En el marco del Día del Respeto a la Diversidad Cultural, la doctora en Arte y directora de las carreras de posgrado en Cultura Guaraní Jesuítica de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), Eva Isabel Okulovich, reflexiona sobre los desafíos actuales del Pueblo Mbya, la importancia de su cosmovisión y el valor de la memoria como resistencia.
Fuente: EMIPA
MISIONES (12/10/2025).- En un contexto donde resurgen discursos discriminatorios y negacionistas, Eva Okulovich invita a pensar lo indígena no como un vestigio del pasado, sino como una presencia viva y constitutiva de nuestra identidad latinoamericana.
Hija y nieta de inmigrantes europeos, recuerda con gratitud la generosidad del pueblo Mbya que acogió a sus antepasados en la selva misionera. Su tesis doctoral “Sociedad Guaraní-Mbya en Argentina.
Arte, identidad y supervivencia”, defendida en la Universidad de Granada (España), marcó el inicio de un trabajo académico comprometido con la visibilización de una cultura que durante siglos fue silenciada.
A continuación, comparte su mirada sobre la espiritualidad, la lengua y la resistencia del Pueblo Mbya frente a los desafíos contemporáneos, en el marco del Día Internacional del Respeto por la Diversidad Cultural, que se recuerda cada 12 de octubre.
La Constitución Nacional reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas. Sin embargo, existen discursos que continúan negándolo. ¿Cómo explicarías la importancia de reivindicar esa preexistencia en el caso del Pueblo Mbya?
La Constitución Nacional reconoce la preexistencia de los pueblos indígenas, aunque los discursos negacionistas persisten. En el caso del pueblo Mbya, reivindicar esa preexistencia es fundamental para contrarrestar la invisibilización y el despojo histórico, y para fortalecer su lucha por derechos esenciales.
La preexistencia no es un dato histórico, sino parte de su cosmovisión y espiritualidad: la conexión con el territorio, el kaaguy (monte), es vital para su identidad. Negar su preexistencia es negar su ser y su relación con el entorno.
El pueblo Mbya habitaba Misiones antes de la formación del Estado argentino; reconocer esto avala su reclamo por la propiedad comunitaria de sus tierras, como establece el artículo 75 inciso 17 de la Constitución.
Sus conocimientos ancestrales sobre el uso del espacio y la conservación de la biodiversidad son inseparables de su historia. Reivindicar su preexistencia es también valorar ese conocimiento frente al extractivismo y la deforestación.
Los discursos que la niegan tienen un trasfondo ideológico que busca justificar la expropiación de tierras y la vulneración de derechos. Reivindicar la preexistencia es confrontar esa narrativa y reconocer la injusticia histórica sufrida.
Reconocer al Pueblo Mbya fortalece el pluralismo cultural argentino y defiende la plena vigencia de los derechos indígenas consagrados en la Constitución de 1994 y en los tratados internacionales.
Reivindicar la preexistencia Mbya es un acto político y de justicia histórica que reafirma su identidad, cultura y derechos territoriales, y garantiza su participación en las decisiones que afectan su vida y su territorio.
El Pueblo Mbya conserva saberes únicos en torno a la espiritualidad, el cuidado del ambiente y la medicina tradicional. ¿Qué enseñanzas de esta cosmovivencia crees que resultan más urgentes para nuestra sociedad actual?
La más inexcusable de sus enseñanzas es su inteligente y recíproca relación con la naturaleza. No comprenden el entorno como un recurso a explotar, sino como un ser del que son parte, lo que los convierte en verdaderos guardianes del bosque y su biodiversidad.
La visión Mbya sobre la producción de alimentos y el uso de los recursos es interiormente sostenible, en contraposición al modelo consumista occidental, que destruye el entorno. Dicha visión conecta la espiritualidad con la conservación de la naturaleza: los líderes espirituales y los sabios transmiten el conocimiento ancestral sobre el cuidado del monte.
El valor comunitario de la cultura Mbya ofrece un modelo para contrarrestar la desintegración social.
Por otra parte, su medicina no se limita a tratar síntomas, sino que aborda la salud de manera integral, sanando el espíritu y manteniendo el equilibrio con la naturaleza. Poseen un vasto conocimiento sobre las propiedades curativas de las plantas, transmitido oralmente de generación en generación.
En síntesis, las enseñanzas Mbya son esenciales para enfrentar la crisis climática actual. Su ejemplo de relación sostenible con el ambiente muestra cómo revertir el daño causado por la explotación desmedida, mientras que su sentido de comunidad contrarresta el individualismo. Su enfoque holístico de la salud ofrece una alternativa a la medicina occidental centrada en lo físico.
La sabiduría Mbya demuestra que es posible vivir priorizando el bienestar colectivo y espiritual sobre la acumulación material. En un mundo al borde del colapso ecológico y social, su cosmovivencia señala un camino hacia un futuro más equilibrado.
La lengua Mbya sigue viva, situación que no ocurre en otros pueblos indígenas. ¿Qué lugar ocupa el idioma en la permanencia de una cultura?
La lengua ocupa un lugar central y fundamental en la permanencia de una cultura. Para los Mbya, no es solo un medio de comunicación, sino el recipiente y transmisor de su cosmovisión, historia y saberes ancestrales. Su vitalidad es una señal de resiliencia y continuidad cultural.
El idioma Mbya-Guaraní posee una estructura y vocabulario que reflejan su forma particular de entender el mundo, la naturaleza y la espiritualidad. Existen conceptos intraducibles, como ñande reko (nuestro modo de ser) o yvy marãe’y (tierra sin mal), que expresan la profundidad de su relación con el territorio.
El idioma es guardián de la memoria del pueblo Mbya, transmitida oralmente a través de canciones, relatos y discursos rituales. La oralidad es sagrada, y el idioma es su vehículo.
La conservación del idioma permite mantener su identidad cultural y resistir la asimilación. En un contexto de presiones externas, la lengua se convierte en símbolo de orgullo y acto de afirmación cultural.
La vitalidad del Mbya-Guaraní es una de las razones por las que su cultura persiste: es el tejido profundo que conecta su pasado, su presente y su futuro.
En un contexto político de desfinanciamiento y derogación de normativas clave, ¿qué riesgos consideras que enfrenta hoy el Pueblo Mbya en relación con sus derechos y territorios?
Hoy enfrentan riesgos significativos, especialmente relacionados con sus derechos territoriales, el avance de proyectos extractivistas y la vulneración de sus derechos sociales básicos.
También enfrentan dificultades para acceder a la justicia: el desmantelamiento de organismos estatales y la falta de recursos para asistencia legal dejan a las comunidades en una situación de indefensión.
A ello se suma el aumento de la intolerancia racial y los discursos de antipatía, que buscan deslegitimar sus derechos. Esto incrementa el riesgo de violencia y criminalización hacia los Mbya por defender sus territorios ancestrales.
La protesta social es muchas veces criminalizada, con acciones legales que intentan silenciar sus reclamos legítimos.
A pesar de la violencia y la desidia del Estado, vemos comunidades unidas y organizadas. ¿Cómo observas hoy esa capacidad de resistencia del Pueblo Mbya y cuáles son, a tu criterio, los principales desafíos que enfrentan hacia adelante?
La resistencia del Pueblo Mbya es un testimonio de fortaleza y sabiduría, sostenido por su conexión con el territorio y su identidad.
En la actualidad, esa resistencia combina la defensa activa del territorio con la preservación cultural y espiritual. Las comunidades se fortalecen mediante la organización interna, estrategias de litigio y visibilidad apoyadas por organizaciones de derechos humanos y ambientales.
Más allá de lo político, la resistencia Mbya es cultural y espiritual. Mantener sus ceremonias, su lengua, sus producciones plásticas y sus saberes ancestrales es una forma de reafirmar su existencia frente a la asimilación.
Los principales desafíos son la protección legal de sus territorios, frenar las actividades extractivistas, acceder a servicios básicos, visibilizar sus luchas y lograr que los jóvenes se involucren en la defensa de su cultura, idioma y territorio.
Finalmente, ¿crees que las raíces del Pueblo Mbya son lo suficientemente fuertes como para sostenerse frente a este escenario de invisibilización y olvido? ¿Qué nos enseñan sus luchas históricas en cuanto a memoria e identidad?
Sí, las raíces del Pueblo Mbya son extraordinariamente fuertes, forjadas en siglos de resistencia frente a la colonización, la opresión y la desidia estatal. La persistencia de su lengua, su espiritualidad y su vínculo con el monte lo demuestran.
Su cultura no es una reliquia, sino una fuerza viva. La defensa de sus tierras no es solo una lucha material, sino una defensa de su existencia cultural y espiritual.
La memoria es su herramienta de resistencia: no es un recuerdo pasivo, sino un acto activo para contrarrestar los relatos dominantes que buscan invisibilizarlos.
La resistencia Mbya no es solo una respuesta a la opresión, sino una expresión intrínseca de su identidad. Se manifiesta en su lengua, sus tradiciones, sus expresiones artísticas y su vida comunitaria.
Sus luchas nos enseñan que la memoria y la identidad son fuerzas vivas que, lejos de ser vulnerables, constituyen la fuente más profunda de resistencia.