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Lula baja los impuestos para 25 sectores industriales clave

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El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva anunció una nueva política de desarrollo y busca «exportar más». Reducirá los impuestos de 25 sectores industriales preferidos -entre ellos la celulosa- y ofrecerá a las empresas de esos sectores miles de millones de dólares en préstamos gubernamentales para promover las exportaciones perjudicadas por la apreciación de la moneda. BRASIL (13/5/2008).- En un marco perfecto para la ocasión, la imponente sede del Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) en Río de Janeiro, el presidente Lula da Silva anunció la nueva política industrial con metas hasta 2010. Dispone de 125.000 mil millones de dólares para créditos del sector que deben ser realizados en los próximos dos años y medio. Y contempla la desgravación impositiva para los exportadores por 12.780 millones de dólares desde junio de 2008 hasta diciembre de 2011. Con semejante masa de dinero el gobierno brasileño apuesta a incrementar la inversión interna mediante préstamos a tasas de interés subsidiadas que serán destinados a sectores específicos, algunos de punta y otros más tradicionales. También busca ampliar el horizonte de las ventas de bienes brasileños al mercado mundial, vía recortes tributarios. Apuesta así a pasar de los 160.000 millones de dólares actuales de exportaciones a 210.000 millones en tres años. Entre los 25 sectores elegidos para recibir créditos o rebajas impositivas -también puede ser una combinación de las dos medidas- figuran algunas áreas sensibles como el complejo militar industrial, las tecnologías de información y comunicación, la energía nuclear, la industria de celulosa y el complejo aeronáutico. Hay otros tradicionales, como bienes de capital, automotores, textiles y confecciones y productos de cuero. El plan de Lula impulsará, inmediatamente, la industria naval. Según anunció ayer la estatal Petrobras, será contratada en astilleros nacionales brasileños la construcción de 146 embarcaciones nuevas destinadas a apoyar sus actividades offshore. La biotecnología, el biodiésel y la industrias del agro -entre ellas, los frigoríficos- son parte del paquete. Esta Política de Desarrollo Productivo, como fue bautizado el programa, tendrá en lo que resta del año 37.000 millones de dólares en créditos. La apuesta, según el presidente Lula da Silva, es acelerar la inversión fija, estimular las innovaciones y ampliar el espacio brasileño en su inserción internacional. «Es un plan atrevido. Hace mucho tiempo que no hay nada parecido. Desde fines de los años 70 hasta ahora, no se llegó a presentar ningún programa de esta magnitud», magnificó el ministro de Hacienda, Guido Mantega. Aun así, el colaborador de Lula considera que el esquema tiene realismo: «Es ambicioso, pero con condiciones de ser implementado. Y si es osado en las desgravaciones impositivas, para abaratar las inversiones y fomentar las exportaciones, de hecho apunta a garantizar la sostenibilidad del ciclo de crecimiento.» Con todo, Mantega tuvo que admitir que la profundidad de las medidas tributarias -que implicarán una renuncia fiscal de aproximadamente 4.000 millones de dólares anuales- tiene que ver con la extrema valorización del real frente al dólar. Según señalan expertos (ver Argentina…), la divisa norteamericana perdió en Brasil 50% de su valor en últimos tres años. «Hemos decidido reducir el precio del real con medidas que disminuyan los costos financieros y tributarios de las empresas», dijo. En su discurso en la capital carioca, el presidente Lula da Silva sostuvo que «Brasil vive un momento de transformación». En el plano internacional, consideró que Brasil y otras grandes economías emergentes «serán las responsables, los próximos años, por la mitad de la tasa anual de crecimiento de la economía mundial». Para el jefe de Estado brasileño el mundo asiste a la emergencia de nuevos mercados «ante el fin del período de crecimiento global que fue empujado por la demanda de los consumidores estadounidenses». subtitulo/Argentina, con un escenario diferente/subtitulo El primer impacto en la Argentina de la nueva política industrial brasileña fue el «efecto diferenciador»: «Son dos estrategias económicas totalmente distintas», subrayó el economista Miguel Bein, ex secretario de Política Económica en 2000 y actual consultor de empresas. «Y en ese sentido sirve a los gobernantes argentinos para ver que hay otras estrategias posibles», y con grandes chances de éxito. Según Bein, no es posible olvidar los puntos de partida en ambos casos. «Brasil deja flotar el tipo de cambio, que llevó a depreciar el dólar más de 50% en los últimos tres años. Si dejara transcurrir esa situación sin operar por otros medios sería una fuerte señal para el mundo empresarial en cuanto a la reducción de su rentabilidad. Con las medidas adoptadas, compensa.» Argentina, en cambio, «tiene un bajísimo nivel de crédito de mediano plazo y lo compensa con el tipo de cambio alto. Por eso, el modelo brasileño y el argentino son dos combinaciones distintas», dijo. No se puede olvidar que el país viene de un default, lo que definitivamente influye para la falta de financiación. «Precisa entonces de un alto superávit fiscal constituido sobre todo con las retenciones a las exportaciones», sostuvo. A esto hay que agregar el aumento sustancial del gasto público en los dos últimos años por cuenta de las necesidades electorales. Bein no ve que haya riesgos para la Argentina desde el punto de vista de mercados: «No le exportamos más a Brasil, porque la oferta de bienes es tan escasa que no alcanza para el mercado interno y el externo», lo que explica incluso el déficit comercial con el vecino. SAN PABLO. CORRESPONSAL Por: Eleonora Gosman Fuente: SAN PABLO CORRESPONSAL

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