La Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y el Foro Argentina de la Alianza lanzaron una declaración de cara a la Cumbre del Clima COP30, que se celebrará en Brasil a partir del 6 de noviembre. Denuncian el modelo extractivista, reclaman una transición justa, reparación climática y protección para quienes defienden la vida.
Fuente: Fundación Hora de Obrar
BUENOS AIRES (31 de octubre de 2025).- En el marco del Día Internacional contra el Cambio Climático (24 de octubre) y de cara a la próxima Cumbre del Clima COP30, que se realizará en Belém, Brasil, a partir del 6 de noviembre, un grupo de iglesias protestantes y organizaciones de fe difundió una declaración conjunta en la que sostienen que *“la justicia climática es un acto de fidelidad al Dios de la vida.
El documento, firmado por la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE) y el Foro Argentina de la Alianza ACT**, plantea que el cuidado de la creación “no es una tarea opcional, sino una expresión concreta de espiritualidad” y denuncia que el actual modelo económico “crucifica a los pueblos más vulnerables y devora los territorios que ellos habitan”.
El pastor Leonardo Schindler, presidente de la FAIE y de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata, subrayó que “no podemos separar nuestra espiritualidad del cuidado de la creación”.
En esa línea, afirmó que “la justicia climática no es una opción, sino parte esencial de nuestra fe, porque Dios nos llama a construir paz, equidad y cuidado mutuo en un planeta que necesita sanar”.
La COP30 reunirá en Belém a representantes de más de 190 países para evaluar el cumplimiento del Acuerdo de París (2015), cuyos compromisos, según diversas organizaciones, están lejos de alcanzarse.
En ese contexto, las iglesias demandaron una “transición real” que implique abandonar el modelo de desarrollo extractivista, al que califican como “pecado ecológico”, y advirtieron que la transición energética “debe ser justa, no una nueva forma de especulación”.
Reclamo por financiamiento justo y soberanía de los pueblos
La declaración también exige que los fondos climáticos internacionales dejen de funcionar como “mecanismos de poder neocolonial” y se conviertan en “actos de reparación histórica”.
Las organizaciones de fe subrayan que las comunidades vulnerables deben ser consideradas “sujetos políticos y portadores de sabiduría”, y no simples receptoras de ayuda.
“Los acuerdos serán insuficientes mientras no partan de esta verdad evangélica: no hay liberación para la humanidad sin liberación de la tierra”, sostienen.
Entre los ejes del documento, se destaca la demanda de “agua para la vida, no para el lucro”, denunciando la mercantilización y acaparamiento de este recurso por parte de industrias extractivas.
También reclaman “reparación, no ayuda”, proponiendo que el financiamiento climático se base en el principio de “quien contamina, paga”, priorizando a las comunidades históricamente afectadas.
Otro punto central es la exigencia de “tierra para los custodios”, garantizando la titulación territorial de pueblos originarios, afrodescendientes y campesinos. “Sin seguridad sobre la tierra, no hay justicia climática posible”, advierten los firmantes.

Fe, justicia y acción colectiva
“Frente a una sociedad fragmentada, son fundamentales las acciones conjuntas que visibilicen la urgencia del cuidado y la necesidad de actuar desde nuestro compromiso como comunidades de fe”, expresó la pastora metodista Mariel Pons, resaltando la fuerza del encuentro ecuménico como espacio de reflexión y acción sobre la “Casa Común”.
La declaración concluye con un llamado contundente: “No hay salvación individual en un planeta quebrado. La tierra crucificada por el sistema económico clama por resurrección”.
Desde el Servicio Evangélico de Diaconía (SEDi), su directora Pilar Cancelo advirtió que la crisis climática impacta con mayor fuerza sobre las mujeres, niñas y pueblos empobrecidos, al señalar que “el cambio climático contribuye al aumento de la pobreza extrema en la región” y que “muchas mujeres cargan solas con el cuidado de sus familias en medio de desastres ambientales y migraciones forzadas”.





