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Créditos de carbono de plantaciones forestales: el suelo como un componente fundamental para la mitigación climática en América Latina

Víctor Meza-Picado, del Instituto de Investigación y Servicios Forestales de la Universidad Nacional en Heredia, Costa Rica; y Ana Maria Lupi, del Instituto de Suelos del INTA, en Buenos Aires, Argentina, compartieron con ArgentinaForestal.com un artículo de su autoría en el que analizan los desafíos de América Latina para transformar la evidencia científica y la voluntad política en una agenda para la valorización del COS en sus paisajes forestales. “Ya no basta con reconocer su potencial; es momento de pasos concretos, articulados que traduzcan la discusión técnica en resultados verificables y escalables”, reflexionan.

 

 

ARGENTINA (Agosto 2025).- El carbono orgánico del suelo (COS) se ha consolidado como uno de los pilares más prometedores para vincular la conservación ecológica, la producción sostenible y los mecanismos de financiamiento climático.

En el marco de los compromisos internacionales por limitar el calentamiento global, el suelo emerge como un reservorio crítico de carbono. Sin embargo, esta relevancia biofísica fue desigualmente incorporada en las estrategias climáticas sectoriales, con una marcada concentración de experiencias en el ámbito agrícola, mientras que el sector forestal ha quedado rezagado en el aprovechamiento de su potencial para acumular carbono bajo tierra.

Plantación de Gmelinaarborea(Melina) de 6 años. Costa Rica

En América Latina en general, y Costa Rica en particular, esta brecha representa un desafío técnico y una oportunidad estratégica.

La región cuenta con un legado consolidado de políticas forestales que priorizan la conservación del suelo, pero aún no han integrado plenamente los enfoques de recarbonización de suelos como parte de sus esquemas de mitigación climática.

Esto generó un vacío en términos de incentivos, protocolos de medición, mecanismos de trazabilidad y marcos de gobernanza que reconozcan y remuneren adecuadamente el servicio climático que prestan los suelos forestales, especialmente aquellos bajo manejo activo o restauración productiva.

 Muestreo de suelos en bosques secundarios

Costa Rica, en 1996 arrancó con la venta de créditos de carbono a Noruega y se consolidó con esquemas como los Pagos por Servicios Ambientales (PSA) y el programa REDD+. A pesar de ello, la metodología del PSA no integra el COS como fuente de créditos, concentrándose en biomasa y servicios hídricos.

Mientras tanto, en EE.UU. la Soil Carbon Initiative y en Australia la Carbon Farming Initiative certificaron prácticas agrícolas para aumentar el COS, generando metodologías atractivas para los inversores.

Para el sector forestal de Latinoamérica, adaptar estas experiencias significa:

1.     Aprovechar conocimientos ya probados, evitando la curva de aprendizaje amplia.

2.     Reducir costos de desarrollo metodológico, al reutilizar protocolos de MRV (Monitoreo, Reporte y Verificación).

3.     Capturar co-beneficios: un aumento del COS impacta en otras funciones edáficas, generando otros beneficios más allá del cambio climático.

 

Adicionalidad dinámica

La adicionalidad exige que todo crédito represente una captura o evitación que, de no ser por el incentivo de mercado, no se habría producido.

Tradicionalmente, los proyectos forestales establecen una línea base única (por ej, una rotación de 10 años) y miden el desvío sobre ese escenario. Sin embargo, la dinámica de los mercados de materias primas y las variaciones climáticas hacen que esas líneas base “estáticas” pierdan relevancia con el tiempo.

Un enfoque de adicionalidad dinámica propone:

  • Revisiones periódicas de la línea base, ajustadas a precios de productos forestales y costos de oportunidad frente a cultivos alternativos.
  • Análisis de flujo de caja descontado, comparando escenario “business-as-usual” con el proyecto forestal que extiende rotaciones o adopta manejo conservacionista.
  • Integración de factores climáticos extremos, como sequías o lluvias intensas, para evitar que eventos naturales sean interpretados como logros de secuestro.

En Costa Rica, la legislación del PSA permite cortar a los 6, 10 o 16 años según el tipo de proyecto. Así, cualquier manejo orientado a conservar el COS crea un delta cuantificable en captura que cumple el criterio de adicionalidad.

El argumento se fortalece si el precio de carbono en el mercado voluntario se sitúa entre USD 10 y 30 por tonelada de CO₂e, cifra que hace rentable mantener la plantación más allá de los turnos de corta convencionales.

 

Transferencias desde la agricultura

El sector agrícola ha liderado históricamente la generación de experiencias, marcos normativos y esquemas de incentivos vinculados al carbono en suelos.

Esto permite identificar elementos transferibles que pueden acelerar la consolidación de iniciativas en el sector forestal (Cuadro 1).

En primer lugar, las prácticas como el uso de coberturas vegetales, la siembra directa, tienen análogos funcionales en sistemas forestales, como la retención de residuos forestales, el uso de enmiendas post-cosecha o el establecimiento de plantaciones mixtas.

Esta equivalencia práctica sugiere que existen principios de manejo que pueden adaptarse sin necesidad de desarrollar modelos completamente nuevos.

En cuanto a los criterios de elegibilidad, el sector agrícola ha utilizado históricamente variables como el historial de labranza o el tipo de cultivo para definir umbrales de acceso a programas de incentivos.

Estos criterios encuentran su correspondencia forestal en la edad de la plantación, el tipo de especie y el régimen de manejo previo, lo que facilita el diseño de protocolos adaptados sin perder robustez técnica ni trazabilidad histórica.

Muestreo de suelo para determinar COS en suelo agrícola. Costa Rica

Respecto a los indicadores de monitoreo, reporte y verificación (MRV), la agricultura ha centrado su medición en el horizonte superficial del suelo (0–30 cm), los sistemas forestales requieren explorar el perfil subsuperficial, dada la acumulación de carbono en horizontes más profundos.

Los principios de medición y los umbrales de acumulación podrían requerir sistemas de seguimiento específicos para el contexto forestal. Los sistemas forestales obligan a extender los ciclos de muestreo y a diseñar y adaptar esquemas de verificación para el monitoreo. La experiencia agrícola aporta metodologías útiles para capturar variaciones temporales dentro de ciclos largos.

Existen co-beneficios compartidos, como la mejora en la fertilidad del suelo, la mejora de la captación y retención de agua, y la salud edáfica. En el ámbito forestal, estos beneficios se extienden además a la biodiversidad edáfica y el control de erosión, aportando valor agregado a los servicios ecosistémicos que pueden potenciar la elegibilidad de estos sistemas en mercados climáticos.

En ambos sectores, los costos iniciales de muestreo y la necesidad de subsidios o instrumentos de apoyo se presentan como aspectos críticos. La experiencia acumulada por la agricultura en la estructuración de esquemas de incentivos, basados en prácticas y resultados, ofrece una hoja de ruta valiosa para diseñar mecanismos eficientes en plantaciones forestales.

Cuadro 1.  Comparación de transferencias metodológicas desde la agricultura al sector forestal para la generación de créditos de carbono en suelos de plantaciones forestales en Latinoamérica.

Transferir aprendizajes desde el sector agrícola promovería una transición más rápida hacia esquemas integrados de mitigación y adaptación basados en evidencia

 Paisaje en Costa Rica. Pastura.

Senderos complementarios

La comparación entre conservación del COS y recarbonización del suelo en plantaciones forestalespone de relieve dos estrategias que, aunque diferentes en sus objetivos y acciones, se complementan para robustecer un mercado de créditos de carbono basado en el suelo.

De un lado, la conservación se centra en proteger y mantener las reservas de COS ya existentes, evitando emisiones asociadas a cambios de uso o disturbios físicos. De otro, la recarbonización busca incrementar activamente la captación de CO2 a través de prácticas de manejo mejoradas. Ambos enfoques contribuyen a la integridad y diversificación del portafolio de proyectos posibles en la región.

En cuanto a las prácticas clave, la conservación se traduce en acciones de bajo impacto: proteger o mantener plantaciones maduras de cosechas prematuras, limitar la alteración del perfil edáfico durante las intervenciones y controlar procesos erosivos que puedan degradar el suelo.

Estas acciones evitan la pérdida de carbono y, con ello, garantizan que las reservas actuales se mantengan por encima de la línea base definida.

Por su parte, la recarbonización comprende medidas más proactivas: extender las rotaciones para optimizar el ciclo del C y permitir mayor acumulación de hojarasca, introducir especies con sistemas radiculares profundos que fijen carbono en estratos más estables, y aportar enmiendas orgánicas o residuos forestales que incrementen el contenido orgánico del suelo.

Para asegurar la fiabilidad del MRV, ambas vías requieren indicadores específicos. En conservación, los sistemas de monitoreo deben detectar tendencias negativas en el COS; por ejemplo, descensos repentinos atribuidos a disturbiosy cuantificar la ausencia de degradación.

En recarbonización, se mide el incremento (en periodos de tiempo) de tCO₂e por hectárea, idealmente con muestreos multicapa (0–30 cm y 30–100 cm) que reflejen la profundidad de la captura. La combinación de estos enfoques de medición permite verificar tanto la estabilidad del carbono existente como el flujo neto de nueva captura.

Más allá del carbono, cada estrategia genera co-beneficios distintos. La conservación contribuye a la preservación de la funcionalidad del suelo en el sentido más amplio. En contraste, la recarbonización mejora la fertilidad química y física, fomenta la actividad biológica y puede traducirse en incrementos de biomasa aprovechables.

Reconocer y dimensionar estos beneficios adicionales fortalece el atractivo de los proyectos en mercados voluntarios, donde los compradores valoran cada vez más el impacto socioambiental agregado.

Conservación de residuos de cosecha de E. grandis. Argentina

La conservación enfrenta el desafío de demostrar adicionalidad cuando las prácticas son habituales y, por tanto, exige mecanismos regulatorios que recompensen explícitamente la no pérdida de COS.

Por su parte, la recarbonización suele involucrar mayores costos iniciales en muestreo y enmiendas, además de la variabilidad natural que puede enmascarar sus resultados; allí los subsidios y créditos ligados al rendimiento anual resultan esenciales.

Implantar ambas vías, con instrumentos bien diseñados, permitirá maximizar la captura y consolidar un mercado de créditos de COS en plantaciones forestales.

 

La hoja de ruta

Se identifican seis hitos (Figura 1) que construyen una hoja de ruta para el despliegue de un mercado de créditos de carbono en suelos de plantaciones forestales:

1.  Reformar marcos legales: Implica incluir expresamente al COS en la legislación nacional de cambio climático, pagos por servicios ambientales y ordenamientos forestales. Esto es clave ya que, sin un reconocimiento jurídico claro, ni los proyectos ni los financistas tendrán seguridad sobre la elegibilidad de los créditos derivados del COS. Como efecto se establece el “terreno de juego”, define quién puede participar, qué prácticas se reconocen, y crea incentivos que atraen inversión a largo plazo.

2.  Impulsar políticas de incentivos mixto: Implica combinar subsidios de arranque (para cubrir costos de muestreo y certificación) con pagos anuales ligados al desempeño real en tnCO₂e secuestradas.

Un solo tipo de incentivo (por ejemplo, un pago fijo) puede desalinear intereses; el esquema mixto asegura que los productores recuperen inversión inicial y, al mismo tiempo, se premien resultados verificables. Se espera que se reduzca la barrera de entrada para proyectos piloto y alinea los retornos económicos con mejoras continuas en la práctica gestionada.

3.  Fomentar alianzas público-privadas: Significa articular gobiernos, universidades e institutos de investigación, empresas madereras y ONG ambientales.Cada actor aporta fortalezas complementarias. Esto acelera el desarrollo de metodologías adaptadas, reduce costos de I+D y crea confianza en inversores al mostrar respaldo multisectorial.

4.  Crear fondos semilla regionales: Implica establecer recursos financieros de alcance subregional (Andino, Centroamérica, Mercosur) para cofinanciar proyectos iniciales que muestren la viabilidad técnica y económica. Las pruebas piloto permitengenerar datos de referencia rápidos, reduce riesgos de primera aplicación y facilita la transición a proyectos comerciales.

5.  Establecer plataformas MRV digitales: Implica desarrollar sistemas que integren datos de suelo, imágenes satelitales, sensores en campo y reportes periódicos, con acceso abierto a partes interesadas.Un MRV robusto y transparente es la columna vertebral de la credibilidad. Facilita auditorías, evita duplicidades y respalda los resultados frente a compradores y órganos reguladores. Con ello se reduce costos de verificación, acelera procesos de emisión de créditos y mejora la trazabilidad, lo cual incrementa la confianza de inversores y compradores.

6.  Articular redes de capacitación: Implica capacitar a técnicos, consultores y productores en muestreo estandarizado de suelos, uso de herramientas GIS/remotas, análisis de laboratorio y gestión contractual de créditos.Las Redes de formación aseguran que se aplique correctamente la metodología y que se mantenga la calidad de los datos. Con ello se fortalece la cadena técnica, reduce errores de muestreo, y garantiza que los proyectos mantengan altos estándares de integridad ambiental.

Hoja de ruta para el despliegue de un mercado de créditos de carbono en suelos de plantaciones forestales.

Muestreo de suelo para determinar contenido de COS

Reflexiones finales

A modo de cierre podemos decir que América Latina requiere transformar la evidencia científica y la voluntad política en una agenda para la valorización del COS en sus paisajes forestales. Ya no basta con reconocer su potencial; es momento de pasos concretos, articulados que traduzcan la discusión técnica en resultados verificables y escalables. La experiencia agrícola ha demostrado que es posible generar confianza, movilizar recursos y operar con integridad ambiental.

El desafío es replicar, y mejorar, ese modelo en el ámbito forestal.La experiencia costarricense en monitoreo de suelos y esquemas forestales de pago por servicios ambientales puede ofrecer una plataforma inicial robusta para este nuevo capítulo.

Un modelo basado en la naturaleza, que no solo reduzca emisiones, sino que regenere suelos, aumente la productividad, y fortalezca la seguridad ecológica y económica de sus territorios rurales con un mercado de carbono asociado a suelos forestales con beneficios tangibles.

 

Autores 

  • Víctor Meza-Picado. Instituto de Investigación y Servicios Forestales de la Universidad Nacional (UNA). Heredia, Costa Rica.

Contacto: victor.meza.picado@una.ac.cr

  • Ana María Lupi. Instituto de Suelos, INTA. Buenos Aires, Argentina.

Contacto: lupi.ana@inta.gob.ar

 

 

ESTE ARTÍCULO FORMA PARTE DEL ESPACIO MENSUAL DE LA REDFOR.AR, EN ARGENTINAFORESTAL.COM, QUE BUSCA DIVULGAR Y GENERAR DEBATE SOBRE LA PROBLEMÁTICA FORESTAL DEL PAÍS. LAS OPINIONES PERTENECEN A LOS AUTORES.

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