La reserva natural privada Akaguapy es una reliquia oculta en la Selva Paranaense en el Alto Uruguay misionero, en el municipio de San Vicente, en la provincia de Misiones. Un emprendimiento sostenible en una zona rural, propiedad de Jesús Rivas y su hija, Sabrina Rivas Viera, oriundos de la localidad de Morteros, de la provincia de Córdoba. «La reserva es una reliquia, lo primordial es entender que en ese espacio hay vida silvestre que se está desarrollando de manera libre y segura, y ese es nuestro principal orgullo», expresan sus propietarios.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
MISIONES (25/6/2024).- El área protegida es a la vista una experiencia única, y en su recorrido ofrece una desconexión total. Aire puro, flora y fauna silvestre característica de la ecorregión del Bosques Atlántico y de todos los verdes del monte nativo, integrando el municipio la ruta de la Selva Misionera.
Argentina es uno de los países de Latinoamérica con más superficie protegida en reservas naturales privadas. Y en la provincia de Misiones, este es un ejemplo de esfuerzos privados donde producir y conservar es posible.
La Selva Paranaense cumple un rol fundamental en la regulación de la temperatura, en el ciclo del agua, en la conservación del suelo y en la productividad, además de otros importantes servicios.
La reserva privada atraviesa el Corredor Verde que está severamente fragmentado en el centro y en la línea entre San Vicente y Bernardo de Irigoyen, con notables desmontes en toda el área, sobre todo en el norte, entre el aislamiento del Parque Provincial Urugua-í y de la Reserva de Biófera Yabotí. Por ello, la vital valoración de la acción de los propietarios en el proyecto de conservación y restauración.
En ese contexto, Akaguapy es sin dudas una reliquia y para sus propietarios, lo primordial es entender que en ese espacio hay vida silvestre que se está desarrollando de manera libre y segura, y ese es su principal orgullo.
Sus características ambientales principales son la selva paranaense sobre la cuenca de El Soberbio.
El compromiso voluntario de sus propietarios con la conservación de la biodiversidad de la selva misionera se hace realidad todos los días en el área protegida. Y la fuente de supervivencia de la reserva privada es la producción y comercialización de yerba mate orgánica que lleva su nombre, «AKAGUAPY». Es una práctica amigable con el ambiente del lugar, de bajo impacto ambiental, que permite que la flora y la fauna se desarrollen normalmente, y de manera sostenible.
Akaguapy está ubicada a 22 kilómetros al norte de San Vicente, tras su última incorporación, la propiedad abarca 109 hectáreas de área protegida a 2 km de la Ruta nacional 14, y hay asentamientos dentro de las tierras.
Esta reserva protegida comenzó como un sueño, con la adquisición de tierras de la familia Rivas desde 1988, impulsada por el deseo de Jesús y Sabrina de preservar un rincón de la selva misionera.
Han trabajado incansablemente en el territorio para proteger este valioso ecosistema. «Aquí no hay señal de internet ni red móvil, lo que permite una reconexión total con la naturaleza y fomenta un espíritu de conservación. Es un lujo que muy pocos saben apreciar hoy en día», comenta Sabrina Rivas Viera, en la entrevista con ArgentinaForestal.com.
Durante años, se dedicaron al proyecto ambiental con la recuperación del monte mediante la plantación de pino paraná y yerba mate, creando un entorno donde la naturaleza y la producción sostenible coexisten armoniosamente.
Fue declarada reserva natural de interés municipal en 2014 y sancionada bajo categoría de reserva privada en 2016, inscrita legalmente ante el Ministerio de Ecología de Misiones y forma parte del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas (SPANP).
En la reserva natural no tienen pensado realizar ecoturismo, por lo tanto, no es de acceso al público, sino para fines de preservación, producción de yerba mate orgánica y proyectos de investigación solicitados por organizaciones públicas y privadas.
Un refugio para la biodiversidad y las cuencas hídricas
Akaguapy, que significa en lengua guaraní «donde la mente descansa», es un valle frondoso con una densa vegetación que aún guarda muchos secretos. A pesar de las limitaciones tecnológicas y humanas, Jesús y Sabrina han registrado siete cascadas en la reserva, aunque solo dos son de acceso relativamente fácil, requiriendo 45 minutos de caminata en un ambiente húmedo.
La colaboración con instituciones como el CONICET han permitido identificar diversas especies en la reserva, incluyendo cinco mamíferos y más de 50 insectos. Claudio Hanssen, el guardaparque honorífico, dirige las actividades en campo y recibe a los investigadores que visitan el lugar.
Desconexión total
En Akaguapy, la desconexión es total. Sin internet ni señal móvil, el lugar se convierte en un refugio ideal para aquellos que buscan escapar del ruido y el estrés de la vida moderna. «Queremos que las personas que conocen nuestra reserva experimenten la tranquilidad y la belleza de la naturaleza en su estado más puro», dice Sabrina.
Sin embargo, la reserva enfrenta desafíos constantes. La caza furtiva y los incendios provocados por vecinos por la práctica cultural de quemas son amenazas significativas para la fauna y la flora que intentan preservar. Junto con la Red Argentina de Reservas Privadas, están trabajando para concienciar a la comunidad sobre estos problemas y promover prácticas más sostenibles.
Para Jesús y Sabrina, el destino futuro de Akaguapy no será para un proyecto turístico. Su enfoque se centra en la conservación e investigación, como también lograr una renta con la producción sostenible en alternativas que respeten el equilibrio con el ambiente, como es la yerba mate orgánica de bajo impacto.
Respecto al turismo en áreas naturales, sostienen que «el ser humano puede ser muy destructivo muchas veces, incluso sin querer. Hay colegas que tienen instalaciones disponibles, habilitadas para la explotación turística, pero no es lo que deseamos en Akaguapy. Por eso, nuestra reserva no abre sus puertas al público general, sino solo a instituciones que buscan investigar y fomentar la conservación del monte nativo y su vida silvestre», explican sus propietarios.
Como miembros fundadores de la Red Argentina de Reservas Naturales Privadas y activos en el Nodo Misiones, Jesús y Sabrina colaboran con otros proyectos de conservación en la región. «Creemos que formar parte de esta red nos brinda una ayuda mutua. Colaboramos en todos los proyectos que están a nuestro alcance con los recursos que disponemos», concluye Sabrina.
Akaguapy, con su enfoque en la conservación y la producción sostenible, se posiciona como un ejemplo inspirador en Misiones de cómo el compromiso y la pasión por la naturaleza pueden crear un legado duradero para futuras generaciones.
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