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«La investigación suele ser muy técnica, no gana aplausos ni votos, pero la opción de no apoyar la investigación puede ser aun mucho más perjudicial en el futuro», dijo el economista canadiense Rohinton Medhora
Fuente: www.forestalweb.com
URUGUAY (28/10/2006).- La producción forestal, desde que se comenzó a incentivar en Uruguay a mediados de los años ’80, ha tenido un fuerte desarrollo en el país que hoy es necesario profundizar con más inversión en tecnología en la producción de madera; no sólo para realizar exportaciones con más valor agregado, sino porque es el sector donde están «las aplicaciones tecnológicas más avanzadas en el mundo de los negocios», dijo a Búsqueda el economista canadiense Rohinton Medhora. Medhora es el vicepresidente del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC por sus siglas en inglés), una organización canadiense que promueve el desarrollo en África, Asia, América Latina, el Caribe y Canadá a través del financia-miento de investigaciones científicas. Su sede regional para América Latina y el Caribe está en Montevideo. La corporación responde al Parlamento canadien se, se financia con dineros públicos y por ello regularmente debe rendir cuentas de sus actividades. Si bien Medhora opina que la investigación necesariamente debe apuntar al largo plazo, considera que es fundamental obtener aplicaciones inmediatas para que la población y el sistema político comprendan las ventajas de apoyarla. «La investigación suele ser muy técnica, no gana aplausos ni votos, pero la opción de no apoyarla investigación puede ser aún mucho más perjudicial en el futuro», señaló. En ese sentido, Medhora opinó que la política de desarrollo forestal que Uruguay impulsa desde hace casi dos décadas es una forma adecuada de agregar valor a las exportaciones para que éstas se tornen más «provechosas». Graduado en 1988 por la Universidad de Toronto — donde también fue docente—, Medhora es doctor en Economía con especializa-ción en finanzas internacionales y desarrollo An tes de ser vicepresidente de la IDRC, fue director del programa de Políticas Sociales y Económicas. Es experto en políticas monetarias y comerciales, y en relaciones internacionales económicas. Días atrás visitó Montevideo. A continuación, un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda. – Algunos líderes de opinión han criticado que en Latinoamérica demasiados jóvenes optan por estudiar carreras humanísticas. ¿Eso no atenta contra la promoción de la investigacion científica? —Hubo un período muy importante en los años ’50 y ’60, en el diálogo sobre desarrollo en todo el mundo, donde el cambio tecnológico se veía como la forma de salir de la pobreza. deo. A continuación, un resumen de la entrevista que mantuvo con Búsqueda. —Algunos líderes de opinión han criticado que en Latinoamérica demasiados jóvenes optan por estudiar carreras humanísticas. ¿Eso no atenta contra la promoción de la Construir más infraestructura, adaptar la ciencia creada en el norte para que sirva en el sur. En los años ’80 y ’90 se empezó a reconocer la dimensión social del cambio tecnológico; que la tecnología no podía ser transmitida como si fuera una lata de Coca-Cola, sino que tenía que ser adaptada para la realidad de la gente. Allí, el péndulo empezó a cambiar para tomar en cuenta la adaptación social. En algunos casos, nos fuimos demasiado al otro extremo. Pero en los últimos 5 o 10 años ha habido una búsqueda de equilibrio en la cual me siento muy cómodo. Vimos cómo el cambio tecnológico, que antes se veía como algo abstracto, afecta ahora todo lo que hacemos, y tiene dimensiones económicas importantes. Entonces, también es importante promover legislación adecuada para reglamentarlas tecnologías de la información, los contenidos de Internet, la propiedad intelectual. Si usamos mejor la tecnología, habrá mejor costo beneficio, porque tendrá implicancias en la pobreza. Entonces, tenemos que promover disciplinas que contribuyan al desarrollo tecnológico. —¿Qué tan viable es promover la investigación científica en países como los latinoamericanos, con importantes tasas de analfabetismo? —Depende del país y la región. Según los estándares de los países en desarrollo, las tasas de alfabetización en Latinoamérica no son las más bajas. De hecho, en algunos países, como Chile y Uruguay, son tasas muy altas. En la región, sin embargo, lo que ocurre es que hay mucha diversidad dentro de cada país. Hay una élite que es muy alfabetizada, que ha estudiado en muy buenas universidades en países de la región o en el exterior, y también hay sistemas tecnológicos de avanzada. El obstáculo que usted menciona se encuentra en países donde hay una inequi-dad muy alta, y se presentan dos problemas: cómo podemos hacer para que este proceso sea menos elitista y qué hacemos en los países que claramente no tienen mucha gente pobre, como en el caso de Chile o Uruguay. En la mayoría de los países la educación y la investigación las desarrolla una élite más limitada, más pequeña. Entonces, lo que importa es cómo podemos hacer una investigación aplicada. negrita/El modelo forestal es bueno para desarrollar investigaciones, «aplicar tecnología» y «agregar valor»/negrita El cambio tecnológico que promovemos debe tener una aplicación concreta. No hay que promover algo abstracto, sino algo concreto, que dé resultados para superar la pobreza. Por ejemplo, podemos determinar cómo el cambio climático produce enfermedades, cómo estas enfermedades pueden afectar a los distintos sectores de la población. La investigación no se debe hacer para una élite, sino a través de gente especializada pero para una sociedad en su totalidad. Deben ser investigaciones que apunten a aplicaciones a corto plazo para lograrla adhesión de la gente. Lo que nosotros llamamos fortalecimiento de capacidades es un proceso a largo plazo que significa darle a la gente las herramientas para que pueda aplicarlas todos los días, pensar y resolver situaciones prácticas. Dar capacitación, metodología. La investigación es a largo plazo porque las realidades no se pueden cambiar de un día para el otro. Pero el aspecto a corto plazo es fundamental. —No obstante, la élite que usted menciona ha emigrado en parte a países desarrollados debido a las crisis económicas latinoamericanas. ¿Cómo se puede salvar ese obstáculo? —A largo plazo, la forma de detener la fuga de cerebros es hacer que la vida de estas personas sea más fructífera en sus propios países. Si un investigador es apoyado en su país natal, las posibilidades de que esa persona se vaya del país van a ser menores. Algo que en nuestra organización no hacemos mucho es dar becas para que la gente se vaya. Cuando alguien simplemente ve la investigación como una invitación para ira otro país a trabajar, de alguna manera se contribuye a la fuga de cerebros. Hay que fortalecer las instituciones nacionales para que esto no ocurra tanto. Una de las tendencias de los últimos años respecto a la fuga de cerebros es que no sucede tanto de sur a norte, sino dentro del propio sur. En África, por ejemplo, el sur de África atrae tanta gente del resto del continente como Europa. En esta región sabemos que hay países como Chile o México, donde esas fugas de cerebros se convierten en algo intrarregional. No todas las razones tienen que ver con las instituciones, puede haber razones políticas o económicas y no podemos enfrentarlas todas. —Usted representa a una organización internacional. ¿No deberían ser los propios gobiernos quienes se encarguen de promoverla investigación en sus países? —Las instituciones de la región sólo van a prosperar si tienen el apoyo de los gobiernos locales. El papel de las organizaciones internacionales es sólo marginal. Actúan como catalizadores, pero no son fundamentales. Es importante que un gobierno tenga un marco dentro del cual coloque la innovación y la investigación en ciencia y tecnología. Los gobiernos deben reconocer cómo todo esto es importante para sus pueblos hacia el futuro. Se necesitan recursos y fondos a largo plazo para apoyar las instituciones y la investigación a nivel universitario. Esos costos básicos no pueden ser cubiertos por organizaciones internacionales; no pueden hacerse cargo de los costos marginales de un proyecto. Se necesita una plataforma de investigación que sólo las autoridades nacionales pueden financiar. Es más, es importante que en la región haya un clima de discusión libre para que los investigadores puedan asumir riesgos, discutir y decir cosas que tal vez no son tan populares. Esta región está dejando atrás un período oscuro. Cuando uno entra en temas difíciles como la buena gobernabilidad, corrupción, el Derecho Constitucional, son temas difíciles, pero no quiere decir que no haya que tratarlos, y el gobierno debe dar el marco propicio para ello. —¿Usted cree que eso es viable, teniendo en cuenta las prioridades de corto plazo de los gobiernos, especialmente en períodos electorales? —Los políticos deben tener la confianza de ver a largo plazo. Si uno mira la historia y ve qué países son exitosos hoy, la correlación es muy fuerte con la calidad de la investigación y de la educación. Por eso, los sectores comerciales e industriales también demuestran su eficiencia en base a la contribución que tuvieron de los campos académicos y educativos. La investigación suele ser muy técnica, no gana aplausos ni votos, pero la opción de no apoyar la investigación puede ser aún mucho más perjudicial en el futuro. —Los países de la región son exportadores de materias primas. ¿Cree que ése ha sido un obstáculo para un mayor desarrollo tecnológico? —Canadá y Australia también tienen un alto componente de materia prima en su perfil exportador y en su perfil nacional económico, y aún así se les considera países ricos y avanzados. La principal razón es que el componente tecnológico en las exportaciones de materia prima de Canadá es de tres a cinco veces más alto que en un país en desarrollo. Un país tiene que hacer lo que hace mejor. Si su ventaja comparativa es la madera, hay que hacerlo así. Para eso no hay sustitutos. Pero uno puede asegurar que el país agregue un valor máximo antes de exportar. Las aplicaciones tecnológicas más avanzadas en el mundo de los negocios están en este campo. Un país forestal no exporta los troncos en bruto, sino que hace una producción procesada. Son materiales derivados. Para lograr usos no tradicionales se debe desarrollar investigación a nivel académico. La materia prima, a través de aplicaciones tecnológicas, puede adquirir un valor agregado que resulte en exportaciones más provechosas. —Acaba de mencionar al sector forestal, que es al que Uruguay está apuntando como nueva actividad productiva. ¿ Cree que ése es un buen camino para exportar mayor valor agregado? —Justamente, es así como se debe trabajar: agregar valor a través de tecnología y mejores procesos de producción, de procesamiento de las materias primas. Pero algo más, que no siempre tenemos en cuenta, es que uno está capacitando a las personas para que piensen diferente, para que usen tecnologías modernas sin temor. Eso es una gran ganancia para un país como Uruguay, que hoy puede aplicar tecnología para mejorar la producción forestal. Además, esa gente que se capacitó puede después desarrollar sus habilidades en otras actividades, como los servicios. Una vez que uno empieza a capacitarse en el uso de las tecnologías, sus aplicaciones son innumerables. —Últimamente se estuvo discutiendo en Uruguay sobre la conveniencia de firmar acuerdos de libre comercio, ¿ Cuál es su posición al respecto? -No tengo una posición a favor o en contra, porque depende de en qué condiciones se dé ese libre comercio. A veces no es bueno, a veces es muy beneficioso, depende mucho del contexto. Sé que éste es un tema muy candente en este momento en Uruguay. Una razón por la cual hay muchos acuerdos internaciona- les es porque la OMC no está funcionando, y el proceso de multilateralismo está casi detenido. Los países pequeños como Uruguay — y yo pondría a Canadá en este contexto—, tienen interés en contar con un sistema multilateral que funcione bien, en el cual todo el mundo participe con reglas claras y estándares para que todos nos beneficiemos. Pero si nos apartamos de ello, hay un problema. Por eso el Mercosur es un buen componente de este programa. Pero si uno se aparta de eso, la gran desventaja de los pequeños países para negociar bilateralmente es su capacidad. Por definición, un país pequeño va a tener menos capacidad para negociar una docena de contratos o acuerdos bilaterales. Es un problema de tamaños. Generalmente ocurre que en un acuerdo bilateral entre dos países de tamaño disímil, el país pequeño va a estar en una situación de desventaja. Por supuesto, los más perjudicados en esta situación son los países pobres. Desde otro punto de vista, el libre flujo de las ideas y la investigación es lo mejor que le podría ocurrir al mundo. Si Uruguay recibiera a los mejores investigadores de otros países, o si recibiera las mejores lecciones de otros países, ¿qué mejor? Eso es algo fundamental. Todavía queda mucho por resolver también en el campo de la propiedad intelectual, y la mejor forma de hacerlo no es a través de negociaciones bilaterales. Fuente: Diario EL PAIS – Montevideo – URUGUAY – 28 octubre 2006