Cambio climático | Según estudio, las ter­mi­tas ha­cen «diez ve­ces más rá­pi­da» la des­com­po­si­ción de la masa de ma­de­ra

Las altas tem­pe­ra­tu­ras en el pla­ne­ta pue­de im­pul­sar una ma­yor pro­li­fe­ra­ción de termitas y del vo­lu­men de ma­de­ra que des­tru­yen, con la con­si­guien­te li­be­ra­ción de gran­des can­ti­da­des de dió­xi­do de car­bono, que es uno de los ga­ses cau­san­tes del «efec­to in­ver­na­de­ro», afir­ma un es­tu­dio cien­tí­fi­co del que participaron investigadores de la Uni­ver­si­dad In­ter­na­cio­nal de Flo­ri­da (FIU).

 

Fuente: Noticias  NCC

 

ESTADOS UNIDOS (11/2/2023).- Estudios indican que el «círcu­lo vi­cio­so» (cam­bio cli­má­ti­co-ter­mi­tas-tem­pe­ra­tu­ras más al­tas), como lo de­no­mi­na el bió­lo­go de la Uni­ver­si­dad In­ter­na­cio­nal de Flo­ri­da (FIU), Óscar Val­ver­de-Ba­rran­tes, se com­pro­bó que «las ter­mi­tas ha­cen diez ve­ces más rá­pi­da la des­com­po­si­ción de la masa de ma­de­ra».

«Real­men­te com­pro­ba­mos que las ter­mi­tas ac­túan como un ace­le­ra­dor del pro­ce­so de des­com­po­si­ción de la ma­de­ra» de pino que se uti­li­zó como «ce­da­zo» en cada uno de los 133 lu­ga­res ubi­ca­dos en seis con­ti­nen­tes don­de se lle­vó a cabo el ex­pe­ri­men­to de dos años de du­ra­ción, dijo Val­ver­de-Ba­rran­tes.

En el caso de Flo­ri­da, el bió­lo­go de la FIU si­tuó en zo­nas del hu­me­dal de los Ever­gla­des y en los Ca­yos, en el ex­tre­mo sur del es­ta­do, múl­ti­ples bol­sas con tro­zos de ma­de­ra de pino den­tro, unas ce­rra­das que man­te­nían la hu­me­dad y otras con pe­que­ños agu­je­ros de 3 mm de diá­me­tro para per­mi­tir la en­tra­da de in­sec­tos como ter­mi­tas.

Dos años des­pués se rea­li­za­ron las me­di­cio­nes so­bre el efec­to del cli­ma en la des­com­po­si­ción de la ma­de­ra en los lu­ga­res de ob­ser­va­ción.

 

Una vez re­colectadas to­das las bol­sas y exa­mi­na­das las con­di­cio­nes de la ma­de­ra, los ex­per­tos en­con­tra­ron que «más del 50 % de la ma­de­ra que es­ta­ba en bol­sas con agu­je­ros fue co­lo­ni­za­da» por las ter­mi­tas.

 

Un agente que acelera el calentamiento global

No sólo eso, la in­ves­ti­ga­ción re­ve­ló que las ter­mi­tas, que pros­pe­ran más en los cli­mas cá­li­dos que en los fríos, «ha­cen diez ve­ces más rá­pi­da la des­com­po­si­ción de la masa de ma­de­ra», des­ta­ca el aca­dé­mi­co.

Una pri­me­ra con­clu­sión que se ex­trae es que las ter­mi­tas «ace­le­ran mu­cho el pro­ce­so» de des­com­po­si­ción de la ma­de­ra co­lo­ni­za­da, en com­pa­ra­ción con la bio­ma­sa que no es­tu­vo ex­pues­ta a es­tos in­sec­tos.

Las pro­yec­cio­nes del es­tu­dio, pu­bli­ca­do en la re­vis­ta Scien­ce, in­di­can que, para fi­na­les del si­glo XXI, las ter­mi­tas po­drían co­lo­ni­zar has­ta un 30 % más de su tasa ac­tual en zo­nas tem­pla­das, con la con­si­guien­te li­be­ra­ción de ma­yor CO2 a la at­mós­fe­ra.

«Esta ten­den­cia a acu­mu­lar más CO2 en la at­mós­fe­ra pue­de ge­ne­rar un efec­to es­tu­fa (in­ver­na­de­ro) más alto», apos­ti­lló Val­ver­de-Ba­rran­tes, quien re­co­men­dó «con­si­de­rar las va­ria­bles de las ter­mi­tas en los mo­de­los exis­ten­tes», algo que to­da­vía no se hace, para me­dir cómo la ex­pan­sión de es­tos in­sec­tos pue­de ace­le­rar el ca­len­ta­mien­to glo­bal.

El bió­lo­go, ex­per­to tam­bién en mi­cro­bio­lo­gía y evo­lu­ción, re­sal­tó como un asun­to de gran in­te­rés per­so­nal y pro­fe­sio­nal exa­mi­nar, de cara al fu­tu­ro, «el pro­ce­so de des­com­po­si­ción en esas áreas en par­ti­cu­lar» de Flo­ri­da, ya que allí, ade­más de ter­mi­tas co­lo­ni­zan­do la ma­de­ra, ha­lla­ron es­ca­ra­ba­jos, hor­mi­gas y otros in­sec­tos.

«Hay otros ac­to­res que no es­ta­mos in­clu­yen­do to­da­vía en los es­tu­dios so­bre la des­com­po­si­ción de la ma­de­ra, ta­les como la par­te mi­cro­bia­na y otros in­sec­tos», pun­tua­li­zó.

Apun­ta el es­tu­dio que solo un pe­que­ño por­cen­ta­je de las po­bla­cio­nes de es­tos in­sec­tos con­sumen ma­de­ra de los edi­fi­cios, la gran ma­yo­ría «des­tru­ye res­tos de ma­de­ra en los bos­ques tro­pi­ca­les y sub­tro­pi­ca­les».

Por ello, «si el mun­do se vuel­ve más tro­pi­cal, las ter­mi­tas po­drían ser un fac­tor coad­yu­van­te para «tem­pe­ra­tu­ras glo­ba­les más cá­li­das», una po­ten­cial ame­na­za para la ace­le­ra­ción del ca­len­ta­mien­to glo­bal so­bre la que se re­quie­ren to­da­vía más am­plios es­tu­dios y mo­de­los de pro­yec­ción, re­co­no­ció el cien­tí­fi­co.

Pero la con­clu­sión de este es­tu­dio debe im­pul­sar, a jui­cio de bió­lo­go, a la crea­ción de nue­vos mo­de­los que in­clu­yan de qué ma­ne­ra «con un au­men­to de la tem­pe­ra­tu­ra se ex­pan­de el há­bi­tat de las ter­mi­tas y la des­com­po­si­ción de la masa de ma­de­ra en esas zo­nas».

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