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Sudamérica enfrentará otra crítica temporada de riesgo de incendios forestales: el aprendizaje en Bolivia y el alerta roja de Global Forest Watch

Los incendios forestales arrasaron vastas extensiones de Sudamérica el año pasado, devastando ecosistemas , obligando al cierre de escuelas y a la suspensión de vuelos. Fue la peor temporada de incendios registrada en Bolivia, por ejemplo, un país que se vio especialmente afectado y especialistas sostienen que se ha convertido en un importante impulsor de la crisis climática y ecológica mundial. «Lo importante no es sólo actuar cuando hay un incendio, sino prepararse fuera de temporada”, reflexionan sus pobladores.

 

Fuente: con información de The Guardian, Global Forest Watch, 

 

AMÉRICA LATINA (31/7/2025).- La pérdida de bosques en las regiones tropicales de países de Latinoamerica es especialmente grave, ya que estos ecosistemas se encuentran entre los de mayor biodiversidad del mundo y sirven como sumideros de carbono.

Un reciente reporte de Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales revelaron que la pérdida forestal mundial alcanzó máximos históricos en 2024 , con casi el doble de bosque primario tropical perdido en 2024 que el año anterior. Esto equivale a una superficie mayor que la de Irlanda.

Bolivia ingresó desde este martes nuevamente a un momento “crítico” debido a que la cantidad de focos de calor se incrementó de manera preocupante a 4.160 en todo el país, advirtió este miércoles el viceministro de Defensa Civil, Juan Carlos Calvimontes.

“La presencia de esos 4.160 focos de calor en el país y en Santa Cruz, 4.095, ya nos hace suponer que hemos ingresado en un momento crítico”, afirmó la autoridad en conferencia de prensa.

Debido a esta situación, el funcionario informó que efectivos militares de la Quinta y Octava División del Ejército fueron desplazados para realizar tareas de control y respuesta rápida a los casos que, en su mayoría, se presentan en el departamento de Santa Cruz. La autoridad aclaró que un foco de calor no significa automáticamente que sea un incendio forestal, mientras que un fuego activó tampoco representa un incendio forestal.

En el Parque Nacional Carrasco se presentó un incendio al igual que en la carretera Bioceánica entre Roboré y Carmen Rivero Torrez pero ya fueron controlados. Una avioneta Cessna será movilizada por el Comando Conjunto de Reacción a Emergencias Adversas (CCREA) en coordinación con la Gobernación de Santa Cruz para identificar 12 fuegos activos en los municipios de Roboré, Carmen Rivero Torrez, San José de Chiquitos y San Matías.

Informe de The Guardian

«Nos sentimos impotentes y enojados por no poder proteger lo que es nuestro», dice Isabel Surubí Pesoa. La mujer se vio obligada a migrar al pueblo más cercano después de que el manantial que alimentaba su aldea en las tierras bajas orientales de Bolivia se secara tras los incendios y la sequía que lo precedieron. «Es muy doloroso», expresa en una entrevista para The Guardian, medio que publicó recientemente un informe especial ante la temporada critica que se avecina en la región de agosto a marzo, estacionalmente.

Como en la Argentina, en Bolivia las grandes haciendas y granjas suelen usar el fuego para despejar terrenos y cultivar o pastorear ganado.

La sequía crónica , agravada por la crisis climática y los fenómenos meteorológicos de El Niño, junto con una gobernanza ambiental deficiente , facilitó en 2024 la propagación descontrolada de estos incendios, destruyendo bosques y pastizales fuera de total control. No hubo recursos suficientes, se agotaron.

La tala de bosques en propiedades a escala industrial sin incendios también es una causa importante de deforestación , socavando la resiliencia de las comunidades y los ecosistemas por igual.

Ante el insuficiente apoyo de los gobiernos local y nacional , muchas personas se vieron obligadas a combatir los incendios con poco más que palas y pequeñas botellas de agua .  «Como autoridades electas, nos sentimos impotentes», afirma Verónica Surubí Pesoa, concejala de San Javier y hermana de Isabel.

Las personas, familias y fuerzas de seguridad exponen sus vidas para salvar lo que puedan.  Pero el peligro es que quedan atrapados en el incendio,  con la contaminación del humo, y sin rescate posible. No hay recursos suficientes cuando los focos son múltiples y avanzan en interfase sobre zonas urbanas.

La pérdida de bosques en Bolivia y en toda Latinoamérica forma parte de una tendencia mundial más amplia. Una realidad que se repite en Argentina, con la deforestación ilegal en provincias del Gran Chaco y NEA.

Nuevos datos publicados a principios de esta semana por Global Forest Watch del Instituto de Recursos Mundiales revelaron que la pérdida forestal mundial alcanzó máximos históricos en 2024 , con casi el doble de bosque primario tropical perdido en 2024 que el año anterior. Esto equivale a una superficie mayor que la de Irlanda.

La deforestación en la Amazonía implica temperaturas más cálidas y una disminución de las precipitaciones, con consecuencias para los agricultores y la producción alimentaria.

Cuando hay incendios, como ocurre cada vez con más frecuencia, las comunidades reportan problemas que van desde la contaminación del agua y el humo, que podrían aumentar el cáncer de pulmón y la susceptibilidad a las infecciones, hasta la interrupción de la educación cuando las escuelas se ven obligadas a cerrar.

¿Qué pasa después de los incendios?

Habitualmente, las noticias reflejan las grandes catástrofes y las urgencias.  Se enumera las cifras de hectáreas quemadas como si ello reflejara el real daño provocado y la pérdida sufrida tras un incendio.

“Cuando la gente vive en medio de miles de hectáreas quemadas, por supuesto, no va a ser un ambiente sano”, explica Iván Arnold, director de la organización ambientalista boliviana Fundación Nativa .

Tras la sequía y los incendios de Bolivia en 2024, se produjeron lluvias históricamente intensas que inundaron pueblos y destruyeron cultivos. En la comunidad de Surubí, en la región del bosque seco tropical del país, interrumpieron las temporadas de cultivo y dañaron carreteras y puentes, lo que complicó aún más las labores de recuperación.

Si esta tendencia continúa, podría transformar permanentemente áreas naturales críticas y liberar grandes cantidades de carbono, agrega  Pedro Potápov

Los incendios, que no son parte natural de los ecosistemas tropicales, como sí lo son en gran parte de Australia, por ejemplo, fueron la principal causa de pérdida de bosque primario tropical, registrada por primera vez.

Las emisiones de gases de efecto invernadero de los bosques primarios tropicales perdidos solo en 2024 superaron las emisiones anuales de carbono de la India.

Los incendios también arrasaron los bosques boreales de Canadá y Rusia, y la pérdida general de la cubierta arbórea alcanzó máximos históricos en todo el mundo.

Peter Potapov, codirector del Laboratorio GLAD de la Universidad de Maryland, que recopiló los datos, afirma: “Si esta tendencia continúa, podría transformar permanentemente áreas naturales críticas y liberar grandes cantidades de carbono, intensificando el cambio climático y alimentando incendios aún más extremos”.

Elizabeth Goldman, codirectora de Global Forest Watch, que analizó el informe, afirma que los datos constituyen una severa advertencia para la comunidad internacional. «Es una alerta roja global», afirma.

El impacto en Sudamérica

Aunque la pérdida de vegetación ocurre en todo el mundo, América Latina ha sido testigo de gran parte de esta catástrofe, con Brasil perdiendo la mayor cantidad de bosque primario tropical de cualquier país.

El bioma amazónico experimentó su peor declive desde 2016, con una pérdida de bosque primario que se duplicó con creces, impulsada por los incendios y la expansión agrícola.

Tras una caída en 2023, la pérdida de bosque primario en Colombia aumentó un 50 % en 2024, aunque los incendios no fueron la principal causa.

Joaquín Carrizosa, asesor del Instituto de Recursos Mundiales de Colombia, afirma: «La mayor parte de la dinámica de la deforestación está asociada a redes macrocriminales más grandes, interconectadas a través de la cuenca y con otros países. Este no es un problema exclusivo de Colombia».

La pérdida de bosque primario se disparó en otras partes de Latinoamérica. Los incendios fueron la principal causa en Belice, Guyana, Guatemala y México. Nicaragua perdió casi el 5% de su bosque primario en 2024, la proporción más alta de cualquier país.

La pérdida de bosque primario de Bolivia aumentó un 200%, alcanzando los 15.000 km2 (6.000 millas cuadradas) en 2024. Por primera vez, ocupó el segundo lugar después de Brasil en pérdida de bosque primario tropical y superó a la República Democrática del Congo, que tiene más del doble de su superficie forestal. Esto “indica que Bolivia se ha convertido en un importante impulsor de la crisis climática y ecológica mundial”, afirma Stasiek Czaplicki Cabezas, economista ambiental boliviano.

Czaplicki Cabezas dice que la expansión de la agricultura y la ganadería a escala industrial, la débil aplicación y supervisión de las normas ambientales y un marco legal y político que valora la conversión de tierras por encima de la protección de los bosques impulsaron el aumento en Bolivia.“Lo que hace que 2024 sea particularmente severo es la convergencia de estos factores estructurales con una crisis ecológica y económica cada vez más profunda”, afirma.

Isabel Surubí Pesoa dice sobre los últimos datos: “Somos los guardianes de nuestro territorio, pero esto está fuera de nuestras manos”.

Sin embargo, los datos mostraron algunos logros. En la región del Chaco meridional de Bolivia, comunidades indígenas, instituciones públicas, organizaciones de la sociedad civil y bomberos voluntarios se unieron para proteger la extensión de tierra que abarca parques nacionales y territorios indígenas.

Tras la devastadora temporada de incendios de 2019, invirtieron en sistemas de alerta temprana y aplicaron mejor las políticas de uso del suelo. Esto les ayudó a combatir con éxito el incendio que había envuelto las zonas cercanas en 2024 y 2023.

La colaboración intersectorial fue fundamental, afirma Arnold, cuya Fundación Nativa apoyó la iniciativa. Igualmente cruciales fueron los monitores locales —en su mayoría guardaparques indígenas guaraníes— que conocen la zona y monitorean las condiciones durante todo el año para permitir una respuesta rápida.

“Lo importante no es sólo actuar cuando hay un incendio”, dice, “sino prepararse fuera de temporada”.

En San Javier, Isabel y Verónica Surubí Pesoa se preparan para la próxima temporada de incendios. La organización de mujeres indígenas que lidera Isabel está impartiendo talleres para capacitar a las mujeres en prevención y manejo de incendios, y se está elaborando una estrategia municipal.

También están buscando el apoyo de organizaciones de conservación para equipar a un cuerpo de bomberos local, ya que el grupo no tiene botas, cascos ni ropa ignífuga.

“El año pasado, solíamos ir a apagar los incendios con zapatos o sandalias, y el fuego los quemó rápidamente”, dice. “Estamos luchando para no tener que volver a sufrir los incendios”.

 

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