Durante las 7ª Jornadas Celulósico Papeleras 2025, la consultora Solenis expuso cómo el sector de la industria de celulosa y papel ha logrado importantes avances en eficiencia energética, reducción del uso de agua y mitigación del impacto ambiental. Las cifras muestran una industria que se reinventa para responder al desafío de la sostenibilidad global.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
BUENOS AIRES (Mayo de 2025).- Con una creciente presión por parte de los mercados y la sociedad para adoptar modelos productivos más responsables, la industria de celulosa y papel está dando señales claras de transformación.
Así lo evidenció la disertación de Jorge Vázquez, gerente de Consultoría Técnica y Aprendizaje de Solenis para Latinoamérica, quien expuso en las 7ª Jornadas Celulósico Papeleras 2025 los logros y desafíos del sector en su camino hacia la sostenibilidad.
En su presentación “Sostenibilidad en la Industria Papelera: Conceptos Básicos y Mejores Prácticas”, Vázquez remarcó que el sector ha avanzado significativamente en áreas clave como la gestión forestal responsable, el aumento del reciclado, la reducción del consumo de energía y agua, así como en la disminución de emisiones de CO₂ y residuos.
La innovación en el diseño de productos también juega un rol clave en este proceso de transición ecológica.
“Todos estos ahorros, además de traducirse en indicadores de sostenibilidad, también se pueden monetizar. La reducción del consumo de agua fresca, de energía eléctrica y de emisiones contaminantes es una oportunidad técnica, económica y ambiental”, destacó Vázquez.

Menos agua, más eficiencia
Históricamente intensiva en el uso del agua, la industria papelera ha logrado reducir drásticamente su consumo de agua fresca, gracias a la implementación de tecnologías de reciclaje interno, cierres de circuito y mejoras en los procesos productivos.
Según datos de la Cámara Argentina del Papel y Afines (CAPA), el consumo promedio pasó de 60 m³ a menos de 30 m³ de agua por tonelada de papel producido desde la década de 1990 hasta hoy.
Las buenas prácticas incluyen el reciclaje de agua en distintas etapas del proceso, con distintos grados de tratamiento según sus características físico-químicas. Esto no solo minimiza el uso de agua de fuentes naturales, sino que reduce la pérdida de energía, el volumen de efluentes y la cantidad de fibras y aditivos descartados.
Energía y emisiones: una ecuación en revisión
La industria papelera ocupa el cuarto lugar a nivel global en consumo energético, representando aproximadamente el 7% del consumo total industrial de energía. Sin embargo, la incorporación de fibra reciclada reduce hasta en un 70% el uso de energía, comparado con la producción a partir de fibra virgen, y en consecuencia, también disminuye significativamente las emisiones de CO₂.
Entre las medidas adoptadas para reducir su huella de carbono se destacan:
- Aumento del contenido reciclado en el proceso productivo
- Mayor uso de energías renovables
- Recuperación del calor en procesos industriales
- Implementación de sistemas de cogeneración
- Sustitución de combustibles fósiles por alternativas menos emisoras
Estas estrategias no solo están alineadas con las metas del Acuerdo de París, sino que además permiten reducir costos operativos y mejorar la competitividad de las empresas.
Con una conciencia creciente sobre el valor del agua como recurso estratégico —menos del 1% del agua dulce disponible en el planeta está accesible en ríos, lagos y acuíferos—, la industria papelera está cada vez más comprometida con su uso racional.
A nivel global, según la ONU, se generan 1.500 km³ de aguas residuales por año, seis veces más que el caudal de todos los ríos del planeta. En este contexto, las acciones de la industria adquieren especial relevancia.
“La sostenibilidad ya no es un plus, es una condición para operar. El sector de la industria de celulosa y papel está demostrando que puede ser parte de la solución, reduciendo su impacto ambiental sin comprometer la productividad”, concluyó Jorge Vázquez.
Con pasos firmes hacia la eficiencia hídrica y energética, y con la adopción de mejores prácticas, el sector papelero argentino se posiciona como un actor clave en la transición hacia una economía más circular y baja en carbono.