A un año de la crisis de los cisnes de Valdivia: |
Las forestales chilenas invirtieron tiempo y dinero en convertirse en actores mundiales. Hoy Arauco lidera el mercado y CMPC le sigue de cerca, mientras que en su área Masisa pasa a estar entre los «top 10».
Fuente: Lignum
CHILE (24/4/2006).- Junio de 2005 fue para Celulosa Arauco un mes negro. La mayor empresa del grupo Angelini se vio obligada a cerrar la planta Valdivia, donde había puesto US$ 1.300 millones, y la presión de La Moneda llevó a Alejandro Pérez, el hombre fuerte del conglomerado, a renunciar pese a la oposición del patriarca Anacleto Angelini. Junio de 2006 promete ser una vuelta de mano del destino: comienza a operar la planta de Nueva Aldea (ex Itata), que sumada a la fábrica de Valdivia pondrá a Arauco a la cabeza de los productores mundiales de celulosa. En este año la principal forestal de Chile alcanzará a la norteamericana Weyerhauser y será junto a ésta la mayor productora mundial, con 2,6 millones de toneladas al año. Pero a diferencia de la estadounidense, que no prevé subir su capacidad en el corto plazo, la empresa de Angelini irá sumando cada mes producción hasta que en el 2007 supere los tres millones de toneladas. Desde esa posición mirará de lejos a sus competidoras globales. Y ello pese a que la planta de Valdivia tuvo que bajar su producción luego que se le responsabilizó de la muerte de cientos de cisnes de cuello negro en el santuario Carlos Andwanter. Programada para fabricar 850 mil toneladas de pulpa, hoy elabora 440 mil mientras construye un ducto al mar, que estaría listo hacia el 2008 o 2009. Pero su gemela Nueva Aldea sí producirá 856 mil toneladas, aunque partirá fabricando menos este año. negrita/Los jugadores mundiales/negrita La forestal de Angelini no está sola en esta arremetida. CMPC, del clan Matte, se ubicará en quinto lugar de mayores productores de celulosa con la puesta en marcha en septiembre de la segunda unidad de Santa Fe, que costó US$ 745 millones. Masisa, que pertenece al Grupo Nueva, lidera el mercado del hemisferio sur y América Latina en los tableros, con una producción de 2,3 millones de metros cúbicos. Y el próximo año, con mejoras productivas de sus 12 plantas y la nueva fábrica de Cabrero, producirá 500 mil metros cúbicos más, «lo que nos pone entre los seis grandes del mundo», comenta el presidente de Masisa, Julio Moura. Este salto sorprende por lo rápido. Hace ocho años tanto CMPC como Arauco recién entraban al top 10 del mundo, donde lideraban firmas como la brasileña Aracruz o Weyerhauser. Conscientes de la necesidad de crecer y aprovechando que las gigantes aminoraron su ritmo de expansión, las chilenas pusieron en práctica un agresivo plan de largo plazo que les asegura que su recién ganado liderazgo se mantendrá al menos por unos años. Los polémicos proyectos de celulosa en Uruguay, por ejemplo, podrían empinar a Metsa Botnia del 9º al 7º lugar del ranking, pero sin desplazar a CMPC. ¿Cuándo ocurrió este cambio? Para Arauco el salto grande fue la compra de la planta de celulosa Alto Paraná en Argentina, en 1996. Pagaron US$ 290 millones, un precio caro para la competencia, pero que los llevó a superar la barrera del millón de toneledas anuales de pulpa y poner un pie en el extranjero. En CMPC «el proceso de internacionalización tomó un claro impulso a fines de los años 80 y comienzos de los 90», dice su secretario general, Gonzalo García. En esa época se construyó la planta Pacífico; en 1991 se adquirió Química Estrella San Luis en Argentina, así como fábricas de papel en ese país y Uruguay. En Masisa «fue con la fusión con Terranova cuando tomó un tamaño mayor y un liderazgo en la región latinoamericana. Nuestra intención es acentuarlo», explica el gerente general de la firma, Enrique Cibié. Para eso seguirán invirtiendo. CMPC adelantó que «este año tenemos consideradas inversiones en activos fijos por unos US$ 500 millones y algo menos de la mitad de esa cifra para el próximo año». Masisa analiza dos plantas, una en Brasil y otra en Chile, por US$ 140 millones. Y Arauco evalúa compras en Brasil. negrita/América, América/negrita Algunas empresas se quejan de América Latina, pero las forestales saben que operar en la región es una ventaja. Aquí los árboles de pino radiata tardan 18 a 20 años en crecer, en Escandinavia, 60 años y en Canadá 80. En la región hay espacio para plantar, lo que les permite a las forestales chilenas integrarse verticalmente e ir desde el bosque hasta el hogar o la empresa. Arauco ha explicado su estrategia así: por más de una década gestó una gigantesca masa forestal. Cumplida esa etapa, pasó a construir complejos industriales para explotar ese patrimonio. La región es también un mercado inmaduro, con nichos aún en desarrollo como los muebles, los pañales, las toallas higiénicas o los materiales para la construcción, destacan ejecutivos del sector. Por su crecimiento y potencial, Arauco ya definió que «somos una empresa del Cono Sur de América», dice su gerente comercial, Charles Kimber. Miran Brasil, donde ya entraron el 2005 comprando activos de la francesa Louis Dreyfus. En los próximos años quieren ampliar su presencia ahí y por eso observan los activos que International Paper vende en ese país. CMPC y Masisa también sacan sus cuentas. Para estas empresas la región es importante, pero en grados distintos. CMPC acaba de ingresar a México, donde «tenemos una pequeña operación de productos tissue y esperamos poder tener algún nivel de desarrollo», dice García. «Brasil es un mercado al cual exportamos muchos productos, pero no tenemos contemplado tener operaciones industriales por ahora», agrega el ejecutivo. Masisa optó por Latinoamérica en los tableros, pero en madera sólida piensa en Europa, EE.UU. e incluso Asia, donde además de vender quieren establecer plantas. CMPC va por el lado de exportar: «En maderas los mercados en expansión están en Norteamérica y Asia. En celulosa, China y las economías desarrolladas. Y para cartulinas, gran parte del crecimiento estará en Europa», dice Gonzalo García. negrita/¿Quién hará la última planta de pulpa en Chile?/negrita Arauco y CMPC lo saben. En Chile hay espacio sólo para una fábrica de celulosa más, dado que ya existen nueve instalaciones de este tipo. Debido al ritmo de crecimiento de los bosques, se prevé que en los próximos 10 años sea urgente definir dónde y cuándo construirla.CMPC tiene cuatro fábricas de pulpa: Laja, Pacífico y Santa Fe I y II. La forestal de Angelini tiene cinco, en Arauco, Constitución, Licantén, Valdivia e Itata. Este grupo ve que hacia el 2015 se contará con la «fibra» (madera) suficiente para tener un complejo industrial. ¿Lo harán? «Depende de cómo estén las condiciones de inversión, en particular la normativa sobre medio ambiente», señala la empresa. Una fábrica de celulosa cuesta de US$ 800 millones a US$ 1.300 millones, dependiendo de su diseño. negrita/La crisis de los cisnes de Valdivia/negrita Cientos de cisnes de cuello negro que habitaban en el río Cruces empezaron a morir a fines de 2004. Otros miles migraron. El fenómeno coincidió con la puesta en marcha del complejo forestal Valdivia. Un informe de la Universidad Austral dijo que existía incidencia significativa entre la operación de esta planta y la desaparición de los plumíferos debido a que había afectado a su principal alimento, el luchecillo. Arauco señaló entonces -y aún lo hace- que no hay evidencia que indique que su planta influye en la desaparición de los cisnes. Pero optó -ante la presión de la comunidad local, el gobierno e incluso sus pares- por revisar procedimientos y monitorear en detalle la instalación. La planta sólo produce la mitad de su capacidad de diseño y se espera que logre su plena producción en dos o tres años más, al contar con un ducto al mar. Fuente: La Tercera