Mientras países vecinos como Brasil, Uruguay y Paraguay avanzan con millonarias inversiones en plantas de celulosa, Argentina permanece estancada. El ingeniero forestal Fernando Dalla Tea analiza en su columna de opinión los factores reales por lo cual el país no logra reunir las condiciones necesarias para atraer este tipo de proyectos estratégicos para el desarrollo foresto-industrial. «Argentina no tiene la masa forestal crítica para darle sustento al inicio de cualquier proyecto de envergadura», asegura.
ENTRE RÍOS (5/7/2025).- Mientras siguen los anuncios de nuevos proyectos celulósicas de gran escala en los países del Mercosur, la excepción sigue siendo Argentina donde estas inversiones no aparecen.
En la actualidad, Brasil recibe 20 mil millones de dólares en inversiones en modernas plantas de celulosa y Paraguay podría tener su primera megaplanta en poco tiempo.
Lo ocurrido en Uruguay por su cercanía merece una mayor descripción. En el año 2003, dos empresas lograron la autorización de instalación de fábricas de celulosa: en primer lugar Celulosas de M´Bopicua, perteneciente a ENCE, que años atrás había construido un puerto especializado en maderay que forestaba en Uruguay desde 1991; obtuvo asimismo la declaración de Zona Franca para la instalación de su fábrica.
Algunos meses después, la empresa Botnia, respaldada por las plantaciones que en la década de los 90 comenzó Shell en Uruguay, también obtuvo la autorización de construcción de una fábrica de mayor porte a pocos kilómetros de M´Bopicuá y comenzó la construcción en forma más adelantada a ENCE.
En el año 2007 se inauguró la fábrica de Botnia (1.000.000 adt/año en Fray Bentos y en 2009, Ence vendió parte de sus activos (incluyendo un predio adquirido para la relocalización de la fábrica) a las empresas Stora Enso y Arauco, que en 2014 instalan su fábrica de 1,4 millones de adt/año en Conchillas, Departamento de Colonia.
Las plantaciones forestales continuaron a pesar de una disminución y desaparición de los beneficios tributarios y fiscales, las fábricas de celulosa existentes incrementaron su capacidad de producción y recientemente surge el proyecto de instalación de una nueva fábrica en el centro del país (Paso de los Toros).
Esta última implica, además de reubicación de las zonas forestales afectadas, la realización de un acuerdo a nivel político que implicó la puesta en funcionamiento de más de 350 km de vías férreas y la construcción de un centro de recepción y carga de buques en el Puerto de Montevideo lo que termina por darle viabilidad al proyecto.(*)
Del lado argentino y 20 años atrás, Entre Ríos tenía menos de 100 mil hectáreas y Corrientes otro tanto, con destino al mercado interno, mayormente aserrable de buena demanda y precios. Sólo una proporción de 20% de la producción se destina a plantas de triturado o de pulpa.
Las distintas leyes de fomento forestal en argentina no han alcanzado su objetivo de incrementar significativamente la superficie forestada de tal manera de consolidarun activo forestal atractivo para un proyecto celulósico.
Hoy, tanto Entre Ríos como Corrientes siguen teniendo aproximadamente la misma superficie de eucalipto con destino mayormente al mercado local de madera sólida.
Argentina no sólo carecía (y carece todavía) del contexto macroeconómico para atraer este tipo de inversiones extranjeras, tampoco tenía (y sigue sin tener) la masa forestal crítica para darle sustento al inicio de cualquier proyecto de esta envergadura.
Sumado a la falta de incentivos a la inversión extranjera, cambio permanente de reglas de juego, Ley de tierras y otro extenso listado de trabas y restricciones al desarrollo foresto-industrial.
En la actualidad, Argentina sigue sin contar con el recurso eucalipto ni las condiciones para pensar en un proyecto de este tipo, por lo menos en el corto plazo.
Son muchos años sin inversiones significativas en el sector forestal argentino. Y muchos creen que estos grandes proyectos no se destinaron a Argentina por culpa de los gobernantes, pero la verdad es que las plantas se hicieron donde las empresas ya venían forestando desde la década del 90.
Las causas son variadas, principalmente Argentina no tiene una base forestal atractiva, y encima ha desalentado y trabado la inversión externa desde fines de los 90.
El conflicto de Botnia no sólo distanció dos países amigos involucrados en un gravísimo conflicto diplomático, además dañó seriamente la imagen del sector ante el inversor extranjero. Y todavía hoy sigue confundiendo las causas del por qué no hay plantas de celulosa en Argentina.
(*) Gracias a una colega de Uruguay que me recordó datos del proceso de inversiones ocurrido en ese país







