El Plan de Amayo, en Sonsonate, es financiado en parte por el fondo del Global Landscape Forum, y desarrollado técnicamente por la Fundación Tacuzcalco. El objetivo es dejar una huella positiva para las personas y la restauración de ecosistemas. “El proyecto es una experiencia de compromiso y participación comunitaria, especialmente de mujeres que cumplen un rol fundamental en el cuidado de la tierra y la biodiversidad”, destaca Ernesto Paredes.
Por Patricia Escobar
@argentinaforest
EL SALVADOR (6 de Noviembre de 2024).- En el corazón de El Salvador, la Fundación Tacuzcalco lidera un ambicioso proyecto de restauración de ecosistemas con el objetivo de proteger y fortalecer el Área Natural Protegida Complejo Los Cóbanos y el Plan de Amayo.
La iniciativa, financiada en parte por el Global Landscape Forum, busca implementar un corredor biológico que aumente la cobertura boscosa y promueva la conservación de especies en riesgo, contribuyendo así a un legado ambiental duradero.
Ernesto Paredes, coordinador del proyecto y miembro de Fundación Tacuzcalco, destacó el rol fundamental de las comunidades locales, especialmente de las mujeres, en la implementación del proyecto. “El compromiso y participación comunitaria, donde las mujeres desempeñan un papel esencial en el cuidado de la tierra y la biodiversidad, es clave para el éxito de esta iniciativa”, expresó Paredes en una entrevista con ArgentinaForestal.com.
Tras un seminario transmitido en forma virtual por la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad Nacional de Misiones, en Argentina, sobre experiencias de «Restauración con Bosques Nativos en la Selva Misionera», el representante de la Fundación Tacuzcalco se contactó con el medio para compartir la experiencia positiva que llevan adelante con comunidades rurales en El Salvador con la restauración de ecosistemas.
Desde su inicio en 2019, la Fundación Tacuzcalco ha trabajado en la restauración de áreas boscosas en Cantón Plan de Amayo, impulsando la gestión sostenible de las zonas núcleo y de amortiguación en los bosques de El Balsamar y Plan de Amayo, para lograr restaurar la conectividad entre las áreas naturales.
En 2023 la fundación ejecutó un proyecto que permitió implementar la instalación del primer semillero comunitario (plantines forestales, frutales, ornamentales y aromáticas), campañas de reforestación y acciones de capacitación sobre huertos familiares, todo ello con el apoyo del Global Landscape Forum. “Este año estamos desarrollando nuevamente y en forma consecutiva el segundo año de trabajo”, comenta con satisfacción.
Entre las especies que se cultivan en el vivero está el maquilishuat (Tabebuia rosea) y el conacaste (Enterolobium cyclocarpum), que se adaptan a las condiciones climáticas de la zona, así como el copinol (Hymenaea courbaril) y el madre cacao (Gliricidia sepium).
“Tenemos entre 14 y 16 especies a disposición para la siembra anual. Nuestro trabajo es llegar a la comunidad y obtener el compromiso del dueño de la parcela a quien, por ejemplo, le entregamos 100 árboles para plantar. Ellos los siembran en su parcela o en una zona de la comunidad que necesite ser reforestada. Con nuestra metodología cada quien se responsabiliza de su territorio”, detalla Paredes.
Un refugio para la biodiversidad y un modelo de conservación
El Complejo Los Cóbanos, la primera área protegida de El Salvador, abarca desde los manglares y arrecifes de coral hasta la playa, uniendo siete municipios y sirviendo como hábitat de especies en peligro, como la tortuga carey y el pepino de mar. Esta región también enfrenta amenazas constantes, como incendios forestales y el uso de agroquímicos, que motivaron a Fundación Tacuzcalco a intervenir para restaurar el equilibrio ecológico del área mediante la implementación de un corredor biológico.
“Trabajamos en la restauración de los bosques de galería, espacios situados en las riberas de los ríos que sirven de refugio para la fauna, creando un pasaje seguro y beneficioso para el ambiente y las comunidades locales”, explica Paredes.
Este corredor no solo facilita la movilidad de especies sino que también ayuda a reducir el impacto de las actividades humanas en el entorno natural.
Diversidad en el Área Natural Protegida Plan de Amayo
Los esfuerzos de conservación se extienden también al Plan de Amayo, una reserva donde se han registrado 25 especies de mamíferos, incluyendo especies de importancia ecológica como el tigrillo (Leopardus wiedii) y el mapache (Procyon lotor).
Entre los avistamientos recientes, destaca la presencia del raro murciélago orejudo común (Micronycteris microtis), no documentado en el país desde 1978, y del felino conocido como gato zonto (Puma yagouaroundi), que actúa como regulador de poblaciones de pequeños mamíferos. También el tigrillo (Leopardus wiedii), el más pequeño de los felinos silvestres en El Salvador, y es muy similar al Ocelote. Al igual que el gato zonto, el tigrillo ayuda a controlar poblaciones de roedores, reptiles y de algunas aves de las cuales se alimenta.
Es necesario buscar formas de conservar los bosques en los que vive este felino, ya que es una especie en peligro de extinción en El Salvador. La especie sólo se conocía de cinco sitios en el país: Cerro Cacahuatique, Montecristo, Jucuarán, La Montañona y El Imposible. Es un nuevo registro para el Plan de Amayo.
“El bosque seco de Plan de Amayo, aunque fue afectado por la agricultura, mantiene un hábitat maduro que es esencial para la supervivencia de especies clave. A través de los inventarios realizados, estamos identificando y protegiendo áreas vitales para la conservación de la biodiversidad”, comenta Paredes.
Algunas especies en el Área Natural Protegida Plan de Amayo
Micronycteris microtis (Murciélago orejudo común)
Este murciélago es pequeño y se caracteriza por sus grandes orejas redondeadas, que están unidas a la cabeza por un pliegue de piel, y por la conexión entre sus tobillos y las alas. Su dieta consiste principalmente en frutos pequeños e insectos, y es una especie rara. No se había reportado en el país desde 1978 y solo se conocía en cuatro sitios de los departamentos de San Miguel y La Libertad. Su presencia en el Sur occidente de El Salvador es un nuevo registro.
Puma yagouaroundi (Gato zonto)
Este felino de tamaño mediano tiene orejas pequeñas, una larga cola y pelaje que varía entre pardo y gris. Puede sobrevivir en áreas con cierta perturbación, siempre que cuente con suficiente vegetación para refugiarse. Es el felino más fácilmente observable en El Salvador y cumple un papel esencial en el ecosistema como controlador de especies pequeñas, como roedores, tacuazines y cotuzas.
Leopardus wiedii (Tigrillo)
El tigrillo es el más pequeño de los felinos salvajes en El Salvador, similar al ocelote pero de menor tamaño. Generalmente habita en los árboles y su larga cola le ayuda a mantener el equilibrio. Baja de los árboles ocasionalmente para cazar. Al igual que el gato zonto, controla poblaciones de roedores, reptiles y algunas aves. Esta especie está en peligro de extinción en El Salvador, y es crucial conservar los bosques donde habita. Solo se había registrado en cinco sitios del país, y ahora es un nuevo registro para el Plan de Amayo.
Nyctomys sumichrasti (Rata arborícola)
Este roedor mediano tiene pelaje naranja en la espalda y blanco en el vientre. Sus orejas redondeadas son casi desnudas y de color café pálido, y sus grandes ojos le permiten ver bien durante la noche. Su cola es oscura y muy peluda, con una densa cobertura en la punta. La dieta de este roedor nocturno y arborícola incluye frutos como el higo, semillas e insectos.
Bassariscus sumichrasti (Muyo)
Este mamífero, que recuerda a un gato, tiene una cola muy peluda y pelaje grisáceo claro en el vientre. Sus orejas son grandes y redondeadas, y su rostro oscuro destaca con anillos de color crema alrededor de los ojos. La cola, larga y anillada, no es prensil, a diferencia de la de otros prociónidos. Es una especie tímida que habita en elevaciones medias y altas, y aunque no se ve fácilmente, su canto característico «uyo uyo uyo» puede escucharse por la noche.
Dasyprocta punctata (Cotuza)
La cotuza es un roedor grande de orejas y cola pequeñas, con pelaje café anaranjado. Sus patas delanteras tienen cuatro dedos y las traseras tres. Es diurna y se alimenta de semillas y frutos. Generalmente es solitaria, aunque a veces puede observarse en pareja o con su cría. Esta especie es una fuente de alimento para mamíferos más grandes y cumple una función importante en la dispersión de semillas en el bosque.
“La Fundación Tacuzcalco ha convertido estas áreas en modelos de restauración y conservación, con viveros que producen especies adaptadas a la región, como el maquilishuat y el copinol, fundamentales para los esfuerzos de reforestación. En colaboración con propietarios locales, la fundación asegura que cada árbol sembrado cuente con el compromiso de la comunidad en su mantenimiento y cuidado”. Ernesto Paredes
Un modelo de restauración para el futuro
La experiencia de Fundación Tacuzcalco en El Salvador ofrece una valiosa referencia para iniciativas de restauración en otros países de la región, destacando el poder de la participación comunitaria y el papel fundamental de las mujeres en la conservación.
Al trabajar con el Global Landscape Forum y con el respaldo de comunidades locales, el proyecto sigue avanzando en su segundo año, con la visión de construir un corredor biológico que no solo beneficie al ambiente y la comunidad local, sino también preservar para las futuras generaciones.
Este esfuerzo de restauración en El Salvador no solo protege a especies en peligro, sino que también fortalece la conexión entre las personas y la naturaleza, demostrando que la conservación y el desarrollo sostenible pueden ir de la mano.
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