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La industria forestal con el freno puesto

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La caída en los precios y en la demanda mundial -–tanto de celulosa como de productos de madera sólida– motivan que casi todas las empresas del sector reduzcan drásticamente su actividad. Los productores enfrentaràn complicaciones en el segundo semestre del año.

Fuente: El País

URUGUAY (26/06/09).- La preocupación en el sector es generalizada y, si bien se espera que los negocios se recompongan poco a poco, habrá un duro efecto en materia de costos financieros y resultado económico. negrita/Cancha pesada/negrita El mercado de la celulosa está profundamente afectado por la caída en la demanda de las industrias papeleras, cuya actividad se retrajo en torno a 30% en lo que va del año. El descenso en la demanda papelera impacta en la industria pulpera y –siguiendo la cadena– en la actividad forestal. Las cosechas en Uruguay se retrajeron ostensiblemente, pues la demanda no muestra aún síntomas de recomposición y hay mucha madera que no se ha podido comercializar. De hecho, muchos embarques de rolos y chips pactados para 2008 se concretarían recién a fines de este año. La cadena está «atorada» con madera en todos sus eslabones y es necesario comercializar primero esos excedentes, para luego recomponer la actividad. La crisis encontró a numerosos productores y exportadores con madera ya cosechada en los campos o en las canchas de acopio. Esa madera todavía no tiene comprador y sufre un costo «hundido» (cosecha, transporte, chipeado), que genera un alto costo financiero. Quienes no cosecharon tienen el consuelo de que los montes (al contrario de otros productos) pueden esperar un año o más para ser cortados. El valor de las exportaciones de chips (madera trozada) cayó 55% en dólares en lo que va de 2009, en comparación con el mismo período del año anterior. Si bien es posible que en las cifras incida lo sucedido con ENCE –importante exportadora de chips–, de todas formas es un ejemplo de lo que ocurre también en otros productos, con caída de precios y de demanda. El panorama es claramente negativo. Sin embargo, en este marco adverso, la demanda de la planta de Botnia en Fray Bentos opera como un verdadero amortiguador de la crisis. negrita/Continuidad/negrita Según informó a El País Agropecuario el gerente general de Botnia, Ing. Agr. Ronald Beare, la planta de Fray Bentos sigue funcionando a pleno: «Durante el primer trimestre de este año ejecutamos una política agresiva de ventas en varios mercados, lo que permitió reducir stocks y seguir produciendo a capacidad total». Beare dijo que entre marzo y abril el precio internacional de la celulosa llegó a un piso, y que en mayo y junio se inició un leve repunte. «Aún son precios bajos y los aumentos son pequeños, del orden de 20 U$S/ton», señaló. Si bien la empresa no informó el dato específico, se estima que la planta realizó exportaciones por unos U$S 650 millones en 2008. Este año la cifra caerá sensiblemente. Más allá de la crisis, el mercado internacional de celulosa procesa cambios de largo plazo, con plantas en América Latina que resultan claramente más competitivas que las europeas. La propia Botnia decidió cerrar una de sus plantas finlandesas (Kaskinen), mientras continúa –obviamente– con la producción en Fray Bentos. «Si bien las plantas en América Latina son más competitivas, tienen que repagar las inversiones que implicaron», aclaró Beare. Así las cosas, producir madera para Europa o para una planta en la región (como la de Fray Bentos) puede hacer hoy una gran diferencia. Hay proveedores uruguayos de chips y rolos que vendían a Botnia en Europa, para la citada planta de Kaskinen. Esos negocios terminaron. Paralelamente, los productores de madera que firmaron contratos de largo plazo con Botnia para proveer a la planta fraybentina están en una situación más firme. Aunque la mayor parte de la madera que procesa la planta proviene de montes propios, también se compra mucha a terceros. Según el gerente general de Botnia, esto demuestra las virtudes de la consolidación del sector forestal con una industria operativa: «Los productores que jugaron todas sus fichas a la exportación, tienen hoy, lamentablemente, serios problemas. Sin embargo, quienes articularon contratos previos con Botnia, tienen hoy la continuidad de su producción». Varios grupos de productores (como Foresur) y las cajas de jubilaciones (bancaria y profesional), así como muchos productores individuales, venden al menos parte de su madera a la planta de Fray Bentos. «Hemos respetado todos los contratos. La consolidación de la industria forestal en Uruguay permite a muchos productores de madera tener un destino firme para su producción. Eso se valora especialmente en esta coyuntura», remarcó Beare. En una gráfica adjunta se muestra la evolución de las exportaciones de rolos de Eucalyptus, considerando también como tales a los envíos a planta. Puede verse cómo –a partir de la puesta en marcha de la planta, a fines de 2007- las exportaciones se orientan a Fray Bentos. FOSA (Forestal Oriental S.A.) es la empresa que gestiona los montes de Botnia y la logística de la madera, y vende a la planta no solo la madera propia sino además la que compra. En cualquier caso, los productores forestales vivirán un 2009 muy complicado. Como síntoma alentador, algunos empresarios exportadores consultados por esta revista dijeron que en las últimas semanas se retomaron contactos comerciales. «Antes no sonaban los teléfonos y no había reuniones. Hoy, al menos, dialogamos», expresó esperanzado un empresario, que viajará por estos días a visitar clientes. negrita/Un Norte de dificultades/negrita Si el sector de la celulosa comenzó a sufrir la crisis en 2008, las industrias que procesan madera sólida (aserraderos y plantas de tableros) la empezaron a sufrir por lo menos un año antes, cuando hizo crisis el sector inmobiliario estadounidense. De allí en más, la situación no hizo más que em-peorar y hoy, si bien se percibe un «piso» en la caída, no hay aún síntomas claros de recuperación. La crisis impacta especialmente a las fábricas de paneles que se instalaron recientemente en Tacuarembó. Después de importantes inversiones para construir plantas y montar una base forestal y una eficiente logística, esas fábricas (de la estadounidense Weyerhaeuser y de la chilena Urupanel) deberían estar funcionando a pleno, con exportaciones crecientes. Pero la realidad es muy distinta: en los cinco primeros meses de 2009, el valor de las exportaciones de tableros contrachapados cayó 35% en dólares respecto a 2008, con una tendencia a la baja que las ubica incluso por debajo de los niveles de 2007. Cuando irrumpió la crisis en EEUU –uno de los principales destinos–, estas plantas desarrollaron una estrategia de reorientación comercial exitosa. Empezaron a vender en Europa y, particularmente, en Sudamérica (Chile, Perú). Pero ahora la crisis también llegó a esos países. Sólo mercados como México y algún otro se mantienen activos. En consecuencia, Weyerhaeuser y Urupanel redujeron la producción y, por tanto, las horas trabajadas por sus obreros. En marzo se concretó un acuerdo con los trabajadores que implicó una baja de la producción del orden del 33%, con el ajuste correspondiente en los jornales. El acuerdo busca mantener los puestos de trabajo, con reducciones en la carga horaria. Está vigente hasta este mes y se analiza cómo continuarlo, por la falta de demanda externa. En las empresas se espera con atención lo que pueda instrumentar el gobierno, que a nivel del «gabinete productivo» impulsa un esquema de complementación del seguro de paro, que permitiría subsidiar el ingreso de los trabajadores afectados, con dinero del Fondo de Reconversión Laboral. Al cierre de esta nota, aún no había novedades.

Fuente: El País

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