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La industria forestal salió beneficiada de la devaluación. Pero necesita inversiones considerables si quiere producir con mayor valor agregado.»Si no vienen las inversiones, la Argentina podría convertirse en proveedor de materia prima para sus vecinos», advierte Claudia Peirano, directora de desarrollo institucional de la Asociación Forestal Argentina (AFoA), la cámara que agrupa a las empresas del sector.
Fuente: Diario Clarín. Por Pablo Maas.
BUENOS AIRES(8/9/2004).- La industria forestal argentina es uno de los sectores que salió favorecido tras la devaluación del peso. El aumento del tipo de cambio impulsó la exportación de productos de mayor valor agregado, como los tableros de fibra y partículas, y la madera aserrada también encontró nuevos mercados externos, lo que hizo aumentar los niveles de actividad y redujo la capacidad ociosa.El sector, en el que conviven grandes compañías industriales (principalmente chilenas) con centenares de Pymes, recibió inversiones por más de 2.500 millones de dólares entre 1990 y 1999.Como resultado de regímenes promocionales que subsidian los costos de plantación, la superficie implantada está actualmente en un récord de 1,13 millones de hectáreas. Además de las ventajas naturales que ofrece el rápido crecimiento de algunas especies, el sector forestal tiene hoy importantes ventajas de costos internos, que se han reflejado en una importante sustitución de importaciones (las de papeles y cartones bajaron casi 40% entre 2001 y 2003). ¿Todo bien?. Relativamente, responden en la actividad. No alcanza con tener los bosques y la madera. Hay que procesarla y para ello se calcula que cada 100.000 hectáreas hacen falta 1.000 millones de dólares en inversiones. Como en los últimos años se han agregado a la oferta unas 300.000 nuevas hectáreas de bosques, se requieren tres mil millones de dólares. »Si no vienen las inversiones, la Argentina podría convertirse en proveedor de materia prima para sus vecinos», advierte Claudia Peirano, directora de desarrollo institucional de la Asociación Forestal Argentina (AFoA), la cámara que agrupa a las empresas del sector. Los países vecinos están muy activos en la promoción de su industria forestal, una actividad trabajo-intensiva. Uruguay ha implementado un esquema de incentivos muy agresivo y como resultado hoy las inversiones en su industria forestal, que han atraído a compañías finlandesas, equivalen a ocho puntos del PIB. Es como si la Argentina consiguiera inyectar 10.000 millones de dólares a la actividad.En Brasil, que tiene casi cinco millones de hectáreas forestadas, el presidente Lula lanzó recientemente un plan para agregar más de 200.000 hectáreas por año. Chile, la potencia regional, tiene dos millones de hectáreas implantadas y está exportando productos forestales por 3.000 millones, que subirán a 5.000 millones en los próximos añosEn cuentagotasEn la Argentina, las inversiones para aprovechar la expansión del área forestada todavía están llegando en cuentagotas. Peirano, de AFoA, enumera algunas:Papel Misionero (propiedad del fondo de inversión BISA, del grupo Bemberg, y la local Zucamor) anunció que duplicará su capacidad de producción de papeles Kraft y Linner con una inversión de 190 millones de dólares a cuatro años.Alto Paraná (Grupo Arauco – Chile) está levantando una planta de fibra para pañales descartables. La empresa es propietaria del mayor aserradero de la Argentina y de una planta de tableros.Bosques del Plata (del también chileno grupo CMPC) tenía previsto concretar una planta de celulosa prevista para 2005, pero recientemente postergó la decisión.Las inversiones en la actividad forestal son de largo plazo y requieren regulaciones acorde. La Argentina ya ofrece a la actividad un régimen de estabilidad fiscal a 30 años, muy similar al que rige para la minería. Pero la profunda recesión y la crisis de 2001/2002 dejaron una huella profunda que los inversionistas directos (extranjeros especialmente) todavía están digiriendo. Muchos de ellos se recuperaron fuertemente durante el año pasado, pero todavía requieren de más tiempo de buenos negocios para amortizar sus inversiones de la década pasada y decidir nuevas, dicen en la industria.