Tucumán: expertos lilloanos ayudan a descubrir cuáles son las aves que visitan los jardines o balcones en tiempos de cuarentena 

Sin moverte de tu casa, hoy pueden conocer mucho acerca de las especies que viven en Tucumán.  Así lo cree un grupo de investigadores de la Fundación Miguel Lillo que pusieron a disposición de todos los tucumanos un libro repleto de ilustraciones, consejos y vías de contacto para ayudar a los novatos en la observación a conocer más sobre la fauna urbana. La propuesta es salir al jardín, al balcón o a la ventana para dejarse sorprender por la enorme variedad de aves que surcan el cielo tucumano.

 

Fuente: El Tucumano

 

TUCUMÁN (30/3/2020).- Aunque en principio suene contradictorio, la cuarentena preventiva y obligatoria que rige en el país para evitar el avance del Coronavirus puede ser una oportunidad para conectar con la naturaleza que muchas veces pasa desapercibida ante nuestros ojos.

Así lo cree un grupo de investigadores de la Fundación Miguel Lillo que puso a disposición de todos los tucumanos un libro repleto de ilustraciones, consejos y vías de contacto para ayudar a los novatos en la observación a conocer más sobre la fauna urbana. La propuesta es salir al jardín, al balcón o a la ventana para dejarse sorprender por la enorme variedad de aves que surcan el cielo tucumano.

“Desde un balcón o una ventana se pueden ver cosas lindas”, se entusiasma la bióloga Ada Echevarría, una de las especialistas que promueve desde Fundación Miguel Lillo la iniciativa orientada a toda la familia, desde niños hasta abuelos, con ganas de aprender más sobre aves. “Acercarse a la naturaleza en estos días es muy bueno para despejar la cabeza y hacer cosas diferentes, por eso pensamos en brindar algunas técnicas que pueden ser útiles”, añade.

Para empezar, dice la ornitóloga, lo más importante es la curiosidad y aprender a mirar lo que nos rodea con atención y una pizca de paciencia. Una vez que tengamos esa predisposición al descubrimiento, frente a nuestros ojos comenzarán a aparecer quetupíes, golondrinas, picaflores, horneros, celestinos, palomas: la variedad de aves que detectemos -con o sin binoculares- puede ser muy amplia. Por eso, para reconocer a los diferentes ejemplares, los investigadores de la Fundación pusieron a disposición un libro para descargar de manera gratuita con ilustraciones e información accesible para todo público. También, se puede descargar la aplicación “Aves Argentinas” que ofrece material útil y disponible en celulares con sistema operativo Android y Iphone.

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“El libro sobre las aves del Jardín Botánico Miguel Lillo es de divulgación y tiene dibujos detallados que pueden ayudar a identificar a un quetupí, por ejemplo, que está entre las especies más comunes. Las ilustraciones, a su vez, les va a venir muy bien sobre todo a los chicos para que los vean y los conozcan”, explica la doctora Echevarría en diálogo con eltucumano.com. A estas posibilidades para el aprendizaje, se suman también las vías de contacto habilitadas para que las personas que tengan dudas o consultas, puedan enviar un mensaje por Facebook o Instagram a los expertos, quienes responderán las inquietudes de los observadores.

“Nos han llegado muchos mensajitos diciendo ‘estoy viendo tal cosa’. La iniciativa lo que busca es que estemos más atentos, que miremos lo que nos rodea y que muchas veces pasa desapercibido ante nuestros ojos por la falta de tiempo”, propone la bióloga, quien cree que esta situación de cuarentena también debe ser un momento para reflexionar sobre nuestro vínculo con la naturaleza. “No hay que decir ‘no veo nada’ porque eso no es real, siempre vas a ver algo, hay que tener paciencia, sentarse un rato en el jardín, en el balcón o sacar la cabeza por la ventana y seguro aunque sea vas a escuchar el canto”, avisa y propone utilizar las bondades de los celulares para tomar fotos o filmar videos en caso de precisar la ayuda de un profesional para identificar la especie.

“Recién me mandaron una imagen desde la casa de una abuela de 86 años que quería identificar a un ejemplar; en esas cosas te das una idea de lo que puede entretener una actividad diferente y para toda la familia”.

 

Visitas de todos colores

En el instructivo de la Fundación Miguel Lillo, se sugiere -tomando como modelo el trabajo que hacen los biólogos en las salidas de campo- hacer las observaciones a la mañana temprano y al atardecer, cuando hay mayor cantidad de ejemplares sobrevolando. También, anotar las aves que se observen, junto al día y horario del avistaje. De esta manera, con el correr de los días, también se puede conocer más acerca de sus rutinas y hábitos para sacar algunas conclusiones.

En cuanto al reconocimiento de la especie los lilloanos dicen que es clave prestar atención a los colores que tienen en su cabeza y también en su cuerpo, tanto en la panza como en la espalda. Además, es útil identificar sus cantos, si comen en el suelo, se posan o si vuelan rápido o lento. Estas son preguntas orientadoras que pueden servir -también- para incentivar en niños, niñas y adolescentes el interés por la ciencia a través del juego. Así lo considera también Echeverría, quien sugiere el reconocimiento, primero, a través de los colores.

“Si veo uno que es muy celeste o que tiene el pecho amarillo, se trata de un celestino y de un quetupí. En este punto sirve volver al libro, mirar los dibujos y descubrir todos los detalles, como por ejemplo que el quetupí tiene, además del pecho amarillo, una ceja blanca”, recomienda la experta, quien apunta que también se puede hacer el reconocimiento por el canto de cada especie, que en el manual se reproduce en sílabas.

Acerca de las ‘rutinas’ de los pájaros, “en un barrio chico o en el fondo de la casa se puede observar la visita de ejemplares de la misma especie e, incluso, hasta de los mismos ejemplares que buscan miguitas o sacan lombrices de la tierra”. Sin embargo, su presencia varía en relación a la estación y a factores cambiantes, como el tiempo: “hoy me ha visitado un chalchalero, que no es tan común que venga, pero como el día está fresco y ha llovido eso también puede traerlos”, revela la integrante del Instituto de Vertebrados, quien dice que las personas que quieran hacerlo pueden ofrecerles semillas o algo de frutas sin que eso implique un perjuicio. La única excepción en este punto la marcan las palomas, que aumentan su población significativamente debido a que siempren cuentan con alimento.

“Con las palomas de las plazas tenemos un problema porque se reproducen muchísimo: aprovechan cualquier espacio en las casas, en los edificios, cualquier pequeño alerito y se reproducen todo el año por la cantidad de alimento que tienen disponible. Y el alimento, por lo general, es la basura. Se han vuelto muy basureras, entonces, lo que recomendamos, es no darles de comer porque puede ser perjudicial para la salud si se convierten en plaga”, explicó.

Cambia el paisaje, cambian las aves

La naturaleza tiene la capacidad de sorprendernos en cada una de sus versiones. Los diferentes paisajes que ofrece la Provincia, así como también las modificaciones que presentan a lo largo de las cuatro estaciones, implican que lleguen nuevas aves y se retiren otras en busca de mejores condiciones para la vida. Es una danza que se repite una y otra vez, pero que no deja de asombrar por su perfección.

En otoño, explica Echevarría, aparecen muchas especies migratorias que descienden desde más arriba de San Javier hasta el pedemonte. Lo hacen cada vez que bajan las temperaturas en la montaña para buscar cobijo antes de la llegada del invierno. Lo mismo sucede con algunas aves acuáticas que habitan lagunas de altura en la Puna, a 4 mil o 5 mil m.s.n.m. Cuando estas lagunas se congelan en el otoño e invierno, buscan abrigo en ambientes más bajos y propicios.

“Se pueden observar flamencos, varios tipos de patos y gallaretas que son muy típicas de los ambiente acuáticos. Hay casos muy estudiados en el embalse La Angostura, en Tafí del Valle”, repasa la bióloga, quien es autora de un libro de divulgación sobre estas especies, material que también se puede descargar gratis y cuenta con fotografías para identificar a los ejemplares.

En otras zonas de la Provincia, como San Pedro de Colalao y Alpachiri, se pueden avistar también tucanes, una especie que desapareció de Tucumán en la década del ’70 debido a la caza ilegal y al avance de la fronter agrícola y que ahora está volviendo a recuperar el espacio que siempre le fue propio gracias a un programa de reintroducción que impulsan un conjunto de instituciones públicas y privadas de la Provincia.

“Es importante reflexionar sobre el efecto que tiene el avance de la agricultura sobre los lugares en donde había bosques, donde había ambientes naturales. Al tener tantos campos cultivados, las aves pierden su espacio, el ambiente se modifica por completo”, alerta la especialista.

El día después de la pandemia

La iniciativa de Fundación Miguel Lillo para alentar el cuidado y el respeto por la naturaleza desde casa aparece en un momento en que la demanda de un nuevo sistema que armonice el desarrollo económico con el cuidado del planeta se hace cada vez más fuerte a la luz de la crisis que desató la pandemia del Covid-19.

“Hay muchas cosas que tenemos que revisar internamente”, analiza Echevarría, “la destrucción del hábitat es algo que está, que existe, y no lo podemos negar”.
“Desde hace tres o cuatro décadas que se viene investigando y nadie lleva el apunte a nivel de los grandes poderes”, reflexiona y propone “tomar conciencia” sobre el nuevo modo de vivir que exige el mundo. “La generación de entre 30 y 40 años vive en una carrera por hacer todo, por viajar, por conocer, por no perderse nada. Tendremos que ver qué saca de bueno esta situación de nosotros”, sostiene con la expectativa puesta en un cambio de paradigma.

“Esta situación que vivimos de encierro también nos tiene que hacer reflexionar sobre las cosas chiquitas de la vida en las que podemos encontrar mucha felicidad.  Ahora que estamos restringidos y no podemos salir, recién vemos la otra parte, lo que no vemos nunca porque no tenemos tiempo. Así que nuestro deseo está puesto en que desde un balcón o desde un jardín encontremos esta felicidad chiquitita, pero que tenemos a mano”.

 

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