seguirán en pie en «su casa», embelleciendo el paisaje de la Ruta Costera 2, y el acceso a la reserva natural Tekorendá.