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Gaviola: “Para la producción de celulosa hay normas ambientales vigentes, el tema está en que se controle para que se cumplan”

Informe especial en el N°21 de la Revista ArgentinaForestal.com

Rafael Gaviola, presidente de la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel se refirió a la situación actual que enfrentan las empresas del sector y opinó en forma personal sobre el conflicto con Uruguay por las inversiones de las dos plantas de celulosa. Gaviola lamentó que estos capitales no vengan a la Argentina, “pero justamente la inseguridad jurídica y las retenciones a las exportaciones son dos de los principales factores que nos hacen menos atractivos al momento de decidir la instalación de un nuevo proyecto de esta envergadura”.

Por Patricia Escobar

BUENOS AIRES (AGOSTO 2005) En la Asociación de Fabricantes de Celulosa y Papel de Argentina (AFCP) se registran 37 industrias celulósicas papeleras, pero en orden de importancia se destacan dos como las más grandes del país, Alto Paraná SA y Papel Misionero SA (ambas instaladas en Misiones); después le siguen Papel Prensa SA (en la zona del Delta, en el Parque Industrial San Pedro); Celulosa Argentina SA (Santa Fe); y Massuh SA (Buenos Aires), entre otras empresas. Rafael Gaviola, presidente de la asociación, admitió que si bien la industria atraviesa en los dos últimos años un buen momento, alcanzando cifras récord en exportación en el último año, no se puede hablar aún de un escenario propicio para alentar a nuevas inversiones. “La fuerte presión tributaria, en especial a través de las retenciones a las exportaciones, hace que los nuevos capitales se instalen en Uruguay o Brasil. La celulosa y el papel es un sector que requiere de inversión de capitales intensivos para una actividad de muy largo plazo, por lo que es fundamental contar con políticas de Estado permanentes”, remarcó en la entrevista con ArgentinaForestal.com. Asimismo, agregó que la industria está saliendo de la crisis que enfrentó en el 2001, pero estos dos últimos años positivos, generados a partir de la salida de la paridad cambiaria, debieran ser acompañados por una serie de medidas -también de largo plazo- que den tranquilidad a los empresarios para continuar con el desarrollo y crecimiento del sector. “Al proceso devaluatorio le falta la certeza de poder planificar a futuro, y esto se debe a la inestabilidad que genera en las inversiones de esta naturaleza, la falta de cumplimiento con los incentivos previstos en la Ley 25.080 de Inversiones para Bosques Cultivados, y las retenciones a las exportaciones, lo cual nos pone en desventaja en comparación con otros países, fundamentalmente de regiones como Brasil y Uruguay”. Gaviola lamentó que estos capitales no vengan a la Argentina, “pero justamente la inseguridad jurídica y las retenciones a las exportaciones son dos de los principales factores que nos hacen menos atractivos al momento de decidir la instalación de un nuevo proyecto de esta envergadura”. Sin embargo, manifestó su satisfacción por el esfuerzo que realizaron en este último año algunas de las empresas argentinas. “Están reinvirtiendo en sus plantas, en capacidad y tecnología, readecuando técnicamente sus fábricas. La calidad de los productos de Argentina se compara a nivel internacional, y esto lo demuestra el cliente más grande que tenemos para la exportación, que es Estados Unidos, teniendo en cuenta que es un mercado que tiene que vender de acuerdo a los estándares internacionales. También se vende a Austria y varios países europeos. En el país alcanzamos una producción anual de 900 mil toneladas de pasta de árboles de pino, en promedio. El año 2004 ha sido récord en producción y en exportaciones de celulosa y papel, alcanzado el millón y medio de toneladas”, destacó el empresario. También remarcó la importancia de inversiones como la de Alto Paraná SA, que en su planta de Puerto Esperanza (Misiones) realizó una fuerte inversión para diversificar su producción celulósica, agregándole la línea de fluff (pasta para pañales), “lo cual es sumamente beneficioso para el país, porque esto antes se importaba casi en un ciento por ciento”. Con respecto al cumplimiento de las exigencias ambientales que recaen sobre esta actividad, Gaviola consideró que “además de cumplir con las normas vigentes, hay una demanda creciente y con razón. No sólo en el orden nacional, sino también a nivel internacional. Los empresarios están conscientes de ello, y se preparan para actualizar su tecnología y avanzar en mejoras permanentes”, dijo. “Las inversiones que demanda la adecuación al cuidado del ambiente son enormes, y los recursos siempre son limitados, pero lentamente lo están haciendo. Creo que el justo equilibrio entre aumentar la capacidad productiva y cuidar el ambiente hay que buscarlo, y todas las empresas están en eso”, afirmó. negrita/ “Hay normas ambientales vigentes, el tema es que se controle para que se cumplan”/negrita Rafael Gaviola prefirió dar su visión personal sobre el conflicto que se generó en Entre Ríos por la instalación de dos plantas de celulosa en Uruguay, dado que consideró por precaución no generalizar en un tema que calificó de “confuso”, donde se mezclan “intereses políticos, económicos, sociales y ambientales de ambas márgenes”. En su opinión, consideró que “en el caso de la firma Botnia, ya tiene presentado un estudio de impacto ambiental que fue aprobado por el gobierno uruguayo; por lo tanto, si se instala una planta y se hace un estudio de impacto ambiental que cumple con normas internacionales que miden este aspecto, no tenemos por qué rechazarla”, dijo. En ese contexto, aclaró que “esto no quiere decir que no existan casos de empresas que se despreocupan del tema. Eso es otra cosa. Sin dudas, una planta de la magnitud de la de Botnia provoca un impacto ambiental; el tema está en que se controle y se diga cómo se lo va a controlar. Y además, que lo que diga esta empresa sea controlable”, dijo. “Argentina tiene sobre el río Paraná, tres plantas industriales que producen pasta celulósica, y las mismas son muy cuidadosas del medio ambiente. Por supuesto que su presencia tiene un impacto ambiental, pero es controlable”, aseguró Gaviola. Por otra parte, el empresario recordó que en Entre Ríos existió hace unos años atrás un proyecto de inversión que después fue postergado, “en aquel momento no hubo resistencia. El proyecto no avanzó por otros factores ajenos a los que hoy se están debatiendo. Pero de todas maneras, yo me pregunto qué hubiese pasado si esas plantas que se construirán en Uruguay se hubiesen instalado del lado argentino. ¿Habríamos tenido la misma reacción? No sé. Nadie discute que las plantas de producción de celulosa tienen que ajustarse a las prácticas y normas ambientales internacionales, pero si las mismas se cumplen, no se puede protesta livianamente”. cursiva/Más información en la revista ArgentinaForestal.com (N°21)/cursiva

Por Patricia Escobar

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