Galicia participa en un proyecto a nivel nacional para otorgar sellos de calidad en grupo a los pequeños propietarios madereros que realicen una gestión responsable con el medio ambiente. Desde la implantación de este proyecto se ha conseguido aumentar la superficie con marca FSC hasta las 130.000 hectáreas superando a los valores registrados en 2006.
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ALEXANDRA MOLEDO | A CORUÑA (21/2/2012) Bosques con sello de calidad para hacer más competitivo el sector forestal gallego en el exterior. Bajo esta premisa, Galicia, que tiene la mayor superficie de bosque certificada en gestión forestal sostenible -130.000 hectáreas-, participa en un proyecto pionero para otorgar sellos de calidad en grupo a pequeños propietarios madereros que tengan plantaciones que respeten el medio ambiente.
«Galicia es el motor forestal de España con más del 50% de las talas y es absurdo desaprovechar esta riqueza». Ese es el argumento de la directora del Grupo Gallego de Certificación Forestal y Cadena de Custodia, Ana Oróns, para justificar la necesidad de la certificación de la madera autóctona, un método que califica como una «herramienta de futuro» para aumentar la competitividad en los mercados internacionales y como alternativa a la crisis. Y es que la madera certificada como FCS (siglas en inglés del Consejo de Administración Forestal), y en consecuencia todos sus derivados -pasta, papel, muebles, embalajes…- pueden llegar a venderse hasta un 20% más cara que la que no tiene sello de calidad.
Con el objetivo de impulsar las certificaciones de montes sostenibles en Galicia, el Grupo Gallego de Certificación Forestal y Cadena de Custodia participa con otras cuatro entidades gallegas -una de A Coruña, otra de Pontevedra y dos de Lugo- en el proyecto
La certificación FSC como motor de desarrollo rural puesto en marcha por el Consejo de Administración Forestal mediante el que se otorgan sellos de calidad en grupo a los pequeños propietarios a lograr el reconocimiento de que en sus terrenos se realiza una gestión forestal responsable con el medio. De hecho, el Ministerio de Agricultura y el Fondo Europeo Agrícola de Desarrollo Rural (Feader) aportaron más de 14 millones que se repartirán a lo largo de cuatro años para cofinanciar esta iniciativa.
Para conseguir un certificado FSC, los particulares o empresas propietarias de los montes deben solicitar al organismo internacional una auditoría, que puede costar miles de euros en función del tamaño de la parcela.
La auditoría la realiza una consultora independiente cuyos técnicos visitan las plantaciones, se reúnen con sus responsables y con las organizaciones sociales interesadas en presentar alegaciones, como ONG o colectivos ecologistas, para estudiar si la parcela cumple o no con las exigencias del sello FSC. En teoría, los montes certificados como FSC deben tener varios usos (no sólo madera, por ejemplo, sino también castañas, setas o pastos), respetar la biodiversidad (en cada plantación debe haber al menos dos especies diferentes), contar con un plan de gestión forestal y evitar la erosión y el desgaste del terreno (los agujeros en favor de la pendiente están prohibidos), entre otros requisitos.
Una vez conseguido el sello, los auditores repiten el proceso cada año, tanto en la plantación como en las imprentas, papelerías, mueblerías o aserraderos que venden o distribuyen los productos fabricados en uno de estos montes.
Montes sostenibles
Desde su creación en 2003, la entidad dirigida por Ana Aróns tiene la mayor superficie forestal certificada de toda España con más de 16.000 hectáreas. Para continuar en esa línea, Oróns destaca la importancia de concienciar a los propietarios de que se integren en su plan de gestión conjunto. El carácter diferenciador de este método es que garantiza la sostebinilidad de la madera y sus derivados en las parcelas pequeñas y no solo en grandes superficies como ocurre con la mayoría de los sistemas de certificación.
Con este proyecto, el grupo gallego pretende atender a los pequeños propietarios en una comunidad en la que precisamente la estructura de la tierra se caracteriza por el minifundismo. Según los datos de la organización, de los más de dos millones de habitantes, unos 670.000 tienen parcelas forestales. Además, el 97% de la superficie forestal gallega es propiedad privada. La extensión media de las tierras certificadas con el sello FSC por la entidad es de unas 1,8 hectáreas por cada dueño que a su vez se reparten entre siete u ocho parcelas.
Antes de los sellos FCS la garantía de que los recursos madereros eran sostenibles se establecía mediante el sistema PEFC. Entre 2006 y 2009 el volumen de hectáreas que contaban con esta última distinción se redujo en un 20% al pasar de 115.000 a 90.000 hectáreas.
Por eso, ante la pérdida progresiva cada año de terreno forestal etiquetado con la marca que acredita las buenas prácticas del usuario en el aprovechamiento del monte, el Grupo Gallego de Certificación Forestal decidió constituirse también como Cadena de Custodia y ser pionero en extender la gestión ambiental responsable de las especies arbóreas a los terrenos de pequeña y mediana extensión.
El sistema consiste en analizar las características que comparten las tierras de una misma comarca, lo que permite la aplicación de un determinado modelo silvícola para cada especie. Desde la implantación de este proyecto se ha conseguido aumentar la superficie con marca FSC hasta las 130.000 hectáreas superando a los valores registrados en 2006.
En términos relativos, Galicia es líder en España en este tema, pero aún así solo representa un 8% del suelo forestal frente a otros países con los que compite en el mercado internacional como Finlandia con un 70% de árboles certificados. Por eso, Oróns insiste en seguir concienciando a los propietarios en una actividad que si bien no es obligatoria «cada vez es más demandada por los compradores de madera».