La mayor fabricante de papel del país informó que sus plantas industriales en Capital Bermúdez y Zárate se encuentran actualmente inactivas, realizándose únicamente tareas de mantenimiento menor con el personal propio que no tomó vacaciones. La reestructuración financiera sigue trabada y ya enfrenta un pedido de quiebra. Su mayor accionista es la firma Tapebicuá, en Corrientes, que presentó en junio una propuesta para reestructurar con sus acreedores deudas que, según medios locales, ascienden a 128 millones de dólares.
Fuente: Con información de Rosario 3 y Ambito
SANTA FE Y BUENOS AIRES (31/7/2025).- La empresa Celulosa Argentina, una de los mayores fabricantes de productos de papel, paralizó la producción en sus plantas, en medio de un proceso de reestructuración de deudas con sus acreedores con los que aún no llegó a un acuerdo.
En un comunicado remitido este miércoles por la compañía a los mercados de Argentina, la empresa informó que sus plantas industriales en Capitán Bermúdez y Zárate «se encuentran actualmente inactivas, realizándose únicamente tareas de mantenimiento menor con el personal propio que no ha tomado vacaciones».
«Esta situación obedece al marcado deterioro del capital de trabajo, como consecuencia del complejo contexto que atraviesa la empresa», indicó Celulosa Argentina.
La histórica papelera, con más de 100 años de trayectoria y controlada por Tapebicuá Investment Company, ligada a José Urtubey, Juan Collado y el inversor estadounidense Douglas Albrecht, arrastra meses de fuertes desequilibrios operativos y financieros.
En mayo pasado la empresa anunció que no podría hacer frente al pago de títulos de deuda, entre otras obligaciones.
La empresa había alegado que su capacidad de generación de caja se deterioró por un conjunto de factores que incluyen una caída en el nivel de ventas superior al 30 % en el mercado doméstico y un incremento «sustancial» en los costes fijos medidos en dólares.
Celulosa Argentina, cuyo mayor accionista es la firma Tapebicuá, presentó en junio una propuesta para reestructurar con sus acreedores deudas que, según medios locales, ascienden a 128 millones de dólares.
La compañía dijo este miércoles que «continúa enfocada en el proceso de reestructuración de sus pasivos financieros y en la búsqueda de nuevos socios o inversores que permitan la recomposición de su capital de trabajo, viabilizando su continuidad operativa.
Un camino marcado por pérdidas, default y conflicto judicial
El deterioro de Celulosa comenzó a acelerarse en abril, cuando contrató a la consultora VALO Columbus para diseñar un plan de reestructuración. Pocos días después, comunicó que no podría afrontar los vencimientos de mayo en cheques y obligaciones negociables. Entre abril y junio acumulaba compromisos financieros por u$s25 millones, con más del 56% de su deuda en el corto plazo y balances en rojo.
En su último estado financiero, la compañía reportó una pérdida de $38.769 millones para los nueve meses cerrados en febrero, y un desplome del EBITDA a u$s3,5 millones frente a los u$s55 millones del año anterior. Las ventas internas cayeron 32% interanual en toneladas, y aunque las exportaciones aumentaron, lo hicieron con menor rentabilidad.
En este marco, a comienzos de junio formalizó ante la CNV su propuesta para refinanciar u$s128 millones de deuda. El plan incluye la postergación de pagos de capital por dos años, intereses del 3% en dólares y 5% en pesos, y la subordinación del cobro de u$s21 millones por parte del accionista mayoritario. También contempla, si no hay acuerdo, avanzar con un Acuerdo Preventivo Extrajudicial (APE) judicializado.
A mediados de julio, la situación escaló: Tecmaco Integral, uno de sus principales acreedores, presentó un pedido de quiebra en el Juzgado Civil y Comercial Nro.1 de San Lorenzo, Santa Fe. La empresa tenía plazo hasta el 21 de julio, tras la feria judicial, para contestar la demanda. Hasta ahora no emitió una respuesta pública.
Mientras tanto, la fecha límite anunciada por la propia Celulosa para cerrar su plan de reestructuración de deuda era el 31 de julio, pero aún no hubo confirmación oficial de que se haya alcanzado el nivel de adhesión necesario de los acreedores.
Según dejó trascender la propia compañía, continúa buscando nuevos socios o inversores que inyecten capital, pero mientras tanto, las dos plantas clave de producción están frenadas, y la compañía enfrenta un frente judicial, operativo y financiero que amenaza su continuidad.