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El Gran Chaco Americano y su aporte al sistema hídrico, conservación de los bosques y regulación del clima

Este territorio alberga más de 4.000 especies de plantas, 500 de aves, 150 mamíferos, 170 reptiles y 100 anfibios. Es la segunda selva tropical más extensa de América, después de la Amazonía, y desempeña un papel importante en la captura de carbono, la producción de oxígeno y la regulación del ciclo hídrico. Con la Amazoní comparte biodiversidad y funciones esenciales para el equilibrio climático de toda la región.

 

Fuente: Redes Chaco

 

ARGENTINA (Abril 2025).- En un llamado a la acción desde la segunda ecorregión más importante luego de la Amazonia para América Latina, el Gran Chaco Americano que abarca parte de Argentina, Bolivia, Paraguay y Brasil, desde Redes Chaco sostienen que la región se posiciona como un actor estratégico en la regulación climática global.

El Gran Chaco Americano tiene una importancia vital para actuar frente al cambio climático y es un reto reconocer el rol vital que cumplen los ecosistemas naturales de esta ecorregión.

“Cuando tenés una masa boscosa tan grande como la del Gran Chaco, ésta actúa como una esponja natural, ayudando a infiltrar el agua, recargar acuíferos y sostener ríos como el Pilcomayo, el Bermejo y la cuenca del Parapetí. Además, regula el clima, conserva biodiversidad y protege a las comunidades”, explica Marcela Zamora, responsable de la organización boliviana NATIVA.

El Gran Chaco es la segunda selva tropical más extensa de América, y desempeña un papel importante en la captura de carbono, la producción de oxígeno y la regulación del ciclo hídrico. También está conectado ecológicamente con la Amazonía, compartiendo biodiversidad y funciones esenciales para el equilibrio climático de toda la región.

Este territorio alberga más de 4.000 especies de plantas, 500 de aves, 150 mamíferos, 170 reptiles y 100 anfibios.

Y, lo más importante, es hogar de más de 30 pueblos indígenas y cerca de 9 millones de personas, cuyas vidas están estrechamente ligadas a la tierra y sus recursos.

Sin embargo, la región enfrenta amenazas crecientes: deforestación acelerada, agricultura extensiva y megaobras de infraestructura que no siempre consideran el equilibrio ecológico.

La expansión sin control pone en riesgo un ecosistema invaluable y los beneficios ambientales que provee.

“El Gran Chaco pasó de ser una frontera olvidada a convertirse en un punto de conexión vital entre el Atlántico y el Pacífico. Hoy es un territorio estratégico para la geopolítica, la biodiversidad y la producción”, reflexiona Alejandro Brown, ecólogo experto en desarrollo sostenible y presidente de ProYungas.

Según Brown, este nuevo posicionamiento trae beneficios —como infraestructura y conectividad—, pero también grandes desafíos: fragmentación de hábitats, migraciones internas, transformación de usos del suelo.

“Necesitamos más vínculos, mejores oportunidades y condiciones que hagan posible que la gente quiera quedarse en su tierra y no verse obligada a migrar”, señala.

Desde Redes Chaco, en la articulación de más de 250 organizaciones de Argentina, Bolivia y Paraguay, se impulsan múltiples iniciativas que buscan equilibrar producción y conservación.

Programas como Impacto Verde, El Futuro Está en el Monte, Nanum Mujeres Conectadas, entre otros, promueven prácticas sostenibles y fomentan el liderazgo de las comunidades locales en la gestión de su territorio.

“Acceso al agua, estaciones de información climática, participación de actores locales y articulación entre gobiernos, sociedad civil y sector privado son de máxima importancia para construir desarrollo con inteligencia y sensibilidad”, destaca Verena Friesen, de la organización Sombra de Árbol.

Además, resalta la importancia de contar con caminos y conexiones adecuadas: “El camino siempre hace falta, siempre es bienvenido y necesario”, afirma. “Las rutas, los caminos, las conexiones y la información son fundamentales para trabajar mejor con las comunidades locales que viven en los», expresó Friesen.

Este tipo de infraestructura, cuando se piensa desde una perspectiva territorial y con enfoque social, permite no solo mejorar la calidad de vida de las poblaciones, sino también prevenir impactos ambientales y sociales que podrían agravarse con el cambio climático.

A pesar de los desafíos, el Gran Chaco sigue siendo un ejemplo de resistencia y potencial.

Visibilizar su valor, fortalecer las redes locales y acompañar con políticas públicas que integren saberes y necesidades del territorio son pasos indispensables para que esta región siga siendo un pulmón para el planeta y un hogar para sus pueblos.

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