Con un rol vital para la biodiversidad y el cambio climático, los pastizales y sabanas naturales están gravemente subvalorados y desprotegidos a nivel mundial, poniendo en riesgo el cumplimiento de los objetivos del Marco Global de Biodiversidad.
COLOMBIA (30 de octubre de 2024).- Los pastizales y sabanas naturales, que cubren alrededor del 54% de la superficie terrestre y concentran el 33% de los puntos críticos de biodiversidad global, se encuentran gravemente subvalorados y subfinanciados, según se destacó en la Conferencia de Biodiversidad de las Naciones Unidas (COP16) en Colombia.
A pesar de su importancia, solo el 8% de estos ecosistemas cuenta con protección legal, mientras que aproximadamente el 40% ya ha sido transformado para otros usos, un fenómeno impulsado por el cambio climático, el uso intensivo de tierras y una gestión deficiente de los ecosistemas.
En la conferencia, la WWF y la Fundación Vida Silvestre Argentina hicieron un llamado a los países a reconocer la importancia de estos ecosistemas para la biodiversidad y la mitigación del cambio climático. A pesar de su papel fundamental, en los compromisos nacionales por la naturaleza, los pastizales y sabanas suelen recibir menciones descriptivas sin incluir metas específicas o acciones concretas.
Los servicios ambientales irremplazables de pastizales y sabanas
Los pastizales y sabanas cumplen funciones ecológicas esenciales, como el almacenamiento de carbono, la prevención de inundaciones, y la promoción de una agricultura sostenible que provee seguridad alimentaria y alberga altos niveles de biodiversidad, especialmente en zonas templadas.
Estos ecosistemas también facilitan la conectividad entre hábitats, como la región de la Orinoquia en Sudamérica, que actúa como corredor natural para especies y regula el flujo de agua entre los Andes y la Amazonía. Además, representan un pilar cultural para las comunidades llaneras y gauchas en países de América Latina.
La crisis en Sudamérica
El avance de la agricultura, la expansión urbana y la conversión de tierras han reducido significativamente estos ecosistemas en Sudamérica. En Argentina, se estima que entre 2000 y 2019 se perdieron más de 3 millones de hectáreas de pastizales naturales, especialmente en la ecorregión pampeana, hábitat de especies emblemáticas como el venado de las pampas. Paraguay, por su parte, tiene apenas un 10% de sus sabanas y pastizales protegidos, a pesar de que abarcan casi un tercio del territorio.
En Colombia, la Orinoquia, que cubre el 42% del territorio, pierde 200.000 hectáreas al año debido a la agricultura intensiva, afectando gravemente la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de la región.
La falta de protección y de financiamiento para estos ecosistemas amenaza la biodiversidad y pone en riesgo la sostenibilidad de los recursos naturales esenciales para la humanidad. La COP16 en Colombia subraya la urgencia de que los países redoblen sus esfuerzos para incluir a los pastizales y sabanas en sus metas ambientales con acciones concretas y financiamiento suficiente para su conservación y restauración.
Los pastizales y las sabanas naturales cubren cerca del 54% de la superficie terrestre del planeta y albergan el 33% de los puntos críticos (hotposts) de biodiversidad global. Sin embargo, están siendo transformados en un ritmo alarmante. A nivel mundial, solo el 8% de las sabanas y pastizales están protegidos y alrededor del 40% ya han sido transformados.
“En la lucha contra la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, todos los ecosistemas son importantes. Para alcanzar los objetivos de la CBD de la ONU y la CNMUCC, los gobiernos no pueden seguir ignorando a los pastizales y las sabanas”, dijo Martina Fleckstein, directora global de Políticas Alimentarias en WWF Internacional.
“Si realmente queremos enfrentar las crisis interconectadas del clima y la biodiversidad, necesitamos estos aliados. El conocimiento sobre cómo proteger, gestionar de forma sostenible y restaurar estos ecosistemas ya existe. Ahora necesitamos ponerlo en práctica ”.
Asegurar y mantener los pastizales y las sabanas naturales como ecosistemas saludables requiere de un enfoque estratégico a través de financiamiento innovador, compromisos globales y políticas nacionales:
Proteger: aumentar el área conservada de manera efectiva en áreas protegidas ecológicamente representativas y otras medidas de conservación efectivas (OMEC), para incluir ejemplos viables bien conectados de todas las ecorregiones de pastizales y sabanas (Meta 3 del MGB).
Gestionar: mejorar el manejo de los pastizales y sabanas del mundo para optimizar los niveles de pastoreo e impulsar la biodiversidad, para ayudar en la adaptación al cambio climático, aumentar el almacenamiento de carbono, reducir la compactación y la erosión, y aumentar otros servicios ecosistémicos asociados (Metas 8 y 10 del MGB)
Restaurar: implementar acciones de restauración en grandes áreas de tierras degradadas para restaurar los servicios ecosistémicos y mejorar los medios de vida de más de mil millones de personas que viven en tierras agrícolas degradadas. (Meta 2 del MGB)
Los pastizales y sabanas en Argentina
Los cambios en el uso del suelo, principalmente para actividades agropecuarias no sustentables y expansión urbana, han reducido y alterado significativamente los ambientes de pastizales y sabanas de la Argentina, poniendo en riesgo su biodiversidad y afectando los servicios ecosistémicos que brindan a las poblaciones locales. Son los ecosistemas más transformados, y por ende los más escasos. Son fuente de numerosos servicios ecosistémicos entre los que se destacan la producción de alimentos, la regulación de los recursos hídricos y la provisión de hábitat para una gran diversidad biológica, gran parte de ella amenazada de extinción.
En Argentina cuatro grandes ecorregiones contienen ambientes de pastizales y sabanas, que han sido históricamente transformadas:
Pampas: la ecorregión Pampeana cubre alrededor del 60% del área de pastizales de Argentina, siendo la más extensa y ocupando cerca del 15% del territorio terrestre continental del país. Posee una notable biodiversidad que incluye alrededor de un centenar de mamíferos terrestres, como el icónico venado de las pampas. Alrededor del 80% de los pastizales pampeanos ya han sido transformados para actividades agrícolas y ganaderas, y sólo el 2,6% se encuentra bajo áreas protegidas.
Campos y Malezales: también llamada la Sabana Mesopotámica, esta ecorregión es una llanura ondulada cubierta con diferentes tipos de pastizales. La vegetación está formada en el norte por pajonales y pastizales, compuestos por diversas comunidades de herbáceas con especies típicas de las ecorregiones del Gran Chaco y del Bosque Atlántico. Poco más del 20% de los Campos y Malezales ya fueron convertidos, mientras que tan sólo el 1% se encuentra protegido.
Espinal: caracterizado por pastizales y bosques y denominado como la “pampa boscosa”, alberga muchas especies pampeanas que son afectadas por la caza y la transformación del hábitat. Gran parte del Espinal está ubicada en terrenos con un alto nivel de desarrollo agrícola y urbanístico, lo que llevó a que cerca del 50% fuera convertido. Sólo un 1,6% de su superficie se encuentra protegida.
Chaco Húmedo: forma parte del Gran Chaco y se caracteriza por su gran cantidad de cursos fluviales y humedales. Alberga una particular flora y fauna, destacándose la cantidad de especies de reptiles, aves y mamíferos, muy distinta a las regiones más secas de la región chaqueña. Esta ecorregión sufrió la conversión del 15% de su superficie, y del territorio remanente sólo alrededor del 1% se encuentra bajo alguna categoría de protección.
“Desde Fundación Vida Silvestre Argentina buscamos conservar y proteger los pastizales y sabanas naturales de nuestro país para preservar tanto las especies nativas y los servicios ambientales que proporcionan a la sociedad, como también los valores culturales asociados a estos paisajes. Trabajamos de forma colaborativa con diferentes sectores para impulsar la creación y mejora de la gestión de las áreas naturales protegidas, fomentamos la implementación de buenas prácticas ganaderas, que sean compatibles con la conservación de los ambientes naturales y promovemos el ordenamiento ambiental de las actividades productivas en estos paisajes”, afirmó Paula Guzzetti, coordinadora del Programa de Pastizales y Sabanas de Fundación Vida Silvestre.