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La ONU declaró al período 2005-2015 como la década del agua. Sin un manejo racional del recurso, en poco tiempo el agua escaseará del todo. Datos alarmantes de la Argentina.
Fuente: Fundacion Vida Silvetre
MISIONES (22/3/2005).- Imprescindible para la supervivencia humana y la del planeta, el agua es hoy un recurso escaso. En los próximos años, uno de los problemas ambientales más importantes que deberá enfrentar la humanidad será la obtención de agua dulce para abastecer sus necesidades domésticas, agrícolas e industriales en un momento en el que se calcula que la población del mundo utiliza más de la mitad del agua dulce disponible. El caso de la Argentina oscila entre los extremos: mientras los argentinos de clase media consumen treinta veces más agua de la necesaria, hay casi diez millones de compatriotas que aún no tienen acceso a un sistema agua potable de red pública. En 1993 la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió declarar el 22 de marzo como Día Mundial del Agua en conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la Agenda 21. Este año la fecha dará comienzo a la década del agua (2005-2015) bajo el lema «El agua, fuente de vida» que, según la ONU, deberá ser “la década de acción”. La distribución del agua en el mundo es, se sabe, despareja. Hay un alto grado de desigualdad en la disponibilidad de un recurso tan preciado: en algunos lugares hay abundantes fuentes en tanto que en otros el recurso escasea desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, ya en el año 2000 países como Turkmenistán, Irak y Estonia estaban entre los mayores consumidores de agua en tanto que en el otro extremo se ubican Haití y algunos países africanos: Uganda, Zaire, Ghana y Congo, entre otros. Comparado con algunos países, los niveles de consumo de agua en la Argentina son excesivos. En nuestro país se utilizan más de 35.000 millones de metros cúbicos de agua dulce al año y unos 1035 metros cúbicos por persona: el equivalente a 2800 litros diarios. Una persona necesita para vivir entre 200 y 400 litros diarios, es decir que un argentino de clase media consume diez veces más que el mínimo considerado suficiente; el doble que un estadounidense; casi el triple que un japonés y cinco veces más que un europeo. Paradójicamente, el acceso al agua potable de gran parte de la población de nuestro país sigue siendo deficiente. Al inicio de este milenio, casi diez millones de argentinos no tenían acceso al agua potable de red y esta situación no ha cambiado demasiado. Además las enfermedades de origen hídrico tienen una alta incidencia en el país, con una tasa cercana la 50 por mil. Las enfermedades transmitidas por el agua son causantes del 80% de las infecciones del mundo en desarrollo, diarreas, infecciones intestinales, cólera, leptospirosis, son algunas de las patologías propias de la mala calidad del agua. Como si esto no bastara, hay que sumar además el problema de la contaminación que ya en 1995 fue identificado por el Banco Mundial como uno de los problemas ambientales más graves de nuestro país. En la Argentina la implementación de medidas de control adecuadas para el tratamiento y disposición de aguas servidas, residuos peligrosos, sólidos y desechos industriales y domiciliarios es limitada. Ello finalmente termina contaminando cuerpos de agua superficiales y subterráneos. La mayor parte del agua que consume la población proviene de los mismos cuerpos en los que son evacuados los efluentes cloacales e industriales y, dada la falta de tratamiento, la población termina consumiendo agua potable de calidad dudosa o a un alto costo de purificación. En el Río de la Plata se vierten actualmente cerca de 2.300.000 metros cúbicos diarios de residuos cloacales sin tratamiento previo, más 1.900.000 de metros cúbicos de residuos industriales. Todo esto deriva en un proceso de envenenamiento sin retorno de la principal fuente de agua de la Ciudad de Buenos Aires y una de las más importantes de nuestro territorio. “Es hora de ponernos de acuerdo en un plan de uso racional del agua y en la unificación de todos los proyectos que giran sobre este problema y que, en muchos casos, superponen tareas con costos muy altos y pocos resultados en diferentes regiones de nuestro país”, comentó Marcelo Acerbi, Director de Conservación y Desarrollo Sustentable de la FVSA. En diferentes lugares del mundo el manejo integrado y participativo de cuencas, nos muestra que es el camino correcto, para complementar en el terreno los megaproyectos del nivel de macrocuencas, que no siempre logran trasladar sus recomendaciones a la realidad. La Fundación Vida Silvestre Argentina trabaja desde hace años por la conservación de este elemento fundamental. Publicaciones, campañas, su preocupación por los impactos que reciben los esteros del Iberá, la histórica oposición a la construcción de grandes presas en zonas subtropicales, entre otras iniciativas, son parte de las acciones que lleva adelante la FVSA para contribuir a preservar un recurso fundamental sin el cual, como en Marte, no habría vida. En este marco, el desafío para la conservación de los recursos hídricos en el futuro será promover un manejo integrado de cuencas, planificar el uso racional del agua y ponernos de acuerdo para unificar iniciativas de conservación del bien más preciado que tienen los hombres.