Medio ambiente |
Lo que en Entre Ríos es casi una mala palabra, río arriba, en Misiones, pareciera ser una industria bienvenida. Tres son las fábricas de pasta celulosa instaladas en esta provincia, que -lejos de las denuncias de contaminación y movilizaciones populares originadas en Gualeguaychú- aquí sólo han despertado una encendida defensa por parte de las autoridades, como el actual gobernador Carlos Rovira, y el ex gobernador Ricardo Barrios Arrechea.
Fuente: La Nación
POSADAS.- Lo que en Entre Ríos es casi una mala palabra, río arriba, en Misiones, pareciera ser una industria bienvenida. Tres son las fábricas de pasta celulosa instaladas en esta provincia, que -lejos de las denuncias de contaminación y movilizaciones populares originadas en Gualeguaychú- aquí sólo han despertado una encendida defensa por parte de las autoridades. Primero fue el actual gobernador, el kirchnerista Carlos Rovira, quien dijo que recibiría con «los brazos abiertos» a inversores como la finlandesa Botnia (la firma que construye una de las papeleras en Fray Bentos, Uruguay). Aún más, le ofreció a su colega entrerriano, Jorge Busti, mediar en el conflicto que mantiene con el gobierno uruguayo. «Rovira no es nadie», le contestó Busti. Ahora es el ex gobernador radical Ricardo Barrios Arrechea quien tomó la posta de la defensa de las papeleras. «En mi provincia no hay, nunca hubo, denuncia alguna por envenenamiento de la población debido a contaminación supuestamente generada por estas industrias. El principal problema de salud de los obreros de Papel Misionero, por ejemplo, es… la obesidad», ironizó el ex coordinador de Política Forestal de la Nación. De las tres fábricas celulósico-papeleras instaladas en Misiones, una está muy próxima a Iguazú, lugar al que concurrieron más de un millón de turistas en 2005. Consultado por LA NACION, Barrios Arrechea dijo que los cambios tecnológicos permiten evitar el uso de insumos tóxicos. «Los malos olores serán cosas del pasado», dijo el ex gobernador, para quien la principal contaminación del río Paraná «son los desechos humanos». Como su sucesor Rovira, Barrios Arrechea también criticó al gobierno entrerriano por oponerse a la instalación de dos papeleras en la margen oriental del río Uruguay. «Atenta contra intereses argentinos por cuanto no pueden funcionar industrias forestales sustentables, eficientes y competitivas sin el funcionamiento de plantas celulósicas, pilares fundamentales para desarrollar el sector», puntualizó. Según el dirigente de la UCR misionera, el país tiene un déficit actual por importación de rubros papeleros de US$ 500 millones, por bajo crecimiento de los bosques cultivados, a pesar de disponer de 20 millones de hectáreas aptas, en su mayoría ociosas. «Resulta incomprensible darnos el lujo de generar disputas estériles, las que sólo conducen a desalentar la radicación de capitales», dijo Barrios Arrechea, y mencionó el caso de Brasil, que ya cuenta con 5 millones de hectáreas cultivadas, con industrias que brindan seis millones de puestos directos e indirectos de trabajo. Los brasileños exportan por US$ 6950 millones, de los cuales el 50 por ciento proviene del sector de celulosa y papel, a través de la operación de 241 fábricas, mientras que en la Argentina hay sólo diez, que venden por apenas US$ 600 millones, indicó. Para Barrios Arrechea «si Entre Ríos quiere cuidar efectivamente el medio ambiente, debería prohibir la existencia de vacas y frigoríficos, grandes emisores de gases de efecto invernadero, evitar los desmontes para fines agrícolas y también la siembra de granos. Debería impedir que funcionara la vieja fábrica de celulosa de Capitán Bermúdez en Santa Fe, cortando el puente Rosario-Victoria sobre el río Paraná». De esta manera, se sumó a las duras críticas vertidas anteriormente por Rovira, quien había señalado que Busti «utiliza el tema de las papeleras en Uruguay con fines de especulación política». «Los empresarios se van hacia la otra orilla, donde tratan con funcionarios conciliadores, menos exigentes -concluyó Barrios Arrechea-. Es por ello que Uruguay se queda con industrias donde trabajarán 20.000 personas. Los argentinos, en cambio, seguimos a la deriva, mientras ocasionales fundamentalistas, entre los cuales puede haber gente bien intencionada, cortan puentes fronterizos. El conflicto ha dejado un tendal de desconfianzas mutuas, de malas relaciones entre vecinos del Mercosur. Todo por una supuesta contaminación que no es tal.»