Entrevista a Francisco Bustillo |
En declaraciones periodísticas sostuvo que en el conflicto por las pasteras “hay que dejar de lado el sensacionalismo” y pidió «mejorar la comunicación entre los gobiernos». El diplomático consideró que “este conflicto nos dejará muchas enseñanzas a los dos pueblos».
Fuente: Infoalternativa
Caminaba solo por la costanera de esta ciudad, pero dijo que guarda la esperanza de que, en breve, la Argentina y Uruguay estén «caminando juntos y encontrando soluciones». El miércoles pasado fue la primera vez, desde que explotó el conflicto bilateral por la instalación de dos plantas de pasta celulósica en Fray Bentos, que el embajador uruguayo, Francisco Bustillo, visitó la ciudad entrerriana donde nació la oposición al proyecto que Uruguay defiende. Fue una excursión breve, de incógnita o «bajo perfil», como prefirió definirla el diplomático apenas LA NACION se topó con él. -¿El misterio del viaje fue por temor a sufrir algún escrache? -¡Para nada! No quise generar expectativas cuando, en realidad, el motivo del viaje no tiene nada que ver con las pasteras. El hecho de que la cuestión esté en La Haya y de que exista un hastío generalizado de la sociedad hacia el tema permite recuperar cierta normalidad en la relación. En el último tiempo me pareció que lo mejor era guardar una respetuosa prudencia y distancia para evitar rispideces, por eso nos apartamos físicamente de Gualeguaychú, pero no del seguimiento de los temas que nos involucran. A pesar de que ya era el mediodía, cerca del río el viento frío de una jornada gris y destemplada lograba atravesar hasta el abrigo más grueso. Bustillo caminaba por la costanera. Hacía un rato que había llegado para reunirse con el cónsul general en Rosario -tiene jurisdicción sobre el litoral- y el funcionario que quedó a cargo del consulado de Gualeguaychú tras el controvertido episodio en el que se denunció al diplomático Arisbel Arocha como colaborador de la dictadura. «Hay varios temas administrativos que teníamos que analizar. Quería visitar Gualeguaychú a propósito de las últimas novedades respecto del cónsul», dijo Bustillo antes de aceptar almorzar con La Nación en el Hotel Aguay. Hubo entonces un frustrado intento por sumar al intendente Daniel Irigoyen a la mesa. «Es un día muy complejo», se excusó ante el convite de La Nación. Por la tarde, el embajador lo llamó por teléfono para saludarlo y preguntarle su impresión sobre el episodio con el cónsul Arocha, actualmente en Montevideo. Aseguran que el tema de las papeleras no se mencionó. Es prácticamente imposible que alguien que visite esta ciudad no hable de «las papeleras», como llaman aquí a las plantas que Botnia (Finlandia) y ENCE (España) construyen en la orilla opuesta del río Uruguay. Carteles, calcos y afiches invaden cuanto auto o vidriera puedan. No faltan pasacalles y hasta en las paredes exteriores de la cárcel pueden verse telas pintadas con la leyenda «No a las papeleras». -¿Qué siente al recorrer la ciudad? Una enorme responsabilidad. Este conflicto nos dejará muchas enseñanzas a los dos pueblos. Una de las cosas es que la relación hay que construirla día a día, atendiendo las inquietudes de unos y otros. No podemos depender de los «lazos históricos». Llegó el momento de dejar de lado el sensacionalismo y mejorar la comunicación entre los gobiernos para despejar los temores de la gente. Es razonable la preocupación de Gualeguaychú por saber qué es lo que se viene del otro lado del río. Es fundamental llevar tranquilidad a la gente de aquí. -¿Cuestiona la metodología, pero no el reclamo? -La posición de Uruguay respecto de los cortes de ruta es clara: afectaron el artículo 1º del Tratado de Asunción, la libre circulación de bienes, servicios y factores de producción. Por eso presentamos un reclamo ante el Mercosur. Una cosa es la movilización de Gualeguaychú, que despertó la conciencia de todos; otra, los excesos que se cometieron y que no se deberían repetir. Bustillo dice que no mantiene contactos con la Asamblea Ciudadana. «Mi relación es con el gobierno argentino, con el que me he sentido muy cómodo siempre», dice. -¿Se podrán restaurar los lazos históricos? -Nada es definitivo. Más temprano que tarde los rescataremos, pero últimamente invocamos demasiado los lazos fraternos, como si eso fuera algo mágico que permitirá encontrar la solución y creo que es como cuando en una pareja uno tiene que estar diciendo «¡cómo te quiero!» a cada rato. Si pasa eso es porque las cosas no andan bien. Aun en los peores momentos, Bustillo se mantuvo como uno de los pocos canales de diálogo habilitado. El diplomático señala dos ingredientes fundamentales para eso: «Respeto mutuo y saber ponerse en los zapatos del otro». Insistió en que las papeleras nada tuvieron que ver con su excursión: «El motivo es exclusivamente acercarme al consulado para pasar revista a temas administrativos. Sin perjuicio de eso, es verdad que el hecho de que el asunto de las pasteras esté en La Haya, más alejado, hizo que me pareciera un buen momento para venir». Con los comentarios que hizo durante el almuerzo con LA NACION, Bustillo dejó ver que queda una luz de esperanza para encontrar una salida. «La solución no es mágica, pero en algún momento aparecerá», aseveró. Por Florencia Carbone Enviada especial