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Ambiente y forestaciones

Escribe Natalia Fracassi. Licenciada en Ciencias Biológicas, Master en Recursos Naturales Área Recursos Naturales, investigadora de la EEA Delta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

 

BUENOS AIRES (31/3/2019).- Los temas ambientales entraron en la agenda del debate público y, con ella, el desarrollo de una nueva conflictividad social (la conflictividad socioambiental).

Estos problemas ambientales, por lo general, son muy complejos y en ellos coinciden muchas partes interesadas (comunidades locales, gobiernos,ONGs, transporte, turismo, agricultura, etcétera), con fallas en la comunicación y la participación pública efectiva de estos actores clave sobre procesos de toma de decisión (ej. audiencias públicas no difundidas y sectorizadas en favor de intereses económicos).

En la actualidad casi no existe la posibilidad de un nuevo desmonte, la instalación de una nueva planta de celulosa, una represa o country náutico, sin que algún sector de la sociedad se movilice pidiendo información, o haga alguna denuncia tanto en redes sociales o ante la Justicia, muchas veces desconociendo la legislación vigente que puede estar permitiendo o no estos cambios de uso del suelo.

Esta movilización de la sociedad se debe a que la historia muchas veces nos ha dejado un sabor amargo que motiva a realizar acciones no racionales, sino impulsadas por las emociones.

 

 

No solo es eso. También es porque el sector ambiental se ha perfeccionado mucho más que otros en la comunicación estratégica para llegar a la sociedad, sensibilizarla y emocionarla ante el cambio global, la pérdida de los bosques y especies de fauna, la contaminación con agroquímicos, entre otros. No siempre obteniendo resultados positivos en la protección del ambiente ante algunos hechos concretos, claro.

Y en relación a la historia personal y al Sector Forestal, de pequeña viviendo en Zárate, donde parte de mi familia materna trabajaba en dos papeleras muy conocidas, siempre recuerdo lo bien que hablaban de esas compañías por el trabajo que le daban a gran parte de la población, pero a su vez también recuerdo no tener acceso al río y el olor a huevo podrido que venía de la zona donde las cañerías de las fábricas desembocaban los efluentes industriales al río Paraná.

Una dualidad de sensaciones muy común en muchas ciudades del país.

Ya recién recibida (Licenciada en Ciencias Biológicas), recuerdo presenciar un conflicto en Valdivia (Chile), donde la sociedad y mayormente las ONGs se quejaban de una planta de celulosa que había contaminado el río Cruces, donde ocurrió la muerte masiva de cisnes de cuello negro en el Santuario de la Naturaleza «Carlos Anwandter».

En la actualidad y donde resido en Cardales, partido de Campana, de tanto en tanto escucho vecinos que denuncian ante el Organismo Provincial de Desarrollo Sostenible  de la Provincia de Buenos Aires (OPDS) a una papelera pequeña que sistemáticamente vierte contaminantes al Arroyo Larena.

 

 

Para los dos primeros casos ha pasado el tiempo, y trabajando en el Sector Forestal puedo observar cambios hacia sistemas más limpios, tanto en la tecnología de este tipo de industrias en relación a los procesos, como en la legislación, los controles, y la presencia de manuales de buenas prácticas y certificaciones ambientales.

También en algunos casos se observa una mejora en la comunicación y la relación de estas industrias con el entorno, aunque no es general, ya que existen algunos sitios en particular donde el tema sigue siendo muy sensible de tratar con la sociedad (ej. Gualeguaychú-Entre Ríos), y sobre ello se puede escribir un libro entero.

Para el caso de Cardales, se observa que ante la falta de controles, el descuido de algunas empresas y la probable tecnología obsoleta, el sistema aún puede fallar y la sociedad tiene los ojos puestos en ello.

En el caso de las plantaciones forestales, me pasa algo similar. Recuerdo fines de los 90 de viajar a Misiones y ver publicidades provinciales que decían «Piense en verde -plante pinos» en detrimento de la conservación de los bosques u otros ambientes nativos.

O ver años más recientes en Villa Pehuenia la invasión de pinos (ej. ponderosa) sobre los bosques amenazados de pehuén (Araucana araucana), provenientes del escape de plantaciones entre otras, promovidas por el estado provincial.

También más cercano, y en mi provincia vecina de Entre Ríos, recuerdo un conflicto debido a la conversión de pastizal pampeano a plantaciones de eucaliptus, no solo por la desaparición de este ambiente amenazado para Argentina, sino por los cambios que este tipo de plantaciones pueden generar en la dinámica del agua y el impacto sobre la provisión de agua para otros usos.

 

Hoy, y desde mis comienzos en el mundo forestal, evaluando el impacto de las plantaciones sobre la biodiversidad y buscando herramientas para compatibilizar producción y conservación, veo una evolución en el manejo, así como un aumento en la cantidad de tecnologías e información disponibles para trabajar utilizando mejores prácticas para la gestión forestal sostenible y para que las plantaciones no se asemejen a desiertos verdes.

Si bien falta mucho aun por investigar y mejorar, existe mayor atención del sector tanto técnico como empresarial y del Estado en considerar aspectos relativos no solo a la productividad sino a aspectos sociales y ambientales, que a su vez están muy vinculados con acuerdos internacionales (Acuerdo de París, Proceso de Montreal, ODS, CBC, entre otros).

Desde el lado de los consumidores existe un cambio gradual, aunque incipiente, hacia la elección de productos con certificados de origen o que demuestren estar hechos desde fuentes responsables con el ambiente y de origen legal.

También existen iniciativas de valoración económica de servicios ecosistémicos del bosque, una mejora continua en la legislación vigente sobre los bosques nativos y la promoción forestal (Ley N°25.080 recientemente prorrogada con cambios), y un avance en el ordenamiento territorial de las provincias, con una visión de cuencas que mejora el uso de los recursos y colabora en disminuir conflictos sociales.

Sin embargo, aún existe en general, y en algunos territorios en  particular, una falencia en un aspecto muy transcendental en los tiempos que corren, que son la comunicación y el diálogo, particularmente entre grupos muy opuestos o radicalizados, lo cual genera desconcierto y desconfianza para el resto también.

Entiendo que si bien las forestaciones e industrias asociadas plantean nuevas oportunidades productivas, bienes y servicios a la comunidad, también plantean compromisos con servicios esenciales que los ecosistemas brindan como el agua, la biodiversidad, oportunidades para el turismo, otros, y todos ellos deberían ser comunicados y/o discutidos para un uso racional y sustentable.

Por su parte el sector ambiental o grupos ambientalistas deberían basar sus reclamos en datos fundamentados, de racionalidad o evidencias científicas, y ser responsables de la información que brindan a la comunidad.

Una visión integral e interdisciplinaria con enfoques de paisaje, restauración y conectividad, entre otros (saliendo del sitio/rodal/localidad al entorno), así como un diálogo fluido y una comunicación efectiva con todos los actores clave de un territorio, llevaría a establecer nuevos esquemas de colaboración multisectorial y a generar condiciones favorables para el desarrollo sustentable.

Algunos avances hacia enfoques integrales se pueden observar en iniciativas regionales o nacionales como La Mesa de Diálogo Forestal Ambiental de Misiones, la Mesa de Competitividad de la Cadena Foresto Industrial y el Proyecto Forestar 2030, entre otras. Estas mesas buscan utilizar las herramientas actuales, conocimientos científicos y técnicos y los saberes locales para desarrollar objetivos comunes.

Ojalá en el tiempo y con más iniciativas o procesos similares podamos lograr productores y consumidores más comprometidos, no solo en el uso de los recursos forestales, sino con el manejo de la información, unidos ante la resolución de conflictos por el uso del suelo y el cuidado del ambiente, con una visión de desarrollo inclusivo y con ello superar largamente las antinomias y los pensamientos reduccionistas que se promueven desde las visiones “productivistas” y “ambientalistas”.

 

 

Este artículo forma parte del espacio mensual de la REDFOR.ar en ArgentinaForestal.com, que busca divulgar y generar debate sobre la problemática forestal del país. Las opiniones pertenecen a los autores. 

 

 

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