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La arquitectura con madera también puede acompañar un momento espiritual: conocé la Capilla del Bosque Sayama, en Japón

Se encuentra en Saitama, Japón. Está ubicada entre el umbral del bosque denso y un pequeño claro, junto a un camino poco utilizado que se extiende a lo largo del cementerio de Sayama. Esta modesta estructura de madera combina perfectamente la espiritualidad, naturaleza y tradición; además de unir la arquitectura contenida, simbólica y claramente expresiva del arquitecto Hiroshi Nakamura; enmarcando la capilla como un foco de quietud, meditación y comunión con la naturaleza.

 

Fuente: Arquitectura & Empresas y El Modulor (twitter)

ESPAÑA (6/12/2020).- “Cuando se reza, se crea un pequeño espacio dentro de las manos cuando los dedos se unen suavemente. Parece que ese pequeño espacio de oración fue sacado para formar la arquitectura. A medida que la gente reza, también lo hace la arquitectura” dice Nakamura, creador de la obra del estudio Hiroshi Nakamura & NAP.

La Capilla del Bosque Sayama está inspirada en la estructura tradicional en forma de “V” invertida llamada “Gasshō-zukuri”, que significa literalmente “manos unidas en oración”. El interior es austero. Solo, se destaca la presencia del altar y unos pocos bancos, con la calidez de la madera en un entorno de naturaleza, comentó un arquitecto español al destacar en su cuenta de twitter la obra realizada.

El proyecto nació de la necesidad de crear una capilla para el Cementerio Sayama Lakeside. En este contexto funerario, en el que la espiritualidad y la reflexión son importantes, y teniendo en cuenta la fuerte espiritualidad de las culturas orientales, la capilla se enmarca como un foco de quietud, meditación y comunión con la naturaleza. Anteriormente a este proyecto, Nakamura ya diseñó un espacio comunitario para este cementerio, un espacio circular cuyo diseño también se articulaba en torno a la reflexión y la relación con el bosque, indicaron en un artículo de Arquitectura & Empresa, de España.

Conexión natural, cultural y espiritual

Este lugar fue creado como un espacio de meditación, y está abierto a todas las religiones y denominaciones, ubicándose en un entorno natural de abundantes bosques y vida de los ríos a su alrededor.

“La arquitectura refleja el camino de la vida. El bosque esta tratado como el nexo mutuo de oración en las distintas religiones, dentro del concepto de que es la propia arquitectura la que ora al bosque en primera persona”, explica

La “Capilla del Bosque Sayama” está ubicada entre el umbral del bosque denso y un pequeño claro, junto a un camino poco utilizado que se extiende a lo largo del cementerio de Sayama en la prefectura de Saitama, Japón. Esta modesta estructura de madera combina perfectamente la espiritualidad, naturaleza y tradición; además de unir la arquitectura contenida, simbólica y claramente expresiva del arquitecto “Hiroshi Nakamura”; enmarcando la capilla como un foco de quietud, meditación y comunión con la naturaleza.

Con la espiritualidad, la tradición y la vinculación con la naturaleza como punto de partida, se establece un volumen resultado de replicar los vanos en “V” invertida 7 veces enfocando hacia múltiples lugares del bosque, uniéndose hacia la parte central en un resultado irregular y natural, que recuerda a las formas fractales. La planta se percibe como un triángulo imperfecto al que se le extraen una serie de círculos, en los que se ubican árboles que prolongan el bosque hasta los mismos límites del templo. Del mismo modo, las pronunciadas inclinaciones de los vanos buscan acomodar el volumen de la capilla al de la vegetación, más voluminosa en las copas de los árboles.

Respecto a la materialidad, exteriormente, se perciben una serie de faldones alabeados, compuestos por una serie de piezas o tejas de aluminio fundido, creadas artesanalmente. Dichas piezas tienen unas dimensiones de 180 x 200 x 4mm de espesor. Su reducido grosor se debe a que era el espesor mínimo requerido para las condiciones de durabilidad, y máximo para permitir a los artesanos doblarlo con las manos para adaptarlo a las curvaturas cambiantes del volumen.

El frío revestimiento exterior contrasta con la calidez del interior, donde el volumen se forra con finas lamas de madera que ascienden verticalmente a modo de enormes columnas cónicas, recreando el efecto de la estructura y acentuando la verticalidad y la triangularidad de los huecos, ejecutados en grandes piezas de vidrio para conectar al visitante con el bosque exterior. El suelo es de una discreta pizarra, y se inclina muy ligeramente hacia el altar, con la intención de que los visitantes acaben orientándose inconscientemente hacia él, y lleven su vista en la lejanía del bosque. En el interior, solo se destaca la presencia del altar y unos pocos bancos. La discreta materialidad y el mobiliario austero contribuyen a la espiritualidad y recogimiento del lugar.

El suelo es de una discreta pizarra que se inclina muy ligeramente hacia el altar, con la intención de que los visitantes acaben orientándose inconscientemente hacia él, y lleven su vista hacia la lejanía del bosque.

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