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Es ambientalista y compró acciones de la minera Vale para llevar la voz de la sociedad civil dentro de la compañía: «La tragedia de la represa de Brumandinho es una masacre colectiva”, afirma Carolina de Moura Campos

“¿Cuántas vidas valen las acciones de Vale?”, se pregunta Carolina de Moura Campos, accionista de la minera Vale SA en Brasil para llevar la voz de la sociedad civil en representación del movimiento de Articulación Intencional de los Afectados y Alcanzados por la multinacional Vale,  una de las mayores empresas globales en producción de hierro. Ella advirtió sobre los riesgos de la presa de Brumadinho.

 

Fuente: Greenpeace Brasil 

BRASIL (20/2/2019).- En una entrevista con Greenpeace Brasil, la ambientalista explicó que compró acciones de Vale para poder llevar la voz de la sociedad civil hacia dentro de una de las mayores empresas de Brasil.. «La tragedia de la represa de Brumandinho es una masacre colectiva de una magnitud que no puede quedar impune, no. Ya basta con toda la impunidad de Mariana”, afirmó Carolina de Moura Campos.

 

Abrir un diálogo y oponerse a una gran empresa no es tarea fácil. Pero un grupo de personas encontró una estrategia para tener voz dentro de la minera Vale: Miembros de la Articulación Internacional de los Afectados por Vale compraron acciones de la compañía y así participan en reuniones, opinan y pueden influir en las decisiones.

 

Una de estas accionistas es Carolina, periodista, ecologista y vive en el distrito de la Casa Blanca en Brumadinho . En vez de buscar el lucro con los activos, ella y los accionistas de la Articulación están allí llevando la voz de la sociedad civil hacia dentro de una de las mayores empresas de Brasil.

 

 

El grupo cuestiona proyectos mineros sin seguridad e intentan evitar operaciones que pongan en riesgo a las personas que viven cerca de las minas y represas, los trabajadores y el medio ambiente.

«Compré una acción no con la intención de ganar dinero en la Bolsa, sino para hacer incidencia en este espacio, que es la asamblea general de los accionistas. Lo hago en representación de un grupo de ambientalistas», explicó.

 

 

Por desgracia, en el caso del la mina Corriente del Frijol no pudieron impedir la tragedia , aunque han advertido de seguridad de la presa hace unos meses. En la semana siguiente a la ruptura de la represa, ella habló con el equipo de Greenpeace en Brumadinho.

Todavía estaba muy sacudida y trabajando para que Vale sea responsabilizada. «La tragedia de mina de Vale en Brumandinho es una masacre colectiva de una magnitud que no puede quedar impune, no. Ya basta toda la impunidad de Mariana”, dijo de Moura Campos.

Carolina recordó que la empresa Vale posee 109 presas en Minas Gerais, con un volumen aproximado de 750 millones de metros cúbicos de residuos.En abril de 2018, ella rechazó un informe de la administración de Vale durante la Asamblea General de los Accionistas. Y destacó que documentos probaban que la Vale había descuidado las informaciones sobre la inseguridad de la represa de la Mina del Córrego del Fundão, que rompió en diciembre de 2015 en Mariana.

En esa misma reunión, con el apoyo de otros accionistas, se opuso a la aprobación de una nueva licencia en el Complejo Paraopeba, que incluía la mina Corriente del Frijol y llamó la atención sobre los riesgos de seguridad en la represa, sin ser oída. La licencia se dio permitiendo que Vale pudiera expandir las operaciones en la mina. Después de la ruptura de la represa, la noticia de esa oposición ganó destaque en la prensa.

 

 

«No fue un accidente», asevera de Moura Campos

 

Ahora, esos accionistas de la Articulación están con otra estrategia de responsabilización: ellos denunciaron a Vale para la Comisión de Valores Inmobiliarios, pidieron una investigación y la destitución de la dirección de la empresa. «Esos chicos son responsables. Ellos tienen que salir de la empresa y ser arrestados», dijo.

Según Carolina, las reuniones de los accionistas eran ambientes muy hostiles a las personas que se oponen a la Vale. «Tienes que luchar para hablar. Y ellos cortaban nuestro micrófono. La gente continuaba hablando en el grito, temblando».

Desde que se convirtió en accionista e incluso estando junto a un grupo organizado, ella cuenta que muchas veces pensaba en desistir.

 

Pero el estar allí, en ese lugar, para mostrar el posicionamiento de la sociedad civil acabó valiendo  la pena. «Nosotros de la Articulación sentíamos poco efecto estando en la Asamblea de los Accionistas. Pero nos mantuvimos firmes en esta estrategia. Y fue muy relevante porque hoy el Presidente y los ejecutivos de alto rango de la empresa no pueden decir que no lo sabían. Hablamos sobre los problemas de las represas de desechos en Minas Gerais y varios otros problemas», dice.

 

Uno de ellos, por ejemplo, fue el Proyecto Represa Cero. Presentado en 2009, preveía la recuperación y el aprovechamiento de los restos del proceso de minería, llamados finos y ultrafinos, que se depositan en las represas. Reaprovechar esto es una forma de disminuir el impacto ambiental de la acumulación de materiales en las represas. Carolina, sin embargo, cree que Vale estaba más interesada en los beneficios económicos del proyecto que en los beneficios ambientales. «El proyecto se iba a hacer debido a que el precio del mineral era casi 180 dólares por tonelada. En aquella ocasión, recuperar el rechazo valía la pena económicamente. Pero el precio del mineral cayó y ese Proyecto Presa Cero quedó en el cajón «, cuenta.

 

Carolina cuestiona la elección de las represas para el proyecto. «De las ocho presas seleccionadas, una era la de Fundão, que rompió en Mariana. La otra era la de la Corriente del Frijol, que acaba de romper en Brumandinho. Entonces, que llevó a la compañía seleccionar esas presas ¿Por qué seleccionó esos ocho? ¿Son las mayores? ¿Las más peligrosas? ¿Las con menos seguridad? ¿Con la gente viviendo debajo? ¿Con el comedor abajo? ¿Qué criterio usó para seleccionar esos ocho?”, se preguntó.

 

«Vale tiene diez años, sabe de sus riesgo. Dependerá de Dios que no rompa ninguna otra represa. Dependerá del Estado y que la empresa se responsabilice y pare con esa conducta irresponsable y violenta», expresó la ambientalista.

Sobre el futuro de Brumadinho, donde vive, Carolina está preocupada, pero está dispuesta a seguir trabajando siempre para que la impunidad no prevalezca una vez más en esta historia. «¿Cuánto más gente tendrán que morir? La minería es un horror. Destruye la vida, la naturaleza y el amor”, aseveró Carolina.

 

Foto 2014: Carolina Campos con su familia: “Conservar la naturaleza es una forma de respetar a quienes amamos, ya que todos dependen de un entorno equilibrado”. Crédito: Archivos de la Fundación para la Protección de la Naturaleza del Grupo Boticário / Rony Santos

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