Con profunda tristeza, respeto y afecto, la comunidad forestal argentina despide al ingeniero agrónomo Rodolfo Antonio Stella, quien falleció este miércoles 7 de mayo en Buenos Aires, a la edad de 92 años. Tras varios días de internación en un sanatorio porteño, finalmente se despidió físicamente de la manera que fue su vida, sereno y rodeado de afectos. Sus restos serán traslados a la ciudad de Mendoza donde era su deseo descansar en la eternidad.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
Foto de portada: Gentileza Bichos de Campo
BUENOS AIRES (8/5/2025).- Rodolfo Stella dedicó con pasión su vida a la profesión de Ingeniero Agrónomo hasta sus últimos años, con compromiso y generosidad al desarrollo del sector forestal. Activo en la comisión de Foresto-industria del Consejo Profesional de Ingeniería Agronómica (CPIA), y miembro de la Asociación Forestal Argentina (AFoA), siempre aportó conocimiento y recomendaciones para las prácticas sostenibles, cuidado para la conservación del suelo y uso del agua.
Su partida deja una huella imborrable en quienes lo conocieron, aprendieron de él y compartieron su camino.
Nacido en Mendoza un 17 de octubre de 1932, creció entre viñedos y memorias familiares que más tarde se transformarían en un emotivo libro de su autoría. Su vocación, sin embargo, encontró raíz profunda en los árboles. Los álamos y sauces, en particular, fueron su especialidad, su amor técnico, estético y profesional.
Fue un apasionado defensor de los bosques cultivados, convencido de que el verdadero camino hacia la sostenibilidad consistía en producir sin destruir.
Formado en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Cuyo, Stella fue mucho más que un técnico: fue un pensador, un gestor, un divulgador y un sembrador de conciencia.
Desempeñó cargos públicos de relevancia en Mendoza -como director de Bosques, y en áreas de Irrigación, Planeamiento y Agricultura-, y más tarde, en Buenos Aires, se integró al entonces Instituto Forestal Nacional y al Centro de Investigaciones y Experiencias Forestales (CIEF). Coordinó proyectos internacionales, impulsó plantaciones y, sobre todo, compartió su experiencia como asesor y guía para generaciones de agrónomos y forestales.
Aún en sus últimos años, siempre se mantuvo activo. Desde la Dirección de Remonta y Veterinaria del Ejército Argentino y la comisión de Foresto-industria del CPIA, no dejaba de insistir en la necesidad de pensar el ambiente desde una mirada productiva y ética.
Defendía la figura del ingeniero agrónomo como un agente transformador, responsable y comprometido con el uso racional del agua, el bienestar de los trabajadores rurales y la mejora de las condiciones de vida de las comunidades.
Quienes lo conocieron destacan su claridad para hablar con sencillez de lo complejo, su calidez humana y su mirada lúcida sobre los desafíos de la actividad.
En 2017, la AFoA le otorgó el Premio a la Trayectoria «Raúl Marsán» en reconocimiento a su pasión por los árboles y su dedicación incansable al desarrollo del sector. Fue miembro de la comisión directiva hasta el 2024.
En 2022, con admirable vitalidad, presentó en la Feria Internacional del Libro su obra “El contratista y la viña. Una historia familiar”, una evocación entrañable de su infancia en Mendoza, donde relató con sensibilidad los días de cosecha, los personajes del viñedo y el esfuerzo de quienes construyeron con manos curtidas el mundo del vino.
La obra, después, fue celebrada en una presentación en Casa de Mendoza por figuras como Daniel Balmaceda y Liliana Franco, quienes reconocieron el valor emotivo e histórico de su narrativa.
Rodolfo Stella fue también un hombre de convicciones claras. Rechazó la explotación de bosques nativos, promovió la plantación responsable, opinó con contundencia sobre la legislación ambiental y defendió la idea de que el ambiente debe ser cuidado produciendo, y no siendo intocable.
Su concepto de “ambientalismo en equilibrio con la producción ” resume su visión de un desarrollo que sea sustentable y justo a la vez.
«En la vida hay que pasar dejando huellas», decía en una de sus últimas entrevistas publicadas por Bichos de Campo. Y sin dudas las dejó. No solo en los parques forestales que ayudó a crear, en los álamos que aún crecen en Corrientes o en Mendoza, o en los textos que escribió con el corazón. Las dejó también en el alma de los colegas, estudiantes, funcionarios y trabajadores rurales que se sintieron tocados por su generosidad intelectual y su ética de vida.
El ingeniero Stella participó en abril de un emotivo acto de celebración por los 60 años de la icónica Escuela Técnica Nº 4-019 «Capitán José Daniel Vázquez» en Mendoza, ya que fue el primer director de la institución educativa.
El ingeniero Stella nos deja un legado de sabiduría, humildad y compromiso. Una vida que fue árbol, sombra, consejo y semilla. Una vida que seguirá creciendo, como esos árboles que plantó y que hoy, en su silencio, siguen hablando por él.
-¿Qué le diría a quienes están cursando la carrera o son jóvenes profesionales?: «El futuro es de los jóvenes. Les diría que luchen, que se pongan en serio a mirar y a hacer cosas pensando siempre en la gente. Las armas que les dio la facultad son para que las empleen mejorando la situación de dónde les toque actuar. También son para estudiar más, para actualizarse, para pensar en la gente», reflexionó.
Descansa en paz, querido Rodolfo. Gracias por tu constancia, vocación y generosidad.