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Misiones | La agroecología como camino de unión entre comunidades rurales e indígenas fortalece un proyecto colectivo en El Alcázar

Dos grandes líderes -del sector rural y de comunidades indígenas- se unieron para un proyecto agroecológico colectivo, el Mburuvichá de Tekoa Perutí en El Alcázar, Cristian Cabrera, y el productor y dirigente rural Hugo Sand. El puntal que los une será para la producción de yerba mate, y con una profunda espiritualidad, junto a mujeres y hombres de la comunidad, motorizados por el conocimiento y la convicción de que el único camino posible es el de la recuperación del monte, el agua, la tierra, la diversidad biológica, y en ella los habitantes de este territorio.

 

Por Patricia Escobar

@argentinaforest 

 

Fuente:  Frente Ciudadano Social y Ambiental Kaapuera

 

MISIONES (10/5/2023).- Un encuentro que ya es leyenda tuvo lugar el 22 de abril, en la comunidad Mbya Perutí, en la localidad de El Alcázar, en el marco de la Semana de los Pueblos Originarios y en el Día Mundial de la Tierra en abril. Abrazados por una celebración que se extendió todo el día, acompañado por la calidez del sol y la reconfortante algarabía de los niños y niñas de la comunidad en permanentes juegos, entre rituales, exposición de artesanías, el tradicional «reviro» (alimento típico guaraní en base a harina y grasa), el acto formal, un almuerzo comunitario y la plantación de árboles, cerró con un acuerdo de proyecto colectivo agroecológico basado en Yerba Mate nativa, informaron en un reporte de prensa desde el Frente Ciudadano Social y Ambiental Kaapuera.

Con la generosidad y el valor la palabra que caracteriza al pueblo Mbya Guaraní, el Mburuvichá (autoridad comunitaria) Cristian Cabrera dio la bienvenida, haciendo conocer que el yerbal que sustenta a su comunidad se inició con plantas traídas de la chacra de Hugo Sand, el dirigente agrario de las históricas movilizaciones en defensa de los pequeños productores que fueron jerarquizando a esta actividad y a los trabajadores rurales, poniéndole un freno al sistema neoliberal del monocultivo, que sin pausa afectaba todo lo nativo y diverso.

Cercados por los pinos y eucaliptos

Precisamente, el año pasado, cuando en la plaza 9 de Julio se celebraron los 20 años de la gesta agraria (tractorazo), participó Cabrera y en pocas palabras, pero con mucha claridad, en su rol también de coordinador de Los Pueblos Originarios en Lucha, advirtió que la pérdida de Selva Paranaense y el avance del monocultivo de plantaciones exóticas  amenaza a los Mbya guaraníes, que se están quedando con “poquita tierra” en Misiones.

En ese marco, pidió ver “la forma de cómo sujetar, cómo detener, para que no desmonten el bosque nativo para plantar pino, que frenen de plantar eucalipto” porque, dijo, “eso mucho daño están haciendo, por todo alrededor de las comunidades, son 132 comunidades que sufren de atropellamiento de empresas que están usurpando nuestro territorio, que están llegando, que está quedando muy poquita tierra para nosotros”, expresó.

El Mburuvichá  de Perutí, Cristian Cabrera, junto a su madre

La agroecología como una solución para restaurar sitios dañados

Y la solución para tanto daño está en la naturaleza, y en la sustentabilidad que se puede alcanzar en la agroecología para reparar este daño, acompañado por un sólido componente espiritual y ético.

Hugo Sand, dirigiéndose a quienes en ronda escuchaban atentamente, ahí bajo los grandes árboles, contó que la historia que lo entrelaza con el pueblo mbya se inició allá por la década de 20, cuando su abuelo, el inmigrante finlandés Otto Sand, mientras preparaba la tierra para cultivar en Colonia Guaraní, fue mordido por una serpiente.

La medicina que le devolvió la salud llegó de la mano, con la sabiduría, de un guaraní. Y la yerba mate que se plantó entonces y que perdura, fructificó en mudas que hoy son el yerbal de Perutí.

Además de agradecer y enaltecer aquel curativo, el dirigente hizo notar en su relato que las raíces de los problemas que enfrentamos en la actualidad “son espirituales y por ello convocó a retornar al camino de la ética, de la moral, de respeto a la naturaleza y de paz con Dios y con la Madre Tierra”, expresó.

Y agregó: “Si las personas están mal consigo misma, estará mal con sus conciudadanos y con el entorno. Es tiempo de cultivar la espiritualidad. Tenemos que estar bien con Dios, y con la Pachamama, transitar motivados por el altruismo y ayudando al prójimo”.

Ejemplo de revalorización cultural

Un ejemplo de cultivos con prácticas amigables lo lleva adelante, en Eldorado, la familia Paredes. Es la impulsora de la exquisita yerba mate Fidel, lograda con prácticas que garantizan la biodiversidad y la conservación de los bienes naturales, y  con tareas acorde a las fuerzas cósmicas (sol, luna, planetas), revalorizando permanentemente la cultura guaraní.

“Estamos abocados en recuperar la historia de la yerba mate, que en gran parte se perdió cuando los Jesuitas fueron expulsados de la región”, manifestó Mario Paredes.

Plantaciones de Moringa Fidel

“Para nosotros, sumergirnos y descubrir ese pasado es muy fuerte desde lo espiritual”, continuó, junto a su hijo Leonardo y a su pareja Claudia Menéndez, quien a su vez produce en su laboratorio jabones y cosméticos a partir de la agricultura agroecológica y biodinámica.

“Sentimos que se esta manera estamos haciendo justicia a los dueños originales, y nuestro anhelo es poder devolverles esa pertenencia y recuperar el medio ambiente, colaborar con la tierra que a gritos nos dice que no da para más”.

Comunidad Mbya Perutí. Foto: Rulo Bregagnolo
Comunidad Mbya Perutí. Foto: Rulo Bregagnolo

Sembrando las bases de una política revolucionaria

La agroecología “no es solo una propuesta tecnológica o formas de producción de alimento sanos u otro modelo productivo opuesto y antagónico al modelo extractivista convencional”, observó Jesús Contreras, ingeniera agrónoma y destacada dirigente del Movimiento Semillero de Misiones.

“En el reciente encuentro en Peruti quedó demostrado que somos espiritualidad, somos ésa emoción que nos identifica como humanos, somos energía vital, esa energía que el sistema extractivista nunca la tendrá… es más: le teme”, expresó.

Consideró que la fuerza del movimiento en formación radica precisamente en “aceptar la espiritualidad manifestada en la ternura, la amorosidad, el respeto a la diferencia, donde la producción de alimentos sanos potencia ésa energía vital, y por sobre todas las cosas, esa energía es la que nos hace dar cuenta que la propuesta agroecológica es profundamente política y por ello, revolucionaria”.

Por su parte, el integrante del Frente Kaapuera y fundador del Grupo Cuña Pirú, Rulo Bregagnolo, tras la reunión en Perutí expresó: “Estamos donde debemos estar, en el punto de partida, con quienes descubrieron la yerba mate, y encontrarnos en este espacio, es trascendental”, evaluó el ambientalista.

“Esto genera mucha esperanza. Cada vez somos más quienes comprendemos que lo que el ‘progreso’ nos ofreció como un avance, es en realidad un retroceso. Es posible alimentarnos con productos de nuestra tierra y sin el uso de agroquímicos ni agrotóxicos, cuidando la salud, nutriéndonos, y recuperando la Selva que nos da agua, entre otros servicios esenciales. Debemos volver a las fuentes”, agregó el dirigente.

Desarrollo e inclusión, con perspectiva ambiental y cultural

“Encontramos algo para empezar de nuevo”, dijo a su turno la mbya  Zulema Chamorro resumiendo la importancia de revalorizar al Caá, y explicando que el yerbal que trabajan junto a su pareja Hipolito Núñez e hijos, en la comunidad Ygary poty del Valle del Cuñá Pirú, les da el sustento diario.

“Cuando mi esposo empezó a plantar la yerba parece que vino una luz en nuestro hogar. Desde ahí empezamos, podemos mandar a la gurisada a la escuela y al colegio”, dijo esta mujer, cuyos 12 hijos ya terminaron las escuela primaria y “el quinto año” (de la secundaria), y uno de ellos cursa una tecnicatura en turismo. “Nos hace bien esa planta… tenemos unas 3 mil plantas… Yo, mi esposo y mis hijos plantamos allá por el 2007 y cosechamos una vez por año, en invierno”, agregó.

Con la yerba “encontramos algo para empezar de nuevo”, señaló la guaraní, filosofando. “Tenemos que enseñar lo que aprendimos con yerba… Todo empieza con esa yerba… ahora que escucho acá me da fuerza para enseñar de vuelta sobre esto a nuestros jóvenes”, planteó ante los asistentes.

Zulema Chamorro enfatizó que “fuimos creados por Dios, es una crianza divina, nuestra etnia son buenas personas, no queremos pelear y no queremos ir a la guerra, que nuestros hijos no tengan que ir  a la guerra”, y en ese marco recordó que “acá nomás estamos pisando nuestra tierra, nos sacaron todo los blancos y hasta ahora no quiere dar título por los pasitos que estamos pisando. Quiero decir que nos den ese título que necesitamos para poder andar y hacer para nuestro beneficio”.

Alimento, salud y unión

“Tres elementos contiene la yerba mate para la Nación Guaraní: es alimento, salud y unión”, describió Cristina Cantero, escritora, investigadora de lenguas ancestrales y propulsora del Centro de Formación Cultural Ancestral, al indicar la importancia del árbol nativo para el pueblo originario de Misiones.

“El cacique, muy angustiado porque había mucha hambre, mucha peste dentro de la Nación Guaraní, le pide a Tupá que lo ilumine, que le proporcione una bendición, un milagro, y le ofrece a cambio entregar a su hija en sacrificio. En esa circunstancia, llega un anciano a la aldea. El cacique le da posada, comida, atención. Al día siguiente, al levantarse, se da cuenta que ni el anciano ni su hija estaban. Sí encuentra, fuera de la choza, una planta de ka’a … es decir, la hija se convirtió en ka’a”. En este relato, explicó Cantero, “la enseñanza que transmite el anciano es que esa planta es salud, alimento y unión de su pueblo”.

La mujer, subrayó, “se convirtió en el árbol de yerba mate, es decir la mujer es la que trae la sabiduría y el hombre proporciona la fuerza del trabajo”.

La investigadora, de antepasado guaraní y referenciada como guardiana del agua, reflexionó sobre la necesidad de “despertar” para “florecer” espiritualmente: “La investigación que llevo es a partir del llamado de mis ancestros a hablar sobre lo desconocido para tener una mayor conciencia de la sabiduría guaraní que nos conduce al buen vivir. Al recordar para que fue dado el árbol ka’a, re direccionamos nuestra sabiduría desde adentro hacia afuera, juntos cómo hermanos. Somos diversidad cultural. Tenemos diversos conocimientos en nuestro ADN que están dormidos, y para poder despertar, para traer lo antiguo a nuestro presente, necesitamos conocer esa parte”.

El encuentro entre mbyás (guaraníes) y yurúas (blancos) concluyó pasadas las 17 horas tras un recorrido por el yerbal, nutridos por la esperanzadora oportunidad que otorga el converger para empezar de nuevo, abriendo surcos donde ya germinan las semillas de una comunidad social y económicamente en armonía con la naturaleza, diversa, y con profundo contenido espiritual.

 

 

 

 

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