UNA SITUACION QUE ENCENDIO LUCES AMARILLAS EN EL SISTEMA ELECTRICO |
Reconocen la avería, pero dicen que no «hay ninguna posibilidad de derrames radioactivos». «Es como en cualquier máquina industrial, hay un sistema de refrigeración, y allí se detectó una pérdida, que ahora estamos reparando.», agregó el presidente de Nucleoeléctrica Argentina SA, Eduardo Messi.
Fuente: Diario Clarín
BUENOS AIRES (1/10/2006).- No hay ningún riesgo para la población. no hay ninguna probabilidad de un derrame de material radioactivo». Lo dijo el presidente de Nucleoeléctrica Argentina SA, la operadora de Atucha I, la central atómica que está parada por una reparación en el sistema de refrigeración. Tal como informó ayer Clarín, Atucha 1 fue sacada de servicio el pasado 21 de setiembre. «Había una pérdida en el sistema intercambiador de calor», señaló Eduardo Messi, el titular de NASA. «Es como en cualquier máquina industrial, hay un sistema de refrigeración, y allí se detectó una pérdida, que ahora estamos reparando», agregó el ejecutivo. «Pero, a diferencia de otras industrias, esto es una planta atómica, y por tanto está diseñada con los más altos niveles de seguridad», agregó. Las plantas atómicas, como concepto, son sencillas: el material nuclear (uranio, en este caso) está inmerso en agua pesada; al fusionarse, genera enorme cantidad de calor, que transmite a ese agua; esta circula por intercambiadores, donde calienta agua corriente, que así se transforma en vapor, y mueve las turbinas. Una falla en el intercambiador puede generar que material radioactivo, como el agua pesada, entre en contacto con el agua corriente. «Pero todo está sucede dentro de la central, nada saldrá fuera de Atucha, no hay riesgos de que material radioactivo salga de la usina», agregó Messi. Atucha I tiene una capacidad de generación de 357 MW, lo que la transforma en una pieza clave del sistema eléctrico nacional. Al salir de servicio, NASA decidió cancelar el plan de mantenimiento programado para Embalse, la otra usina nuclear, que tiene una potencia instalada de unos 650 MW. «Esas paradas técnicas deben hacerse cada año o año y medio, y estábamos haciéndola al año, así que no hay ninguna complicación en que Embalse siga en operaciones hasta tanto Atucha sea reparada». señaló el directivo. La puesta a punto de Atucha demorará unos tres meses, estiman los técnicos. Para hacerla se utilizará una máquina robot cuya tarea es detectar el punto de los caños de refrigeración donde se produjo la avería, cortar la porción dañada, reemplazarla, y soldar luego la nueva pieza. «Esto es algo que hacemos con frecuencia», asegura Messi. Técnicos del sector este tipo de operaciones, es cierto, son realizadas por NASA con habitualidad. «Pero eso no quita que no deban hacerse bajo el máximo control —señaló un especialista del sector nuclear—. Tanto es así que, con toda seguridad, en cuanto trascendió que Atucha había sido parada para la reparación de una pérdida, técnicos de la Agencia Internacional de Energía Atómica, que depende de Naciones Unidas, deben haber partido inmediatamente hacia Buenos Aires». En el sector eléctrico local, la preocupación por la salida de operaciones de Atucha I, sin embargo, no es tanto por el incierto riesgo de contaminación radioactiva como porque se añade a la falla detectada en una de las turbinas de la porteña Central Puerto. Sumadas, ambas usinas representan una capacidad de 800 MW que ya no está disponible. Si las reparaciones se demoran hasta principios del verano, señalan los técnicos, «cuando se de la explosión de demanda de la primera quincena de diciembre se encenderán luces amarillas». El 22 de agosto, el Gobierno relanzó el Plan Nuclear nacional, que prevé inversiones por 3.500 millones de dólares. Eso implica terminar Atucha II, gemela y vecina de la ahora parada usina número 1. Atucha está en funcionamiento desde 1974. Junto con Embalse, abastecen entre 7 y 9 por ciento del total de la energía requerida por el país. Atucha II debería estar terminada en 2010, y las tres sumadas representarían el 16% de la oferta energética nacional. Fuente: Por Marcelo Canton . Diario Clarín mcanton@clarin.com