El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas pide en la COP16, que se celebrara en Riad (Arabia Saudita) del 2 al 13 de diciembre de 2024, se centrará en frenar la desertificación y el deterioro de la calidad del suelo. Se trata de la mayor conferencia de las Naciones Unidas sobre la tierra celebrada hasta la fecha, en la que los participantes procurarán movilizar fondos e inversiones para restaurar las tierras degradadas y aumentar la resiliencia a la sequía en beneficio de las personas y el planeta.
ROMA (3 de diciembre DE 2024).- El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) de las Naciones Unidas pidió inversiones urgentes para empoderar a los pequeños agricultores a fin de hacer frente a la degradación de la tierra y la desertificación, y contribuir a salvaguardar la seguridad alimentaria, el clima y los ecosistemas del planeta, en la decimosexta Conferencia de las Partes (COP16) de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en Riad (Arabia Saudí).
La degradación de la tierra avanza a un ritmo alarmante en todas las regiones, lo que la convierte en uno de los problemas más graves del mundo. Pero la abundancia de suelos sanos y fértiles es la base de la agricultura y de un futuro seguro y próspero.
En la actualidad, hasta el 40% de las tierras del mundo están degradadas, lo que afecta a la mitad de la humanidad.
La degradación de la tierra y la desertificación afectan en particular a los pequeños agricultores de los países en desarrollo, que producen un tercio de los alimentos del mundo y son esenciales para la seguridad alimentaria de sus comunidades, sus naciones y el planeta.
“El planeta cada año pierde tierras fértiles equivalentes al tamaño de Uganda”, declaró Álvaro Lario, presidente del FIDA, antes del evento. “Necesitamos invertir urgentemente para revertir este declive y restaurar millones de hectáreas para proteger nuestro clima, la biodiversidad y el suministro de alimentos”.
Se estima que los beneficios de las inversiones en prácticas de restauración y gestión sostenible de la tierra pueden ser enormes. Por cada dólar invertido en restauración se obtienen hasta 30 dólares de beneficios económicos.
Además, la mejora de la salud de los suelos puede compensar entre el 5 % y el 20 % de las emisiones mundiales, al tiempo que aumenta la seguridad alimentaria.
Sin embargo, la financiación destinada a las zonas rurales y a la agricultura de los países en desarrollo, tanto a escala mundial como nacional, no responde a sus necesidades. Por ejemplo, los pequeños productores reciben menos del 1 % de la financiación mundial para el clima, es decir, unos 5 000 millones de dólares al año. Según el FIDA, el déficit de financiación asciende a 75 000 millones de dólares al año.
“No sólo necesitamos más financiación para los sistemas alimentarios, sino también una financiación más inteligente”, afirmó Lario. “Sólo movilizando la financiación del sector privado construiremos sistemas agroalimentarios más resistentes y sostenibles. La naturaleza es un bien común, e invertir en su viabilidad a largo plazo ofrece beneficios, tanto económicos como sociales.”
En la COP16, el FIDA destacará las consecuencias de la falta de inversión en la seguridad alimentaria, la pobreza y la estabilidad. La desertificación y la sequía amenazan los medios de vida de unos 1 500 millones de personas en todo el mundo.
La producción de alimentos de los pequeños productores es esencial para la estabilidad económica en muchos países en desarrollo donde la agricultura impulsa el producto interno bruto (PIB).
Además del costo humano y económico de la degradación de la tierra y el cambio climático, estos fenómenos podrían obligar a hasta 700 millones de personas a emigrar de aquí a 2050. A cada pérdida del 5 % del PIB se asocia un aumento del 12 % en la probabilidad de conflictos violentos.

Soluciones basadas en la naturaleza
Reconociendo la interrelación que existe entre la degradación de la tierra y el cambio climático, y en respuesta a la creciente urgencia de adoptar medidas relacionadas con el clima, el FIDA está aumentando su gasto en apoyo de la acción climática, en particular en soluciones basadas en la naturaleza y la restauración, del 25 % de su programa de préstamos y donaciones durante el período 2019-2021 al 40 % de 2022 a 2024.
En su próximo ciclo de financiación, de 2025 a 2027, el FIDA aumentará aún más esta proporción, hasta alcanzar el 45 %. En 2024, el FIDA invirtió más de 750 millones de dólares en proyectos destinados a ayudar a los pequeños productores a aumentar su resiliencia ante el cambio climático, un notable salto con respecto a los 502,7 millones de dólares invertidos en el período 2022-2023.
En sus dos últimos ciclos de proyectos, el 60 % de la cartera del FIDA ha aplicado prácticas agroecológicas que impulsan la productividad al tiempo que preservan los recursos naturales.
Entre 2015 y 2021, el FIDA ha contribuido a detener la desertificación y a recuperar más de 1 millón de hectáreas de tierras invirtiendo más de 1 000 millones de dólares en iniciativas de restauración de tierras, que incluyen la agroecología, es decir, un enfoque integrado basado en la aplicación de principios ecológicos y sociales al diseño y la gestión de sistemas agrícolas y alimentarios sostenibles.
En 2024, el FIDA se sumó a la iniciativa Visión para Cultivos y Suelos Adaptados con el fin de impulsar aún más la financiación de la adaptación al clima y empoderar a los pequeños productores.
Al restaurar la salud del suelo, promover cultivos resilientes al clima y mejorar la adopción de decisiones mediante enfoques participativos, esta iniciativa aborda directamente las necesidades de los productores afectados por el clima.
La COP16, que se celebrara en Riad (Arabia Saudita) del 2 al 13 de diciembre de 2024, se centrará en frenar la desertificación y el deterioro de la calidad del suelo. Se trata de la mayor conferencia de las Naciones Unidas sobre la tierra celebrada hasta la fecha, en la que los participantes procurarán movilizar fondos e inversiones para restaurar las tierras degradadas y aumentar la resiliencia a la sequía en beneficio de las personas y el planeta.