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Daniel Maradei: “Las políticas públicas deben enfocarse hacia aserraderos más competitivos para posicionar la madera argentina en el mundo”

El consultor foresto-industrial Daniel Maradei cuestiona las políticas forestales aplicadas en Argentina durante las últimas décadas y propone, en un artículo de opinión publicado en la edición papel de Desarrollo Forestal, un enfoque estratégico que priorice la industria del aserrado, el agregado de valor y el desarrollo federal para transformar el potencial forestal del país en una realidad concreta.

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest

BUENOS AIRES (12 de julio de 2025).- Para el consultor foresto-industrial Daniel Maradei, “en política forestal hemos hecho todo mal en Argentina” en las últimas décadas, a pesar de que muchas veces se destaca el potencial para desarrollar una «Argentina forestal».

Se han debatido extensamente las razones por las que ese potencial no se traduce en inversiones de gran escala que impulsen la industria. A modo de ejemplo, Maradei recuerda que cuando se promovieron plantaciones destinadas a trituración (plantas de celulosa), gobiernos de turno se ocuparon de alejar a los inversores extranjeros; y cuando luego se corrigieron los manejos silvícolas para obtener madera de calidad para aserrío, ahora se vuelve a intentar atraer inversiones celulósicas. “Indudablemente, en algo nos estamos equivocando”, afirma.

Desde su visión, las políticas públicas deben enfocarse en promover industrias del aserrado, modernizando los establecimientos y alcanzando escalas competitivas. “Si tenemos madera de calidad resultado del manejo silvicultural, lo más lógico sería promover la industria del aserrado y toda la cadena posterior para el agregado de valor, con el aprovechamiento de los sub-productos (chip, raleo, aserrín, virutas). El desarrollo del sector podría ser un paliativo al alto índice de desocupación, gracias a la gran demanda de mano de obra que requiere la foresto-industria”, argumenta en su artículo publicado en el último número de la edición impresa de Desarrollo Forestal.

Cita como ejemplo el caso de Misiones, donde el desarrollo forestal y el agregado de valor cambiaron la matriz económica de la provincia, promoviendo un modelo sostenible basado en bosques nativos y plantaciones forestales.

“El potencial forestal existe en Argentina, es una realidad; deben ser pocos los sitios del planeta donde la producción forestal alcance los niveles de eficiencia que tenemos en el Litoral argentino y otras regiones del país. El interés inversor también está presente. Sólo falta que derribemos las barreras y orientemos el apoyo estatal a los sectores con verdadero potencial de desarrollo, transformando la materia prima en empleos dignos que ayuden a combatir la pobreza en el interior”, plantea Maradei.

Forestaciones en Corrientes

De la ilusión forestal al estancamiento: ¿qué salió mal?

Semanas atrás, desde la Comisión Forestal del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica (CPIA), también se analizaron las causas del estancamiento del sector, aportando datos históricos para comprender por qué la prometida “Argentina forestal” sigue sin materializarse.

Maradei, por su parte, recurre a una mirada retrospectiva: “En nuestros inicios profesionales se decía que la región con mayor potencial forestal del mundo era la ABC: Argentina, Brasil y Chile. En ese orden. Uruguay ni figuraba y Paraguay sólo explotaba monte nativo”.

Hoy, la realidad es opuesta: Brasil y Chile están entre los principales productores de pasta y papel del mundo; Uruguay cuenta con tres plantas celulósicas de clase mundial; Paraguay tiene proyectos en evaluación. “Entonces, ¿por qué no pasó lo mismo en Argentina? Me atrevo a decir que fue porque en política forestal hicimos todo mal”, sentencia.

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Falencias en la protección estatal y un modelo desequilibrado

Entre las causas, Maradei menciona: “La industria celulósica-papelera tuvo una importante protección estatal. Pero esa política no generó una industria moderna ni de escala. Al mismo tiempo, se promovieron plantaciones enfocadas exclusivamente en biomasa para trituración, como los pinos en Misiones plantados a 3 x 1,5 metros sin manejo, lo que llevó a la sobreproducción sin destino comercial. Luego, nos opusimos a las fábricas que debían consumir ese material”.

Esa contradicción derivó en raleos a pérdida y crisis para los productores. Recién con la Ley 25.080 se comenzaron a apoyar los raleos no comerciales y tratamientos de poda, dando paso a la obtención de madera de calidad y a prácticas silvopastoriles.

¿Plantas celulósicas o aserraderos modernos?

En ese marco, Maradei insiste: “Hoy tenemos una mayoría de plantaciones manejadas. ¿Y a qué estamos apuntando? A atraer nuevamente inversiones celulósicas. Si tenemos madera de calidad, ¿no sería más lógico desarrollar la industria del aserrado?”. El consultor reconoce la importancia de la industria celulósica como parte del desarrollo integral, pero subraya que “no se trata de oponerse, sino de analizar oportunidades y mercados para orientar políticas inteligentes”.

El ejemplo de Misiones, así como los polos industriales en torno a plantas celulósicas en Brasil, son para él pruebas del impacto positivo que puede generar un enfoque estratégico bien articulado.

Puerto de Posadas, Misiones

El desafío federal y la clave de la competitividad

Maradei propone un enfoque concreto: “Debemos manejarnos como un país federal. Así como se invierte en infraestructura para la exportación agrícola, también deben generarse condiciones similares para las economías regionales, que hoy pierden competitividad por los altos costos logísticos internos”.

Señala también que “en la industria del aserrado, son contados los establecimientos con equipamiento moderno. Es aquí donde deben apuntar las políticas públicas: créditos subsidiados, eliminación de aranceles para equipamiento, mejoras viales, puertos forestales y una legislación que aproveche el potencial del río Paraná”.

En resumen: aún hay tiempo, pero no sobra. “Brasil y Chile están entre los líderes globales. Uruguay tiene tres plantas de escala mundial. ¿Qué pasó con Argentina?”, se pregunta Maradei. Y concluye: “El potencial está, los inversores también. El mundo demanda productos forestales con valor agregado y hay señales de reducción de costos logísticos. Pero debemos entender que no perdimos el tren: decidimos no subirnos. Ahora debemos esperar a estar nuevamente en carrera”.

 

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