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Día Mundial del Medio Ambiente | Experto en semillas, plantas y árboles de la selva misionera, el Profe Randins describió su trabajo como una “pasión”

Este día de cuidado sobre los recursos naturales, compartimos la historia de un profesional misionero que lleva toda una vida dedicada a restaurar y conservar la rica flora misionera: José Radins. Es oriundo de Puerto Rico, Misiones, profesor de Biología egresado del Instituto Antonio Ruiz de Montoya, y es también uno de los profesionales del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones que más conocen acerca de la flora de la Selva Paranaense.

 

Fuente y fotos: Ministerio de Ecología de Misiones 

 

José Radins (53) oriundo de Puerto Rico, Misiones, es profesor de Biología egresado del Instituto Antonio Ruiz de Montoya, y es también uno de los profesionales del Ministerio de Ecología y Recursos Naturales Renovables de Misiones que más conocen acerca de la flora misionera.

Actualmente se encuentra al frente del Vivero de Especies Nativas del Parque Ecológico El Puma, en Candelaria. Este espacio es clave para la conservación, porque allí se producen los plantines destinados a la restauración de la selva en aquellos sectores donde se llevan actividades de restauración.

Experto en semillas, plantas y árboles, el docente describió su trabajo como una “pasión”.

“La naturaleza estaba antes que la humanidad, el hombre se inserta en ella. Siempre estuve volcado a investigar el uso que le podemos dar a las diferentes especies. La naturaleza nos da todo, sólo tenemos que percibir qué tenemos alrededor”, reflexionó.

Recorrer el vivero de especies nativas de Candelaria es adentrarse en un oasis de calma.

Los senderos están perfectamente delimitados, todas las especies identificadas y puestas a disposición de los visitantes y el canto de los pájaros que eligen el predio para alimentarse y construir sus nidos, todo invita a conectarse con la naturaleza.

En ese escenario, Radins compartió su historia con el equipo de comunicación de Ecología, entrevista que difundieron en redes sociales en el marco del Día Internacional del Medio Ambiente, en un reconocimiento a la trayectoria del profesional.

“Desde muy temprana edad empecé a tener una pasión por las plantas, entre sexto y séptimo grado de la primaria. Vivía con mi familia en Puerto Rico, teníamos un terreno de cuatro hectáreas, de las cuales una y media, más o menos, era bosque nativo, selva marginal, con senderos adentro, con muchas especies interesantes”, recuerda José.

“Mi curiosidad era saber qué valor tenían, qué frutales había para comer. Cuando era chico, vivía en los montes, al borde de los arroyos”, explica.

Tuvo la oportunidad de realizar el secundario en la Escuela Agrotécnica Gentilini, de la localidad de San José. “Tuve el privilegio de tener allí 8 mil hectáreas disponibles para recorrer diferentes ambientes. Eso sí, era una vegetación bastante diferente a la que tenía en mi lugar de origen. En Puerto Rico había selva paranaense y San José, al Sur, campos y malezales, y algunos mogotes, bosques en galería. De todos modos noté una gran variedad de especies”, recordó con emoción.

Añadió que cuando terminó su “formación agronómica, mi idea era seguir estudiando Licenciatura en Botánica, en Corrientes. Pero la institución donde iba a ir tuvo una seguidilla de paros. Tuve que volver. Ese año trabajé de manera particular con mi padre y al siguiente, empecé el Profesorado en Biología en Posadas, en el Instituto Montoya”, relató.

Evocó que su primer trabajo como egresado “fue en la órbita del Ministerio de Salud Pública, en el Monoclínico Manantial, como sereno. Allí planté unos cuantos árboles, que aún siguen en pie. Luego con una colega conseguí una pasantía en Ecología. Al cabo de dos años, me ofrecieron formar parte del staff de ese Ministerio. Fue en 2002 – 2003”.

En el organismo llegó a estar a cargo del Departamento de Flora. Después pasó a la Dirección de Biodiversidad, y luego fue trasladado al Parque Ecológico El Puma.

“En  El Puma desarrollamos un pequeño vivero de frutales para producir alimentos destinados a los animales allí alojados. Finalmente terminé en el Vivero de Especies Nativas, en 2015, con la misión de fortalecer este lugar”, explicó.

Reiteró que para trabajar con las plantas y árboles, “el área te tiene que gustar, requiere muchísimo compromiso. Al asumir, la idea era enriquecer el espacio, aportando especies que no tenía y no solo del estrato arbóreo. Sumamos plantines de otras especies. Cuando llegué se trabajaba con cinco o seis especies maderables. Pero llegamos a tener 25 y 25 de frutales nativos”, comentó con orgullo.

Educación ambiental

Radins fue también quien impulsó la apertura del Vivero al público. “Lo abrimos para que visiten alumnos de nivel inicial, primario, secundario y universitario. También para clubes de abuelos e interesados en jardinería. Diseñamos senderos, empezamos a trabajar con especies en macetas y pusimos en marcha un programa de Educación Ambiental”, enumeró y aclaró que la pandemia del coronavirus significó un golpe para esas acciones.

Para el especialista, “aprender no es nada mágico ni rápido, todo lleva su tiempo. La bibliografía sobre la temática está muy dispersa. No hay un libro único. Hay fragmentos de material en distintos lugares. Con internet se facilitaron las consultas a otros profesionales que trabajan en la temática. En mi caso, en un blog voy subiendo toda la información para el intercambio con los demás profesionales”, expresó el docente.

Reconoció que en los últimos meses de la pandemia, hubo una suerte de “boom” por los plantines. “Por un lado, la gente empezó a salir a hacer actividades al aire libre y plantar árboles fue una opción a la que se inclinó. También potenciaron este auge por arborizar los efectos de los incendios forestales. Lo que entregábamos habitualmente en un mes, pasamos a hacerlo en una semana”, sostuvo.

Mburucuyá, la favorita

El profe Radins confesó que su planta favorita es el mburucuyá, que siempre está en la búsqueda de profesionales que sigan sus pasos para transmitirle los conocimientos que ha acumulado en su carrera y que suele seguir en contacto con los árboles que tuvo el privilegio de plantar.

De aquel niño que en Puerto Rico recorría el monte le queda intacta la pasión, activo invaluable para la preservación de la flora, tan relevante para nuestra provincia.

 

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