“Las fotos, vídeos y las palabras, por muy bien enfocadas, grabadas y expuestas que estén, no son comparables con los sentimientos vividos en esta búsqueda de una de las especies de felinos más fascinante del mundo”, señala el autor del especial e investigación publicada en National Geographic bajo el título “Un año entre felinos”. Andoni Canela mira profundamente a la naturaleza a través del diario de un año viajando por África, Asia, Europa y América en busca de 8 grandes felinos. Un capítulo especial que extraemos en la presenta nota es el Jaguar o Yaguareté de América del Sur.
ESPAÑA (10/10/2020).- El jaguar es el felino más grande de América y el único del género Panthera en todo el continente. Un jaguar adulto macho puede llegar a pesar más de 150 kilos y, en proporción, posee el cráneo más grande de todos los felinos del planeta. Sus mandíbulas extremadamente fuertes son capaces de destrozar el cráneo de un caimán adulto de un mordisco lo que, junto a su agilidad tanto dentro como fuera del agua, le convierten en uno de los depredadores más letales de las zonas donde habita.
Encontrarlo no es una tarea sencilla, pero conseguir verlo es un premio inolvidable que se queda grabado en la retina de aquellos que lo logran.
EL PANTANAL, BRASIL
El destino escogido para ir en su busca es Brasil, en concreto la zona conocida como El Pantanal, un auténtico paraíso de vida salvaje. El Gran Pantanal es una de las áreas húmedas más extensas del mundo. Limítrofe al oeste con Bolivia, se extiende dentro de los estados brasileños de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul. Este vergel de biodiversidad cambia notablemente según el mes del año.
En la época de lluvias, de octubre a marzo, se registran entre el 70 y el 80 por ciento del total de las precipitaciones anuales, convirtiendo la zona en una gigantesca laguna de millones de kilómetros cuadrados. Para hacernos una idea de la inmensidad de este territorio basta una simple comparación: la distancia de norte a sur es similar a la que separa Madrid de París, más de mil kilómetros plagados de una gran biodiversidad.
«En esta ocasión me acompañan en el viaje mi hijo Unai y Roberto Sánchez Mateos, un experto en águilas y felinos que ha viajado alrededor del mundo durante más de dos décadas a la búsqueda y observación de distintos tipos de animales», relata
NAVEGANDO EL RÍO PARAGUAY
Amanece sobre el río Paraguay. Ni una nube, ni una brizna de viento. Se trata de uno de los grandes ríos de América, tanto por su caudal como por su biodiversidad y es uno de los mas importantes del continente. Nace en Brasil y discurre de norte a sur hasta que se convierte en el principal afluente del río Paraná tras atravesar Paraguay, frente a la localidad argentina de Isla del Cerrito. Su cuenca está entre las 20 más extensas del mundo, con una superficie de 1.170.000 kilómetros cuadrados y sus 2.695 kilómetros de longitud lo convierten igualmente en uno de los 40 ríos más largos del planeta. O lo que viene a ser lo mismo, un auténtico espectáculo natural.
El río Paraguay nace en Brasil para convertirse finalmente en el principal afluente del río Paraná. En total, más de 2.600 km de pura naturaleza.
Nos movemos con una pequeña embarcación a favor de la corriente, al ritmo del chapoteo del remo. Por esta zona, las aguas de tono marrón y ocre apenas permiten ver el fondo. El escaso desnivel del Pantanal nos obliga a navegar muy lentos por la baja velocidad de la corriente.
Una garza tigre, posada sobre una rama, observa fijamente un punto indeterminado del río. A poca distancia, un caimán mueve un ojo mientras, inmóvil en la orilla, espera a que el desayuno pase cerca de sus fauces. Más allá de la pared de árboles, no se ve nada: la selva es un muro uniforme que lo tapa todo.
EL PRIMER AMANECER
Las primeras noches en la selva son siempre animadas. Cuesta mucho conciliar el sueño por la sinfonía de sonidos de la naturaleza: aves, ranas, grillos, primates, búhos… cada uno dotado de un tono y cadencia característica. El concierto es espectacular. A la salida del sol, me levanto, escucho esos bellísimos sonidos y contemplo absorto el amanecer. Belleza sublime. Mientras Unai duerme, bajo al río a tomar unas fotografías.
Las tupidas ramas de los árboles están en plena actividad a estas horas de la mañana. Allí veo garzas tigre, garzas coco, jabirúes, anhingas y martines pescadores de varias especies. En una playa observo un pequeño grupo de capibaras que descansan en la orilla. El paraíso animal es esto. Biodiversidad en estado puro.
DE MÉXICO AL NORTE DE ARGENTINA
El jaguar sobrevive todavía en muchos países americanos, aunque en varios de ellos es muy escaso. Su distribución va del sur de Estados Unidos al norte de Argentina. Se encuentra en casi todos los países de América Central y Suramérica, excepto en Uruguay y El Salvador. Su hábitat preferido son las selvas tropicales, los ríos y humedales. También vive en sabanas, en bosques secos y en montañas. En Los Andes se han visto jaguares por encima de los 3.500 metros de altura. Al norte de México y sur de Estados Unidos sobreviven unos pocos ejemplares en un hábitat muy seco donde los jaguares se refugian en los profundos barrancos fluviales que conforman el paisaje.
La población actual de jaguares se calcula entre 14.000 y 16.000 jaguares. Pueden parecer muchos, pero está calificado en la Lista Roja de la UICN como “especie casi amenazada”. Y es que en muchos de los lugares que habita se encuentran en vías de extinción. Sus amenazas principales son la deforestación del hábitat, el conflicto con el hombre por ataques al ganado, la caza furtiva y el comercio de pieles. Además, se les mata para traficar con sus patas, huesos y dientes como alternativa al tigre para elaborar remedios caseros en Asia. En las últimas décadas, los enormes incendios en los territorios en los que vive han provocado muertes tanto de manera directa como indirecta.
Los jaguares tienen una clara preferencia por los ríos, lagunas, humedales y ambientes selváticos. Aun así, son capaces de vivir en otros tipos de bosques y en zonas montañosas, bosques secos, y hasta áreas semidesérticas. A menudo se le ve nadando, al igual que ocurre con otro de los grandes felinos, el tigre.
Cazador oportunista, es un súper depredador muy importante en los ecosistemas, principalmente por el control de las otras especies que le sirven de presa. El jaguar puede cazar prácticamente de todo. Y lo hace. Sus presas favoritas, sin embargo, van a depender del lugar donde vive. De manera específica, en el Pantanal donde hemos venido a buscarle, serán el caimán, el capibara y el ciervo de los pantanos sus platos preferidos.
Foto: Andoni Canela. Navegando por el Amazonas a la búsqueda de un Jaguar
SIN SUERTE
Pasan cuatros días y los jaguares no aparecen. Al día siguiente vuelve a llover y la previsión es similar para las siguientes jornadas.
A los jaguares no les importa la lluvia, pero provoca que se dispersen al igual que hacen sus presas, porque ni los unos ni los otros dependen ya tanto de los ríos para beber. Aquí está empezando la época de lluvias y en unas semanas habrá agua por todos los sitios. Incluso en estas condiciones, no hay otro lugar en el mundo como el Pantanal para observar jaguares.
Este lugar es el paraíso para este felino gracias a la protección de la que goza. Estoy seguro de que acabaré viendo más pronto que tarde a este esquivo felino que parece rehuir de mi objetivo.
Encuentros en la noche
Dos semanas buscando jaguares y no encontrar ni uno es duro. Pero a veces las cosas no suceden como uno las planea. Nos marchamos de la sierra de Amolar algo tristes por no poder localizar ni un solo ejemplar de este esquivo felino.
A varias horas de lancha y todoterreno de Amolar se encuentra la Hacienda San Francisco, dedicada a la agricultura y la ganadería, pero cuyo desarrollo también le ha invitado a apostar por el desarrollo ecoturístico. Allí trabaja Rafael Hoogesteijn, un veterinario especialista en jaguares. Es experto en manejo de ganado y coordina acciones entre científicos de campo y ganaderos. Desarrolla su labor para la Fundación Panthera –ONG dedicada a la conservación de los felinos por todo el mundo–, buscando estrategias para reducir la depredación del ganado causada por el jaguar. Explica que “los ataques al ganado son el principal problema para el jaguar. Y también para la población que los sufre».
Gracias al trabajo de la Fundación Panthera, los habitantes de la zona ahora saben que es mucho más valioso y provechoso tener un jaguar en sus tierras que matarlo.
Si podemos lograr un manejo que reduzca los ataques al ganado, estaremos haciendo el mejor servicio posible al futuro del jaguar y a los habitantes de la zona”. A final del siglo XX había 100.000 de vacas y ahora, menos de la mitad. Antes no había áreas protegidas, y ahora hay una extensa red de parques y reservas naturales a lo largo de Mato Grosso. “Hace años, cuando se veía un jaguar, lo único que pensaba la gente local era en matarlo para evitar que atacara a su ganado. Ahora, saben que es mucho más valioso y provechoso tener un jaguar en sus tierras que matarlo. El beneficio que aporta un desarrollo turístico equilibrado es mayor que el de un jaguar muerto”, asegura Hoogesteijn.
EL REINO DE LA NOCHE
Llueve dos días y dos noches más. También hay tormentas fuertes. Uno de los días a media tarde el cielo se pone tan negro que incluso parece de noche. Vemos como un par de loras amazónicas aguantan el chaparrón mientras un ñandú queda totalmente empapado.
Es noche cerrada y cae de manera continua una fina lluvia. Escuchamos el sonido de cientos de ranas y el ulular de un lechuzón orejudo. Para poder ver en la oscuridad, llevamos un par de pequeñas linternas y un foco. De repente, se escucha un chapoteo… ¡algo grande se mueve en el río! Es un jaguar enorme. Precisamente el macho dueño del territorio.
El jaguar cruza un brazo de río para intentar sorprender a algún caimán o quizás a un ciervo de las marismas. Apenas tenemos tiempo de verlo nadar entre la vegetación acuática de río. Una vez fuera del agua, mira hacia atrás. Nos cruzamos la mirada unos segundos. Instantes después, desaparece en la oscuridad de la selva. La noche es de los felinos, pienso.
No hay duda que todos los grandes felinos tienen debilidad por las horas oscuras. Sus ojos están preparados para ello. La mayor parte de especies tienen en la noche y en las horas crepusculares sus momentos idóneos para cazar.
Decidimos de nuevo cambiar de lugar. Desde Mato Grosso do Sul viajamos más de 1.000 km hacia el norte hasta el estado de Mato Grosso, en el otro extremo del Pantanal. Allí se encuentra el parque natural Encontro das Águas, uno de los santuarios mundiales para el jaguar.
Este es ya mi tercer viaje al territorio del guacamayo jacinto. En los dos viajes anteriores no había visto ni siquiera la sombra de un guacamayo. Y eso que lo había intentado con ganas. El guacamayo jacinto tiene un nombre científico de los más extraño: Anodorhynchus hyacinthinus.
Actualmente se encuentra en los pantanales brasileños, en Bolivia y Paraguay. En estos momentos la población ha crecido con fuerza y se calcula que hay alrededor de 5.000 ejemplares en su hábitat natural. Ver a un guacamayo jacinto volar en la selva u observar como pela un coco -como en la foto- es un auténtico espectáculo. Me recuerda a un personaje de cómic, a uno de esos animales de juguete de plástico duro que tanto me gustaban de niño.
CHAMANES Y JAGUARES
Las tribus amazónicas atribuyen al jaguar un poder mágico. De la misma manera que al chamán, lo identifican como un mismo ser. Lo relacionan con lo desconocido, lo elevan a otra dimensión. Chamán y jaguar se mueven por tierra, agua y cielo. Curiosamente, se ha documentado a jaguares comiendo hojas de la especie de liana con la que se prepara la ayahuasca, un brebaje chamánico para entrar en un estado psicoactivo.
Para mayas y aztecas, el jaguar era el animal más emblemático. Lo asociaban con la creación de la vida, el poder, la fuerza y la sucesión del día y la noche. Asignaban a este felino el origen de los dioses, la clase noble y los reyes. Estos se ataviaban con sus pieles e incluso con su cabeza, como se aprecia en algunos dibujos y grabados de hace cientos de años, antes de la llegada de los exploradores españoles.
(*) Andoni Canela
Es fotógrafo, periodista y realizador de documentales especializado en temas de naturaleza y medio ambiente. Publicó una docena de libros y mis reportajes aparecen en La Vanguardia, National Geographic, Sunday Times y El País. Es director de El viaje de Unai, documental candidato a los Premios Goya (2017). Actualmente se dedica la mayor parte de su trabajo a PANTERAS.