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Argentina, rezagada en el desarrollo foresto-industrial: el Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica reflexiona sobre un modelo que no despegó

Un informe de la Comisión Técnica Forestal del CPIA revela duras reflexiones sobre el estancamiento del sector foresto-industrial argentino frente al avance sostenido de países vecinos. La pérdida de bosques nativos, la informalidad en las plantaciones y la falta de una industria competitiva son algunos de los puntos críticos señalados, junto con un llamado urgente a la acción política y técnica para revertir el rumbo.

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest 

 

BUENOS AIRES (4/7/2025).- La comisión técnica forestal del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica (CPIA) publicó un reciente informe crítico que expone las razones por las cuales Argentina no logró consolidar su potencial foresto-industrial, a diferencia de países como Brasil, Chile o incluso Uruguay, que partieron de condiciones similares hace más de medio siglo.

Bajo el título “Aportes del CPIA al desarrollo foresto-industrial”, el análisis abarca la situación de los bosques nativos, las plantaciones forestales y la industria maderera, y concluye con una fuerte advertencia: «Tenemos condiciones naturales excepcionales, pero el estancamiento actual es el resultado de políticas erráticas, falta de inversión y controles débiles”.

Advierte sobre la pérdida sostenida de bosques nativos. «Se registra una alarmante pérdida de superficie de bosques nativos en las últimas décadas, con una caída estimada de 7 millones de hectáreas entre 1998 y 2021».

Si bien existen herramientas para su protección, como la Ley 26.331, la aplicación ha sido débil y los fondos destinados a compensar a los propietarios no se ejecutaron de forma efectiva. La mayoría de los desmontes ocurrieron en zonas rojas y amarillas, que debían estar preservadas.

“La falta de información certera sobre cuánta superficie de bosque nativo queda es preocupante. No disponer de cifras reales impide una gestión adecuada del recurso y abre la puerta a prácticas irregulares”, alerta el documento.

Sobre el sector de plantaciones forestales, con décadas de promoción estatal, fueron «escasos resultados»

El estudio también señala que, pese a más de 70 años de promoción, las plantaciones forestales no alcanzan el desarrollo esperado. Si bien se calcula que hay 1,2 millones de hectáreas forestadas, persiste un alto grado de informalidad en la producción y escasa demanda industrial.

“A diferencia de Uruguay, donde el sector forestal recibió impulso y acompañamiento estatal desde hace 35 años, en Argentina las políticas fueron inconsistentes y la información basada en datos imprecisos”, explica el informe.

Una industria que no logró despegar

Uno de los puntos más críticos señalados es la falta de una industria celulósica-papelera competitiva, que en otros países ha sido motor clave del desarrollo forestal. “La madera de la Mesopotamia argentina es hoy una de las más baratas del mundo debido a la falta de capacidad de transformación local”, sostiene el informe, que también señala trabas a la inversión extranjera, oligopolios y legislaciones restrictivas como obstáculos estructurales.

“El desarrollo industrial forestal no solo es posible, es urgente”, indica el CPIA. “Hay oportunidades concretas en la celulosa, en la generación de energía renovable y en la fabricación de productos con valor agregado. Solo falta decisión política y planificación estratégica”.

El informe cierra con un mensaje en homenaje al Ing. Rodolfo Stella, referente forestal, quien instaba a los profesionales a trabajar por una producción sustentable y comprometida con el ambiente. “Implantar bosques no solo debe pensarse como política productiva, sino como legado ambiental y social para las próximas generaciones”, cita el documento.

La propuesta del CPIA es clara: reorganizar prioridades, actualizar la información técnica, promover la inversión responsable y articular esfuerzos entre Estado, sector privado y academia. Solo así, advierten, Argentina podrá recuperar el terreno perdido y posicionar al sector forestal como una verdadera herramienta de desarrollo.

A continuación compartimos desde ArgentinaForestal.com el informe completo del CPIA:

APORTES DEL CPIA AL DESARROLLO FORESTO INDUSTRIAL

Por más reiterativo que parezca, conviene recordar que en los años 70 estaban dadas todas las condiciones para que los países ABC: Argentina, Brasil y Chile, en ese orden, sean la región con mayor potencial del sector forestal mundial, con posibilidades de abastecer la continua creciente demanda global de madera y sus derivados, especialmente papeles.

Más de medio siglo después la realidad nos muestra que esa posibilidad se dio con creces en Brasil y Chile, y que inclusive se incorporó un nuevo jugador al sector, en aquella época totalmente desconocido dentro del mismo, que es Uruguay.

Totalmente diferente es la situación de nuestro país, donde ese potencial no se concretó en absoluto, continuando con las importaciones por falta de capacidad de transformación de la madera generada con apoyo estatal, y viendo una permanente y preocupante disminución de las superficies de formaciones nativas.

Si bien las últimas administraciones gubernamentales desde los años 90 manejaron equivocadamente por separado a los bosques nativos y a los cultivos forestales, a los efectos de simplificar el análisis de las causas del estancamiento de todo el sector, lo haremos enfocando exclusivamente a las tres áreas preponderantes, que son los bosques nativos, las plantaciones forestales y la industria forestal, sin que esto no signifique que hay otros factores de vital importancia para el desarrollo del sector, como ser la situación macro económica del país, la libertad de comercialización, las trabas a la inversión extranjera, los costos logísticos internos, el estado de la red vial, las deficiencias ferroviarias, etc

1.   Bosques nativos

Como en muchos otros aspectos, Argentina ha sido favorecida en casi todas sus regiones Ecológicas con la existencia de diversas formaciones nativas, algunas con maderas de altísimo valor. La protección de las masas nativas que tanto nos preocupan en la actualidad dado su irreversible degradación, también data desde los comienzos de nuestra organización institucional.

En el Acta del Cabildo del 2 de julio de 1590, apenas concretada la segunda fundación de Buenos Aires, se establecieron penas para aquellos que talaran renovales de algarrobo ubicados en las proximidades del Riachuelo, porque procuraban «abrigo al ganado vacuno».

El 5 de marzo de 1607 se estableció que para talar los montes se debía tener autorización y se imponían severas multas para los infractores. Y el 29 de noviembre de 1610 se prohíbe el corte de los renovales de sauces que protegen las costas.

Durante la Gobernación de Martín Rodríguez, el 9 de marzo de 1823 se establece “que las personas que salieran a hacer leña y carbón en el distrito de la ciudad e islas circunvecinas deben obtener, previamente, licencia con cargo del Cabildo, con apercibimiento de perder toda la madera, leña y carbón, como así también las carretas y bueyes, barcas y balsas y demás instrumentos la primera vez. En caso de reincidencia, la pérdida de la vecindad que tuviere, vale decir, la casa o rancho en que habitase y el destierro por tres años de la ciudad y jurisdicción».

Estos bosques proveyeron a los pobladores originales de leña, alimentos, productos medicinales, tintóreos y brindaron protección para ellos y sus animales domésticos. El oriundo de San Antonio de Areco Juan Hipólito Vieytes también se ocupó del tema forestal en su Semanario de Agricultura, Industria y Comercio, resaltando la importancia de la introducción de nuevas especies y la capacitación de las personas dedicadas a esta actividad.

Continuando con la exhaustiva recopilación histórica realizada por la reconocida bibliotecaria forestal Nilda Fernández, se puede conocer que la protección contra los incendios forestales también se comienza a partir de 1656. Muchas han sido las legislaciones tendientes a su protección, litros de tinta se han gastando escribiendo sobre su importancia, su belleza, las necesidades de su protección.

«El Ministerio de Agricultura, a través del Ministro Dr. Horacio Calderón», elaboró y presentó ante el Congreso de la Nación un proyecto de Ley Forestal, fechado el 30 de septiembre de 1915, que no prosperó pero que permitió contar con los primeros datos confiables sobre la extensión de nuestros bosques y montes.

*La información fue recopilada por la «Sección de Bosques y Yerbales», relevamiento que alcanzó la cifra total aproximada de 1.068.884 Krn ,(93.600 de bosques fiscales).

* En ese aspecto donde reside el valor más destacable de este proyecto.» (Aclaración: unidades en Km2)

 

Conforme pasa el tiempo la realidad es otra, cada vez hay menos superficie de bosques nativos, al menos eso dice la Autoridad responsable de los mismos, que es la Subsecretaría de Medio Ambiente.

Gráfico 1:

Fuente: Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sostenible- DB- Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal y UCAR 2013 Argentina – Plantaciones Forestales y Gestión Sostenible

Indudablemente para manejar un recurso la primera información requerida es el tamaño y la ubicación del mismo. Reconociendo que hace más de un siglo no se disponía de medios como para hacer una determinación muy exacta, pero también valorando la capacidad de los técnicos de esa época en la elaboración de mapas, se asume como verosímil la estimación efectuada, de 100.000.000 has. de bosques nativos en todo el territorio nacional.

En la actualidad es muy arriesgado establecer su dimensión. El Censo Nacional Agropecuario de 1937 determinó 37.535.308 ha. El Instituto Forestal Nacional en 1987 estimó la superficie en 35.180.000 ha.

Un año después en el Primer Inventario Nacional de Bosques Nativos elaborado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (2005) estableció una superficie de 31.443.873 ha.

El mismo Ministerio en 2007, cuando se comenzó a implementar la ley 26.331 de los ordenamientos territoriales dice que son 53.654.545 ha.

Para ello se modificaron los criterios, pasando a computar superficie con árboles de 3 m en lugar de 7 y a incluir a los palmares. En 2015 el Segundo Reporte de Argentina para el Proceso de Montreal se informan 26.590.000 ha. Pero en el Tercer Reporte de 2021 con información de la misma Dirección de Bosques, al 2017 se establecen 27.800.000 ha como el total de tierras forestales del país.

En conclusión, no está nada claro cuál es la superficie real que Argentina dispone de este tipo de bosques. Y tal vez haya mucho interés en que no se sepa con exactitud la evolución de la misma. Aunque si algo está muy claro, es que la reducción de los bosques nativos es una lamentable realidad.

Con la colonización europea se comienza a agregarle valor a la madera, produciendo tablas para las construcciones, durmientes del ferrocarril, taninos para la curtiembre de cueros, etc.

El descubrimiento de la calidad de las maderas existentes hizo que se incrementará notablemente su demanda, tanto para las necesidades locales como para la exportación al viejo mundo, donde aún hoy se pueden apreciar puentes, catedrales y grandes construcciones elaboradas con maderas locales.

Esa gran demanda, el desconocimiento del manejo racional de este tipo de bosques, y el avance de la agricultura y ganadería, como así también los desarrollos urbanos han disminuido notablemente su superficie, provocando a su vez pérdida de biodiversidad, erosión de los suelos, mayores emisiones de dióxido de carbono e impactos negativos en los aspectos paisajísticos. Y a todo esto se suma la falta de control y acciones concretas de parte de las esferas oficiales responsable de las mismas.

Se habla mucho de la importancia de los bosques nativos, pero se hace poco por su preservación, o lo que se hace no da el resultado necesario.

Si bien hay una disminución en el ritmo de pérdida de superficie, la misma Dirección Nacional, responsable de la preservación de los mismos y con recursos más que suficientes para el monitoreo de los desmontes y el pago de los servicios ecosistémicos a los propietarios de los bosques, la realidad es que, según sus datos, entre 1998 y 2021 se han perdido alrededor de 7 millones de hectáreas.

Y se siguen perdiendo a razón de más de 200.000 ha anuales (Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal. Dirección de Bosques. Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación).

Lamentablemente, en los años de funcionamiento de esta ley, no se proveyeron los fondos establecidos, los propietarios de los bosques no recibieron una compensación económica sobre los beneficios ecosistémicos de los mismos y los controles para el cumplimiento de la ordenación territorial han sido lo suficientemente débiles, como para que se siga perdiendo superficie, en áreas que debieran haber sido preservadas.

Según datos oficiales de la misma fuente, el 54,5% de los desmontes han ocurrido en zonas rojas y amarillas. Teóricamente los más de 3.500 Millones de pesos erogados debieran haber permitido establecer planes de manejo y pagado los servicios ecosistémicos.

Pero de ninguno de estos dos objetivos se pueden conseguir informes. El no disponer de las cifras reales imposibilita un manejo adecuado del recurso y permite que ocurran situaciones poco claras, como por ejemplo que haya provincias que tengan mayores superficies de bosque nativo bajo planes de manejo (es decir, recibiendo subsidios del Estado), que la superficie total declarada.

Mayor profundidad de esta información se dispone en: https:/www.vida silvestre.org.ar /fichas de bosques 2023 “Fichas ley de Bosques Nativos” y en un trabajo del Ing. Mario Elizondo.

La solución es relativamente sencilla, siendo el primer paso imprescindible realizar un estudio con imágenes satelitales de alta resolución y con algoritmos que permiten incluir solo la vegetación considerada bosque, de acuerdo a la definición establecida por la ley 26.331.

Este es un trabajo que, de acuerdo a especialistas en el tema puede concretarse en 2 meses de trabajo. Luego, con imágenes sucesivas se puede determinar los sectores desmontados y con los recursos provinciales actuar de inmediato para detenerlos y procesar a los responsables de los mismos.

Algunas de las provincias más afectadas por este problema, están equipadas como para implementar estos trabajos. Solo se requiere el apoyo político para evitar la connivencia de algunos productores con sectores del Estado.

2.   Plantaciones forestales

Al tratarse cultivos, su análisis resulta mucho más sencillo, y teóricamente, al ser destinados a la industria, sus controles debieran ser muy eficientes. Situación está totalmente alejada de la realidad. El principal tema a resolver escapa al sector, ya que se refiere al altísimo nivel de informalidad que existe, tanto en la producción de la madera como en su industrialización.

Y otro de los problemas que influyen en la falta de desarrollo de estos cultivos es la escasa demanda del producto, que trataremos más adelante.

La realidad es que a las plantaciones se las viene promocionando hace más de 70 años, y se supone que tenemos prácticamente la misma superficie que Uruguay, donde los estímulos del Estado comenzaron hace alrededor de 35 años. Esto evidencia que la administración de recursos y la promoción de nuestras plantaciones no fueron correctamente aplicadas y requieren una revisión seria acorde a estos tiempos.

Fue Manuel Belgrano quien impulsa su cultivo y protección. Y ya en 1808 el español Juan Francisco Cobo y Azcona introduce a Mendoza estacas de álamos de Lombardía (Italia). Las primeras referencias de su cultivo en el Delta son de 1818 y pertenecen a Francisco Javier Muñiz. Y lo que podría llamarse el primer plan oficial de forestación fue establecido por la Junta de Gobierno, el 17 de noviembre de 1810, ordenando la formación de nuevos bosques alrededor de la ciudad.

Las primeras cifras sobre su extensión se basaron en declaraciones juradas de censos agropecuarios, y luego desde el Ministerio de Agricultura se comenzó a hablar del millón de hectáreas forestadas, pero una vez más, basados en las declaraciones de plantaciones para la obtención de beneficios económicos o impositivos, donde las cosechas no eran consideradas.

Pero sí se tomaban áreas degradadas, en especial en el Delta, que desde los años ´80 se informaba oficialmente de la existencia de 100.000 has plantadas, interesantes para la biodiversidad, pero sin ningún tipo de aptitud industrial, por tratarse de rebrotes de Sauce americano, de varios ciclos, sin manejo ni control del agua.

Los avances actuales hacen que se esté mucho más cerca de la realidad con los 1,2 millones de hectáreas detectadas por la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto Industrial. Lógicamente es mucho aun lo que puede mejorarse la información, para disponer de cifras reales de plantaciones disponibles para la industria.

Por lo tanto resulta de tremenda importancia que no se desarmen los equipos que se han logrado formar en la Secretaría de Agricultura.

3.   Industria forestal

Este es uno de los principales problemas que aquejan al sector, y que, por su falta de desarrollo, han hecho que la madera de la Mesopotamia sea la más barata del mundo. Los excelentes bosques nativos existentes impulsaron la instalación de diversas industrias basadas en la madera.

En 1850 Santiago Bletscher trae a su aserradero de Buenos Aires rollos de quebracho colorado para usarlo como material tanante en las curtiembres que hasta ese momento importaban corteza de roble. En 1890 se instala la primera fábrica para obtener su extracto en Pehuajó, cerca de Empedrado, provincia de Corrientes.

El quebracho fue así como permitió que llegaran a existir 38 plantas, las cuales por otra parte impulsaron la construcción de vías ferroviarias para transportar su producción hasta el puerto de Buenos Aires.

En lo que respecta al sector celulósico, las primeras producciones comienzan a partir de 1877, utilizando en principio bambúes nativos, cañas o fibras cortas como la paja de trigo y de arroz, Sudan Grass, caña castilla, bagazo de caña de azúcar, el linter del algodón, etc.

Ya para 1930 se comienzan a utilizar fibras de maderas nativas, como Araucaria, Curupí, Timbo e Ingá. En 1953 arranca la planta de Puerto Piray de Celulosa Argentina, diseñada para el consumo de madera exclusivamente, utilizando Araucaria y luego con los primeros raleos de pinos se impulsa fuertemente la plantación de este género en la provincia de Misiones.

Pero toda esa historia y el know how adquirido no fue suficiente para lograr el desarrollo de la industria celulósica papelera. Los motivos pueden ser varios, entre los que se pueden destacar la protección con barreras para arancelarias, el oligopolio del sector, legislaciones contrarias a la radicación de grupos del exterior, etc.

Pero de poco sirve detenernos en analizar las causas del fracaso, más que para tener claro cuáles son aquellos aspectos que deben modificarse.

Sin duda la industria celulósica es la gran demandante de madera y motorizadora del desarrollo del sector, como madre de otras empresas tanto de madera sólida como de energía. Y lo que debe tenerse claro que al ser de capital intensivo y de largo período de repago, es un pequeño grupo de capitales multinacionales los que encaran estos emprendimientos.

Como los beneficios para la región donde se instalan son suficientemente grandes, los países se esfuerzan por atraerlos. Hasta ahora hicimos todo lo contrario. Los recursos naturales son especialmente eficientes y atractivos para la producción forestal.

Solo falta que las autoridades argentinas entiendan los beneficios sociales, económicos y ambientales que el sector foresto industrial puede brindar, y destrabar todos los impedimentos que mucha eficiencia no san llevado al lugar donde estamos.

Recordando a nuestro querido colega, forestal de alma, Ingeniero Rodolfo Stella que decía que debemos bregar por una “producción forestal sostenible que cuide el medio ambiente”, Implantar los bosques para el desarrollo industrial del país y trasmitir el mensaje a los profesionales jóvenes para que apliquen y mejoren sus conocimientos en pos del logro que seguramente ellos podrán avizorar, según decía Rodolfo.

 

 

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